Semblanza de Ángela Peralta
Mujer de multifacético talento en la música fue compositora, dominaba el arpa y el piano aunque se volvió famosa como soprano dentro y fuera de México. De reciente extracción indígena, sufrió el prejuicio estético de su época y la moralina embestida de su sociedad al saberse que contraía nupcias por segunda ocasión. Murió en Mazatlán, en 1883, la compañía para la que ella trabajaba contrae fiebre amarilla y de entre ellos sólo Juventino Rosas sobrevivió.
Ángela Peralta nació en el patio de Las Vizcaínas en 1845 sin más amparo que el cuidado de sus humildes padres. Ignacio Manuel Altamirano, al referirse a la situación de muchas mujeres de la época, señaló que estaban destinadas a ser: "esclava[s] de la miseria, del ocio y la ignorancia". Pero muy pronto el público y diversos benefactores la apoyarían para educar su voz y llevarla a Europa. María de los Ángeles Manuela Tranquilina Cirila Efrena Peralta y Castera cantó por primera vez en público, a los ocho años, la cavatina de Belisario en una representación escolar. Estudió canto con Agustín Balderas y composición con Cenobio Paniagua. A los 15 años, el 16 de junio de 1860, debutó en el Teatro Nacional con el papel de Eleonora en El trovador de Giuseppe Verdi.
Fue en el periódico El Constitucional, en 1861, que se le nombró “El ruiseñor mexicano”. Su salto a la fama ocurre el 13 de mayo de 1862 cuando debutó en la Scala de Milán interpretando a Lucia di Lammermoor, ópera de Gaetano Donizetti. Cantó además La sonnambula de Vincenzo Bellini ante Víctor Manuel II y la prensa la celebra, allá y acá del Atlántico. El retorno triunfal de la joven soprano venida de Europa, a finales de 1865, a poco más de un año después de haberse establecido el imperio de Maximiliano en México, coincidió con la efervescencia de las fotografías en formato carte de visite; mismas que, al mediar la década de 1860, habían cobrado una moda febril entre las clases medias y altas de la sociedad mexicana. La gran circulación de los retratos de los emperadores extranjeros había impulsado tal fenómeno. La imagen de Ángela Peralta se fetichiza de igual manera.
En Mazatlán, San Miguel de Allende y la Ciudad de México existen teatros que en su honor, llevan su nombre.