La memoria astronómica de México
Durruty Jesús de Alba Martínez
Instituto de Astronomía y Meteorología
Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías
Universidad de Guadalajara
Lo que ocurre en la bóveda celeste ha capturado la atención y los afanes del género humano desde sus primeras comunidades hasta nuestros días. Registrar, describir y tratar de explicar los fenómenos observados en el firmamento, así como la evolución de los objetos del cosmos, ha dejado huella en soportes de diversa índole elaborados por distintas culturas en el devenir del tiempo.
En el caso del territorio que ahora es México tenemos códices y edificaciones cuya elaboración demuestra un conocimiento astronómico. Durante el virreinato llegaron a nuestro territorio obras de naturaleza astronómica. También se escribieron y publicaron libros de autores novohispanos, como la discusión sobre la naturaleza de los cometas entre don Carlos de Sigüenza Góngora y Eusebio Francisco Kino. Los expedientes sobre permisos de publicación, los libros y los procesos inquisitoriales son evidencia de la difusión de tal conocimiento.
Ya en el México Independiente el conocimiento astronómico fue necesario para cuestiones geográficas y de ello tenemos ejemplos tanto en reportes técnicos como en libros de texto. Podemos considerar que las observaciones del tránsito de Venus de 1874, realizadas en Japón por la Comisión Mexicana encabezada por el ingeniero Francisco Díaz Covarrubias, fueron el acto fundacional de la moderna astronomía profesional en nuestro país.
En la década de los cuarenta del siglo pasado se inauguró en Santa María Tonantzintla, Puebla, el Observatorio Astrofísico Nacional, en donde se cultiva la moderna astrofísica y se hacen descubrimientos que ponen el nombre de dicho poblado en el mapa científico internacional. Y diversos artistas, como José Guadalupe Posada, Hermenegildo Bustos, Juan Soriano, Laura Méndez de Cuenca y Félix Parra, han plasmado el tema astronómico en sus obras.