Memorias del paisaje tangible: sistemas de irrigación y abasto de agua
La ocupación del territorio es el resultado de un complejo proceso a través del cual el hombre transforma y adecua su entorno natural para habitarlo. En todas las zonas en las que el hombre se ha establecido, pero en especial para las regiones áridas, uno de los factores más importantes ha sido la obtención y el abastecimiento constante de agua. Los distintos modos de gestionar los recursos hídricos han transformado el paisaje natural y cultural de las comunidades, creando importantes espacios que hoy son considerados parte de la riqueza biocultural de México.
Según los especialistas Guillermo Rolón y Rodolfo Rotondaro, “La permanente interacción entre el hombre y la naturaleza construye paisajes culturales o vernáculos que constituyen la evidencia presente y pasada de esta relación entre una sociedad y su entorno natural”. En estos procesos, el manejo del agua ha incidido directamente sobre las condiciones biológicas, físicas, culturales, estéticas y políticas del hábitat pues este recurso es un regulador directo de las posibilidades de existencia y crecimiento de la población, por lo que el bienestar del hombre y su comunidad dependen de su adecuado y constante suministro. En esta colección que presentamos para reflexionar en torno a la riqueza biocultural de nuestro país, mostramos la manera en que a lo largo del tiempo se han creado alternativas para la distribución del agua, lo que se conoce como una forma tangible de organización del paisaje. Presas, acueductos, aprovechamiento de ríos y cuencas fluviales han contribuido a la supervivencia del ser humano y de las especies a su alrededor, en algunos casos con mayor éxito que en otros. Sin embargo, en estos tiempos en los que parece que la escasez de agua se ha convertido en un problema de todo el planeta, vale la pena hacer conciencia sobre lo que implica la importancia del manejo y distribución del vital líquido.