Pero las buenas relaciones entre México y Copiapó no pararon allí. Años después, el 19 de junio de 1863, los comisionados del pueblo de Copiapó, encabezados por Tomás Gallo, le dirigieron una carta al presidente Benito Juárez comunicando el envío de remesas para el sostenimiento de los hospitales de sangre que ayudaban a los heridos en la guerra de Intervención francesa. Para Juárez, el gesto de los chilenos fue un ejemplo para toda América, por lo que respondió la misiva agradeciendo “el importante auxilio que prestan en la guerra injusta que ha traído el emperador de los franceses y por el triunfo de la justa causa que México defiende”. Casi 110 años después de este suceso, el gobierno mexicano decidió reconocer el acto de los copiapinos poniendo el nombre de esta provincia a la escuela primaria que formaba parte de la Unidad Habitacional Vicente Guerrero, construida entre 1971 y 1972 e inaugurada en noviembre de este último año por el presidente chileno Salvador Allende. 

En ese evento se develó una placa conmemorativa que decía: “En 1863, cuando nuestro país fue víctima de injusta intervención, los habitantes de Copiapó hicieron sentir su fraternal apoyo al presidente Juárez y a los mexicanos. En reconocimiento a tan conmovedora muestra de solidaridad esta escuela lleva el nombre de Copiapó”. En este mismo centro educativo David Alfaro Siqueiros elaboró el último mural que haría en vida, al que tituló Paisaje de Copiapó, obra en la que el autor recuerda los años vividos en esta ciudad minera del norte de Chile donde casualmente habitó por casi 10 años antes. El mural y el busto del presidente Salvador Allende conviven todavía en este rincón de la zona de Iztapalapa.