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Retorno a Chile
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Retorno a Chile: reencuentro con un país desconocido

La dictadura de Augusto Pinochet en Chile duró poco más de 17 años. Cuando su régimen terminó se apeló al restablecimiento de un gobierno democrático, donde los chilenos elegirían a sus representantes a través del voto universal. Sin embargo, respecto a los crímenes cometidos por la Junta Militar: campos de concentración, desaparición forzada, tortura, asesinatos, nada se acordó. A pesar de ello, cientos de chilenos en el exilio decidieron volver a su país para reencontrarse con sus familiares y amistades.

El regreso no fue fácil. En los 17 años que vivieron fuera de Chile construyeron, mejor dicho, reconstruyeron lo perdido en septiembre de 1973: familias, trabajo, patrimonio, y lo más importante, habían establecido una relación con el país que los acogió e, incluso, asimilado costumbres que al momento de su llegada desdeñaban. Además, los hijos de los exiliados chilenos que llegaron muy pequeños y no recordaban su país natal, o bien, nacieron fuera de éste, no encontraban ningún vínculo con Chile, salvo por algunos relatos de sus padres; entonces se preguntaban: ¿por qué volver?, ¿volver a qué, si ese no es mi país? Así como sus padres no tuvieron opción en 1973 de quedarse en Chile, la gran mayoría de los hijos de exiliados tampoco.

Durante la dictadura de Pinochet, Chile había cambiado diametralmente de lo que los exiliados habían dejado. Las reformas sociales impulsadas por Salvador Allende y la Unidad Popular desaparecieron. Su lugar había sido ocupado por un Estado despreocupado por cualquier tipo de concesión al pueblo chileno. Por ejemplo, el sistema educativo y el de salud estaban en manos de particulares, lo mismo que el transporte y las vías de comunicación. Las nuevas generaciones eran más individualistas y volcadas a las ideas del libre mercado. De esta forma, el shock cultural fue muy duro, por lo que, al poco tiempo, los exiliados-retornados decidieron volver al país que los había acogido, fuera México, Venezuela, Francia, Alemania, o bien, migrar a otras latitudes. El país que recordaban ya no existía.