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Los vínculos entre el arte y la política en México
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Los vínculos entre el arte y la política en México. Siqueiros: un muralista que pintó la fraternidad entre nuestro país y Chile

Existe un vínculo histórico y artístico entre México y Chile, enmarcado por la producción del muralista mexicano David Alfaro Siqueiros. En 1941, Siqueiros plasmó el mural Muerte al invasor dentro de una escuela donada por el Gobierno mexicano en Chillán, Chile, inaugurada al año siguiente y nombrada “Escuela México”; para 1973, en el proyecto urbano del Distrito Federal, llamado Unidad Habitacional Vicente Guerrero, Siqueiros pintó el mural Copiapó, dentro de la “Escuela Copiapó”, en homenaje a la zona minera chilena que en 1863 se solidarizó con México ante una invasión extranjera.

Ambos murales reflejan el principal interés en la obra del muralista, la lucha y resistencia de los pueblos, así como la solidaridad entre la clase obrera; se trata de temas constantes no sólo en el trabajo de Siqueiros sino entre muchos artistas plásticos del siglo xx mexicano. Pensando en una geografía del intelecto, como lo llamaría Carlos Monsiváis, la tríada de pintores mexicanos compuesta por Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco construyó la identidad pictórica nacional plasmada en los edificios públicos más importantes y la trasladó también al extranjero. Lo mexicano fue codificado a través de las artes, en especial de la pintura, y supuso un punto de comunicación entre los intelectuales y el aparato político. Esta estrecha relación entre las dos esferas públicas fue constante a lo largo del siglo. 

No es de extrañar que en 1972 el presidente Luis Echeverría recurriera a Siqueiros para pintar un mural en la promesa de la vivienda moderna mexicana, pues pensaba esta colaboración como la puerta para validar un gobierno de apertura democrática de la que carecía. La aportación del pintor muestra una vista aérea de la zona minera de Copiapó, en la provincia chilena de Atacama, y representa los colores turquesa del cobre de la zona. En un paso más hacia la legitimación, el 2 de diciembre de 1972, el arte y la política se unieron de nuevo para develar esta obra, con la presencia de David Alfaro Siqueiros, Luis Echeverría y Salvador Allende, figura de la democracia latinoamericana.