Martes 11 de septiembre de 1973: Golpe, dictadura y exilio
El martes 11 de septiembre de 1973 las calles de Santiago, Chile, y otras importantes localidades del país amanecieron con tanques, tanquetas y vehículos militares estacionados en las principales avenidas del centro de la capital. A pesar de este ambiente, la mayoría de los chilenos hicieron sus actividades cotidianas, aunque con cierto nerviosismo. A las 11 de la mañana la Fuerza Aérea Chilena comenzó a bombardear el Palacio de La Moneda, sede del Poder Ejecutivo. El Golpe de Estado contra el gobierno de Salvador Allende había iniciado.
Los acontecimientos político-militares que ocurrían en las céntricas calles de Santiago detuvieron toda actividad. Las escuelas suspendieron clases, los padres de familia se apresuraron a recoger a sus hijos —si les era posible—, los negocios cerraron sus puertas, la televisión chilena comenzó a transmitir el sitio del Palacio de La Moneda, mientras los militares se comunicaban con el presidente Salvador Allende para obligarlo a rendirse, lo cual nunca sucedió.
Horas antes de que las fuerzas armadas chilenas irrumpieran en la sede del Poder Ejecutivo, los jefes de los Carabineros —la policía chilena— leales al gobierno fueron destituidos. Asimismo, los militares comenzaron a catear y detener a cientos de personas de manera ilegal y los condujeron a distintos centros de tortura como el Estadio Nacional. Algunos, los que lograron evitar los controles militares pudieron salvar su vida y la de sus familias gracias a que algunas sedes diplomáticas, como la de México, abrieron sus puertas a los perseguidos políticos de una dictadura en ciernes.
El embajador Gonzalo Martínez Corbalá dispuso que el cuerpo diplomático mexicano acreditado en Chile iniciara el complejo proceso de extracción tanto de ciudadanos mexicanos como chilenos a un lugar seguro, lo que significó negociar con las autoridades golpistas.
