lupa
Salvador Allende en la memoria mexicana
Portadilla de <p>Salvador Allende en la memoria mexicana</p>

Salvador Allende en la memoria mexicana

El golpe de Estado llevado a cabo en Chile el 11 de septiembre de 1973 dejó una profunda huella en el imaginario de los mexicanos. Esto ocurrió no sólo porque nuestro país asiló a miles de chilenos que salieron de su lugar natal para no caer en manos de la dictadura, sino porque el evento transgredió los ideales políticos que hermanaban a las naciones latinoamericanas. Como las relaciones entre ambos países eran buenas desde hacía siglos, aquel atentado contra la democracia no pasó desapercibido en nuestro país.

La muerte de Salvador Allende fue especialmente sentida por los mexicanos, que un año antes lo habían recibido en su visita a tierras aztecas en donde se demostró el apoyo a su gobierno y a los habitantes de aquel país ante las difíciles condiciones políticas y económicas por las que atravesaba. Pero su deceso también les recordó a los mexicanos el asesinato de Francisco I. Madero. El rostro de Pinochet, escondido tras los gruesos anteojos, evocaba la imagen y la traición de Victoriano Huerta, además, la intervención de la cia en el derrocamiento marcó un paralelismo con el Plan de la Embajada y la intromisión de Henry Lane Wilson en la asonada militar mexicana. Así, la solidaridad con los chilenos fue genuina. Un exiliado recordó que cuando sus hijos entraron a la escuela que los acogió: “todos los niños […] les cantaron la canción nacional de Chile, que se habían aprendido especialmente para recibirlos” La figura de Allende se alzó entonces como la del hombre que murió leal a su pueblo, que nunca traicionó su palabra y como la del líder entregado que estremeció al mundo con una lección de honestidad y heroísmo. Por distintos sitios del país comenzaron a levantarse bustos y esculturas en su honor, pusieron su nombre a escuelas, auditorios, sindicatos, cooperativas y aldeas. En Nayarit, por ejemplo, denominaron Salvador Allende a un ejido después de conocer su historia y su muerte. Mes y medio después del golpe, los obreros del complejo industrial de Ciudad Sahagún en Tepeapulco, Hidalgo, colocaron un busto de bronce en su honor. Y así surgieron y siguen apareciendo, incluso hoy en día, muestras de que aquel presidente quedó unido a la memoria mexicana.