Música sacra en la Nueva España, un compás mexicano para el ceremonial cristiano
Elemento fundamental para la evangelización y componente necesario de la puesta en escena ritual católica, la música sacra en la Nueva España está presente en el oído de las comunidades indias originarias desde el primer instante, ya sea como peculiar entonación del rezo, canto litúrgico o acompañamiento coral y/o melódico para diversos instantes del ceremonial cristiano. La concepción más amplia de la existencia, como aquellos frailes la imponen a los indígenas, está poblada de música. Los ecos de aquella religión muy pronto resonarán en tierras americanas.
En la Nueva España se verificaron usos que provenían del catolicismo y, en particular, del celo que la ortodoxia románico-apostólica halló en los dominios reales desde Isabel de Castilla y Fernando de Aragón hasta el rey Carlos I. Ese cristianismo propugna que la música es de hecho una forma de alabanza a su dios.
Fray Pedro de Gante imparte rudimentos musicales para los alumnos del Colegio de Texcoco a partir de 1524. Esos indígenas serán los siguientes músicos y docentes para innumerables iglesias. Aquel contenido pedagógico y devocional que componían los franciscanos reverberó después como salmodia, motete y solemne misa donde los misioneros se apostaran. Igual polifonía para autos sacramentales montaron agustinos, dominicos y jesuitas. Villancicos, cantigas y otras formas celebratorias, más del gusto popular, fueron desplazando al monótono canto llano o gregoriano y a la liturgia polifónica que sigue al órgano.
Así como su ejecución, los pueblos originarios aprendieron también la manufactura de instrumentos musicales. Órganos monumentales, violines, violas da braccio y gamba, bajos, laúdes, guitarras, arpas, flautas transversas y de pico, resonarán siglos coloniales junto a chirimías, clarines, sacabuches, cornos y trompetas.
La misma trama, mestizaje de sonoridades, se puede hallar no sólo en la música sino también en la literatura que se canta. Hay poéticas y narrativas que del Siglo de Oro español se repetirán en la lírica del gentío y el folclor en innumerables villas novohispanas. Los maestros de capilla en catedrales virreinales y el pueblo que adopta y adapta danzas para hacerlas baile son los responsables de estas castas musicales.