El muralismo y la Escuela Mexicana de Pintura
Por invitación del rector de la Universidad Nacional, el licenciado José Vasconcelos, algunos pintores como Diego Rivera y José Clemente Orozco, entre otros, fueron comisionados para ilustrar en los muros de la Secretaría de Educación Pública la historia de México. La Revolución mexicana garantizó la igualdad para los ciudadanos y, en términos constitucionales, el establecimiento de un sistema de educación laica y gratuita para toda la población del país.
Los desafíos impuestos por el analfabetismo, la precariedad producto de la guerra, el abandono de los sectores productivos y un bajo ritmo de producción económica fueron los ingredientes de un proyecto profundo de transformación social y cultural que fue atendido desde las artes. El muralismo mexicano como movimiento pictórico sólo fue el nombre de lo que resultó en el marco de un siglo el legado de la pintura nacional y de la narrativa histórica y cultural diversa, compleja y conflictiva. El muralismo no fue homogéneo, ni mucho menos una visión estética unilateral, sino una suma de condiciones de subvención, contratos y momentos en los que pintores, grabadores y artistas plásticos se sumaron a una ola de discursos que darían continuidad a los principios de la Revolución: repartición agraria, disolución de las empresas extractivistas y explotadoras, destrucción de sistemas de trata y trabajo forzado, emergencia de los sectores obrero y campesino y principalmente el nacimiento de un Estado-nación al que le pertenecía la voz del pueblo y de los grupos más desfavorecidos.
A este complejo discurso de la historia reciente apelaron varios de sus militantes y adeptos; los pintores y artistas revolucionarios, como se autonombraron, crearon los primeros sindicatos y agrupaciones que trabajaron orgánicamente con el gobierno para establecer la visión institucional de la Revolución mexicana. Bajo este contexto surge la Escuela Mexicana de Pintura como un acuerdo entre artistas cuyas prerrogativas serán las de destacar y representar los elementos constitutivos de la vida cotidiana, la sociedad y la cultura en formatos de caballete y escultura bajo un principio de transformación social y modernización. Esta colección es un conjunto de obras de pintura mural que, si bien no son exactamente del mismo periodo en el que fue pintada la sep, sí responden al legado que dejaron el muralismo y la Escuela Mexicana de Pintura.