Fue hasta mediados de 1822, durante el imperio de Agustín de Iturbide, cuando la academia se instaló de forma provisional en el antiguo edificio que ocupó el Tribunal de la Santa Inquisición y recibió como nombre oficial el de Academia de Cadetes, Academia de Ingenieros y Colegio Militar de México. Este centro de estudios estaba integrado por 16 alumnos, quienes entre otras materias tomaban las de dibujo, matemáticas, cálculo infinitesimal y adiestramiento. En septiembre de 1823, la fortaleza de San Juan de Ulúa, en Veracruz, se encontraba ocupada por un reducto de la guarnición española que se negaba a reconocer la Independencia mexicana. Ante esta situación, el general Guadalupe Victoria ordenó asediar la plaza, pero no se contaba con el personal suficiente para lograrlo. Pensando en que la salida de los españoles de aquel lugar se tardaría, propuso reunir a todos los cadetes favorables a la causa mexicana y enviarlos al Castillo de San Carlos, en Perote, para recibir educación militar. Así, el 11 de octubre se expidió un decreto mediante el cual se creó el Colegio Militar, cuya sede sería esta edificación, misma que se convertiría en el antecedente del Heroico Colegio Militar que conocemos en la actualidad.