Pioneros de la arqueología en México
La presente colección contiene recursos relacionados con la obra de cinco pioneros de la arqueología en México. Algunos de ellos realizaron expediciones a las áreas culturales prehispánicas incluso antes de la formalización de la arqueología como disciplina. Las personalidades aquí reunidas compartieron el deseo de saber más acerca de las comunidades del pasado a través del estudio de sus restos, como esqueletos, fósiles, pinturas, tejidos, objetos de cerámica, herramientas, monumentos y pirámides, entre otros.
A continuación se presentan unas breves semblanzas de los cinco personajes reunidos en este espacio.
José Antonio Alzate (1737-1799)
Nació en 1737 en Ozumba, Estado de México. Tuvo acceso a una educación privilegiada, abarcando conocimientos sobre campos diversos, entre ellos: filosofía, teología, astronomía, botánica, matemáticas y ciencias naturales, sobresaliendo su obra Descripción de las antigüedades de Xochicalco.
Carlos de Sigüenza y Góngora (1645-1700)
Polifacético pensador, historiador y escritor criollo que ocupó diversos cargos académicos y gubernamentales en la Nueva España. Fue profesor de matemáticas en la Academia Mexicana. En 1675 dirigió la exploración de Teotihuacan, que fue la primera excavación arqueológica realizada en México.
Leopoldo Batres (1852-1926)
Pionero de la arqueología moderna en México. Durante el Porfiriato realizó excavaciones en Teotihuacan, Estado de México; Monte Albán y Mitla en Oaxaca; La Quemada en Zacatecas; Xochicalco en Morelos, y en la Isla de los Sacrificios en Veracruz.
Alfonso Caso (1896-1970)
La mayor parte de su obra se centra en las culturas que habitaron el estado de Oaxaca. Sobresale su expedición a Monte Albán, cuyas excavaciones permitieron el descubrimiento de la Tumba 7, en donde se encontraron cerca de cien objetos pertenecientes a la cultura mixteca.
Manuel Gamio (1883-1960)
Reconocido como el padre de la antropología moderna en México. Como arqueólogo, exploró sitios como Teotihuacan, Cuicuilco y Zacatecas. En 1914, luego de excavar por las calles del centro de la capital mexicana, determinó la localización del Templo Mayor.