Frida Kahlo reivindicó la libertad sexual de la mujer tradicional en los años treinta y cuarenta. Se casó con el muralista Diego Rivera, pero esto no fue impedimento para que se relacionara con hombres y mujeres en diferente grado de intimidad y afecto. Según personas que han estudiado esta faceta de la pintora, las relaciones que mantuvo con otras mujeres estuvieron marcadas por la solidaridad, la exploración artística y la experimentación, en un mundo machista, heteropatriarcal y sometido a la norma. Entre los vínculos amorosos que tuvo con otras mujeres, destaca su relación con Jacqueline Lamba, esposa de André Breton, quien vivió con Kahlo y Rivera durante siete meses. Ambas compartían su vocación por el arte y un matrimonio con grandes artistas de la época. Además, tenían en común el haber jugado en su juventud con los roles de género al vestir, y su preocupación y problematización de la condición femenina. Asimismo, se sabe del vínculo que mantuvo con Georgia O’Keeffe, artista estadunidense casada con el pintor Alfred Stieglitz, las dos pintoras de carácter surrealista, emparentadas con hombres mayores, poderosos en el mundo del arte. Frida exploró su sexualidad, identidad de género y feminidad junto a otras mujeres, que también estaban sometidas a los modelos relacionales tradicionales. Ellas buscaban construir su propio lenguaje artístico a partir de la autorreferencia y la reflexión en torno a las inquietudes femeninas del momento.