lupa
Sociedad
Portadilla de <p>Industria eléctrica: primeros usos de la electricidad en México</p>

Industria eléctrica: primeros usos de la electricidad en México

La electricidad en México se aprovecha tardíamente al encontrarse lejos de los sitios donde se desarrolla su conocimiento y aplicación industrial. Para nuestro país el germen de aquella historia está en carriles paralelos, doméstico uno y público el otro. Las disposiciones oficiales determinan que los hogares capitalinos iluminen sus ventanas y portones al caer la noche. Minas y fábricas, apenas conseguida la independencia, comenzarán a usar avances de la ciencia para su producción.

El principio se encuentra en la invención en 1878 de una resistencia incandescente para uso doméstico, práctica y producida en serie, debida a Thomas Alva Edison. Es ese foco que todos reconocemos para iluminar las casas en el siglo xx. Pero el uso de energía eléctrica puede documentarse tan lejos como la noticia reseñada en medios novohispanos sobre los experimentos en campana de cristal para la fricción visible del inglés Stephen Gray, en 1740 y la pila del italiano Alessandro Volta hacia 1800. Aunque el alumbrado público es una preocupación anterior y de la Colonia.

En el otoño de 1763 el virrey Joaquín de Monserrat, Marqués de Cruillas, publica un bando donde ordena colocar una luz dentro de un farol en los balcones o ventanas de las casas todas las noches luego de vísperas (las oraciones al caer el sol) después de la queda (10 de la noche). Para 1787, la Real Audiencia establece que la iluminación deberá ser desde el toque de la oración hasta la medianoche.

Fuera del ámbito doméstico, la incipiente industrialización del siglo xix traerá consigo la mecanización de algunos procesos: el empleo de vapor y el aprovechamiento de la hidráulica, como ejemplos más claros. Para observar plantas hidroeléctricas habrá que esperar un siglo más. La mina el “Morán” en Real del Monte utilizó bombas de vapor, en 1826, para extraer agua de su excavación más profunda; la “Aurora Yucateca” de Valladolid, en 1833 comenzó a usar vapor para su fábrica textil. Sólo hasta 1835 la fuerza hidráulica se aprovecha en “La Constancia” de Puebla. Es justamente en los ríos Atoyac, Blanco y Magdalena (cuyos meandros están en Puebla, Veracruz y el Distrito Federal) donde hallaremos los primeros experimentos hidroeléctricos en México.