Sobre la presencia de la polka en otras esferas de la sociedad de la época, Nadia Belem González Pío menciona en su investigación “Historia Social de la Polka en México (1845-1910)” que: 

Si bien la historiografía de la música en México ha privilegiado los salones de baile de las clases altas como los espacios por excelencia en los que se ejecutaba la polka, el registro de su presencia en las Iglesias permite, por analogía etnográfica, sugerir su presencia también en las fiestas patronales de las localidades y en las ferias, con todo lo que estos eventos suponen en términos de intercambio no sólo comercial sino cultural. Asimismo, consideramos que las bandas de viento, al principio, y las orquestas típicas, más adelante, constituyeron ensambles que permitían el dialogismo entre los diferentes estratos sociales, toda vez que su presencia está registrada en los ámbitos más diversos. 

Una de las polkas más famosas compuestas en México lleva por título Las bicicletas. Publicada en 1893, fue escrita por Salvador Morlet, de cuya biografía se tienen pocos datos. La pieza está inspirada en lo novedoso que resultaba para la época el uso de aquel medio de transporte y su popularidad en la capital del país. La obra está incluida en la publicación Colección de Canciones Modernas, editada por Antonio Venegas Arroyo e ilustrada por José Guadalupe Posada. Las ocho polkas aquí reunidas forman parte del acervo histórico de la Orquesta Típica de la Ciudad de México, declarada en 2011 Patrimonio Cultural Inmaterial de la Ciudad de México.