Alcabalas en el siglo XIX
Tras la Independencia de México, al igual que sucedió con los ámbitos político y social, el ramo económico se enfrentó a múltiples dificultades y desajustes. Como suele suceder luego de un rompimiento como el que se llevó a cabo entre España y México, las autoridades se enfrentaron a la difícil tarea de reestructurar el sistema hacendario, el cual se encontraba con anterioridad en manos de la Corona. Esto explica por qué el sistema de alcabalas, impuesto a las transacciones mercantiles en el México colonial, seguiría vigente durante gran parte del siglo XIX.
Así como surgieron múltiples debates en el campo político por elegir la forma más conveniente de gobernar y organizar a la nación independiente, también se desataron las discusiones en torno a la mejor manera de administrarla. Las opciones para hacerlo dependían de los requerimientos de quienes detentaban el poder, ya fueran centralistas o federalistas. Fue en este contexto que se proyectó la eliminación y sustitución del cobro de este impuesto por un sistema de contribuciones directas. Pero tal idea se enfrentó a un serio problema: las alcabalas formaban el centro de las rentas de los estados y una parte considerable de los ingresos de la federación.
Los documentos que presentamos en esta colección son testimonio de los arduos debates sobre la desaparición de este impuesto, las posturas a favor y en contra de continuar con su cobro, no sólo por parte de las autoridades, sino de aquellos a quienes realmente afectaba el impuesto: los productores, expendedores y contratistas que tuvieron que involucrarse en las discusiones para defender sus intereses. Se dictaron leyes y ordenanzas a lo largo del siglo que promulgaron su abolición definitiva pero nunca se aplicaron por los perjuicios económicos que se ocasionarían. Finalmente, el impuesto desapareció, pero fue un proceso tan largo que las últimas discusiones sobre él se dieron ya entrado el siglo XX.