Fue así como, decreto emitido el 19 de julio de 1823, el Congreso ordenó reconocer a los precursores de la emancipación de México y la defensa de su soberanía, así como reunir sus restos para rendirles homenaje público. Esta tradición se consolidó a lo largo del siglo xix y resultó que al momento del deceso del entonces presidente de la República en 1872 se pusieron en práctica todas estas medidas con ahínco, por los distintos actos llevados a cabo por Juárez desde que inició su trayectoria política, pero, sobre todo, por la manera en la que enfrentó a los invasores franceses. De esta forma, se organizaron festejos de los aniversarios del natalicio y muerte y se decidió declararlo Benemérito de la Patria en Grado Heroico.

El documento en donde aparece asentado todo este ceremonial se encuentra resguardado por el Archivo General de la Nación; se compone de ocho artículos, entre los cuales se indican una serie de acciones que debían cumplirse con este propósito, como izar la Bandera Nacional el 21 de marzo de cada año, utilizar fondos federales para levantar una estatua conmemorativa, construir un sepulcro donde serían depositados sus restos, así como la concesión mensual para sus siete hijos, entre otras. De esta forma se consideró que el pueblo de México agradecía a este personaje que estuvo con ellos en las buenas y en las malas, y que a pesar de los momentos de adversidad siempre enarboló y defendió los ideales de democracia y la soberanía de nuestra nación.