La aprobación de la Convención sobre la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio por parte de las Naciones Unidas, el 9 de diciembre de 1948, fue un suceso relevante dentro del marco del derecho internacional porque “mostró la voluntad de convertir al aniquilamiento sistemático de grupos de población en un delito imprescriptible y extraterritorial”, pero también dejó fuera de su alcance a muchos grupos, sobre todo a aquellos surgidos de una motivación política. Según los expertos, ello provocó que esta herramienta no fuera útil durante muchos años; tan es así que algunas de las grandes matanzas que se han llevado a cabo, como la que sucedió en Ruanda, fueron en épocas relativamente recientes. Todos recordamos lo que pasó en el caso de los judíos durante la Alemania nazi; también el caso de la muerte sistemática de esclavos africanos cuando estaban sometidos a un terrible sistema de explotación en los Estados Unidos de los siglos xviii y xix. Sin embargo, hay muchos otros capítulos que se han pasado por alto pero que no pueden dejar de difundirse y, sobre todo, sancionarse. Para el año 2005, los jefes de Estado afirmaron que “cada Estado es responsable de proteger a su población del genocidio, los crímenes de guerra, la depuración étnica y los crímenes de lesa humanidad”, por lo que la conmemoración de este día es un granito de arena más para lograr terminar con este terrible delito.