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Severiano Sánchez Gutiérrez
Portadilla de <p>Severiano Sánchez Gutiérrez: Testimonio Jueves de Corpus</p>

Severiano Sánchez Gutiérrez: Testimonio Jueves de Corpus

Llegamos aquí desde las 3:30 p.m. o 4:00 p.m., y empezamos a organizarnos los contingentes. En esa entrada de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, se colocaron al menos tres personas porque hicimos una lista de orden de los contingentes. Entonces eran tres personas, entre ellos Joel Ortega y un servidor, simplemente para estar diciendo: “El número uno es Economía; el número dos es fulano; el número tres, facultad de tal; el número cuatro, Políticas; el número cinco, prepas”. 

Estoy hablando en desorden, pero esa era nuestra función, y obtener alguna información “A ver, busquen a los compañeros de tal escuela, ¿Dónde están? Levanten la mano, no pues están allá, compañeros”, porque luego iban y preguntaban “¿Dónde está mi contingente?”. Así estuvimos hasta al cuarto para las 5:00 p.m. Ya que vimos que el contingente llegaba más allá del canal porque les íbamos diciendo: “Recórranse, recórranse”. El Metro era un río de gente, y hay mucho transporte para esta zona de Azcapotzalco. El asunto es que a las 5:00 p.m. dijimos: “¡Ya, vámonos!, para que no nos agarre muy tarde la llegada al Monumento”. Había una diferencia de opiniones, entre ir al Zócalo o ir al Monumento a la Revolución. Nosotros elegimos ir al Monumento a la Revolución. Pero había gente que quería seguir de frente, y la raza caliente iba a volver a pasar lo que el 26 de julio en el 68, que la gente dijo: “¡Zócalo, Zócalo, Zócalo!”, y fue cuando estalló la represión y el movimiento, ese fue el origen del movimiento. Esta escuela tiene una historia muy peculiar porque aquí se dio una batalla el 23 de septiembre, toda la noche, hasta el 24 de septiembre del 68; porque, con todo respeto, a diferencia de la toma de la unam el 18 de septiembre —que llegó el Ejército, rodeó, los estudiantes levantaron la mano y salieron caminando. No hubo resistencia, corrieron hacia El Pedregal, hacia donde pudieron, y a los que pudieron agarrar, se los llevaron en camiones—. Aquí, como ya sabíamos que habían tomado la unam , y dos días antes, el 21 de septiembre, estaba la guerra en Voca 7, entonces nos dijeron “¡Bombas Molotov, piedras, varillas, palos, todo lo que sirva, pero de aquí no nos sacan!”. Esa fue la decisión, y se publicó “El Poli no entrega. Tómenlo, pero el Poli no entrega”. Para los politécnicos, estar en una escuela era cómo entrar a la posibilidad de un desarrollo personal y familiar.