Resonancias visuales y sonoras del agua
El agua es sin duda alguna el recurso natural más importante y la base de toda forma de vida. Para los artistas ha significado un motivo constante de inspiración, ya sea en la elaboración de paisajes acuáticos o en temas relacionados a ésta tal como sucede en las piezas seleccionadas que forman esta colección. Desde la gráfica, el grabado, la pintura, la escultura y la fotografía podemos observar elementos que le son propios e identifican al líquido vital, como es el caso de la hermosa obra El mar (1936) de Gabriel Fernández Ledesma, en la que un pequeño caracol colocado en el oído de una niña evoca su sonido inconfundible, mismo que aquí presentamos en dos audios: uno en su expresión marina y otro en el ruido que se genera al correr del agua, y ambos complementan las expresiones visuales como recurso de alimentación explotado por el hombre.
Este aspecto ha quedado plasmado para la posteridad en piezas de arte que hacen referencia a los pescadores, quienes se representan ataviados con las herramientas imprescindibles para realizar su labor, como puede observarse en la obra de Gabriel Guerra Un atarrayador (1875), quien sostiene una gran red a punto de ser lanzada, o como en la pintura de Rodrigo Gutiérrez en donde El pescador (1871) posee una rudimentaria caña de pescar; o simplemente podemos distinguir en un pequeño cesto el fruto del trabajo de Un pescador (1858) en la escultura de Agustín Franco. En el marco preciso de un espacio de nuestro país contamos con un grabado de Adolfo Mexiac que muestra el momento mismo en el que en conjunto los pescadores están realizando su trabajo en el lago de Pátzcuaro, al igual que lo hace, ahora en solitario, un hombre de pie en su pequeña barcaza, que fue dibujado por el famoso artista Ernesto el Chango Cabral en 1925 y que contrasta con un grabado de Amador Lugo en el que enormes barcos forman un contundente paisaje marino que evoca la actividad de la pesca a gran escala. Por último, en el ámbito de la fotografía artística, Maya Goded logra transmitir un sentimiento de tristeza al retratar la precariedad que rodea a los personajes de la imagen Vámonos a pescar langostinos.
