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Salteador de diligencias

Salteador de diligencias

 
 

Institución: Museo Nacional de Historia / Mediateca inah

En las primeras décadas del siglo xix, América Latina era todo un misterio para la población europea. Por ello, desde el viejo continente exploradores se embarcaban en expediciones para poder documentar todo aquello que pudiera parecerles exótico. Además de los escritos, los testimonios también eran de naturaleza visual: los llamados artistas viajeros capturaban en dibujos y pinturas lo que se presentaba ante sus ojos. A México llegó el alemán Johann Moritz Rugendas (1802-1858), entre cuyas piezas representativas se encuentra Salteador de diligencias, realizada el mismo año de su llegada a nuestro país, en 1831; en ella observamos a un hombre montado a caballo, ataviado de chaparreras y una chaqueta de color café que contrasta con su sombrero azul. No le vemos el rostro, está oculto detrás de un árbol en una posición que anuncia su pronto ataque, pues este personaje del costumbrismo robaba en los caminos o lugares despoblados.

 

Después de un primer viaje a Brasil en 1921, Rugendas regresó a América por recomendación de uno de los mayores expedicionarios de la historia, el también alemán Alexander von Humboldt, y pintó, además de detalles de la naturaleza, escenas que reflejaban los usos y costumbres de México. Acumuló un amplio catálogo de pinturas ejecutadas con una paleta de variados colores que capturan la riqueza visual de los entornos, mismos que dieron a conocer en Europa tanto los ambientes del campo como de las ciudades. Los tres años que pasó en México recorrió los estados Veracruz, Hidalgo, Ciudad de México, Morelia, Jalisco y Guerrero. En esta estancia pintó por primera vez óleos sobre cartón al aire libre con el objetivo de recrear los colores tal como se muestran en la naturaleza. Se calculan alrededor de dos mil obras realizadas en territorio nacional.

 

Este curioso personaje fue expulsado de nuestro país por encontrarse involucrado en una conspiración en contra del entonces presidente Anastasio Bustamante, por lo que dirigió sus pasos al sur del continente y recorrió Chile, Perú, Bolivia, Uruguay y Argentina. Regresó finalmente a Augsburgo en 1847, cargado de un extraordinario y vasto trabajo creativo que adquirió el rey Luis I de Baviera y que hoy forma parte fundamental de la memoria visual y artística sobre América Latina.

Material de apoyo:

Hernández Serrano, Federico, Juan Moritz Rugendas y su colección de pinturas costumbristas, en Anales del Instituto de Antropología e Historia, núm. 3, tomo ii, México. 1947.

 

Institución: Museo Nacional de Historia / Mediateca inah

En las primeras décadas del siglo xix, América Latina era todo un misterio para la población europea. Por ello, desde el viejo continente exploradores se embarcaban en expediciones para poder documentar todo aquello que pudiera parecerles exótico. Además de los escritos, los testimonios también eran de naturaleza visual: los llamados artistas viajeros capturaban en dibujos y pinturas lo que se presentaba ante sus ojos. A México llegó el alemán Johann Moritz Rugendas (1802-1858), entre cuyas piezas representativas se encuentra Salteador de diligencias, realizada el mismo año de su llegada a nuestro país, en 1831; en ella observamos a un hombre montado a caballo, ataviado de chaparreras y una chaqueta de color café que contrasta con su sombrero azul. No le vemos el rostro, está oculto detrás de un árbol en una posición que anuncia su pronto ataque, pues este personaje del costumbrismo robaba en los caminos o lugares despoblados.

Después de un primer viaje a Brasil en 1921, Rugendas regresó a América por recomendación de uno de los mayores expedicionarios de la historia, el también alemán Alexander von Humboldt, y pintó, además de detalles de la naturaleza, escenas que reflejaban los usos y costumbres de México. Acumuló un amplio catálogo de pinturas ejecutadas con una paleta de variados colores que capturan la riqueza visual de los entornos, mismos que dieron a conocer en Europa tanto los ambientes del campo como de las ciudades. Los tres años que pasó en México recorrió los estados Veracruz, Hidalgo, Ciudad de México, Morelia, Jalisco y Guerrero. En esta estancia pintó por primera vez óleos sobre cartón al aire libre con el objetivo de recrear los colores tal como se muestran en la naturaleza. Se calculan alrededor de dos mil obras realizadas en territorio nacional.

Este curioso personaje fue expulsado de nuestro país por encontrarse involucrado en una conspiración en contra del entonces presidente Anastasio Bustamante, por lo que dirigió sus pasos al sur del continente y recorrió Chile, Perú, Bolivia, Uruguay y Argentina. Regresó finalmente a Augsburgo en 1847, cargado de un extraordinario y vasto trabajo creativo que adquirió el rey Luis I de Baviera y que hoy forma parte fundamental de la memoria visual y artística sobre América Latina.

Material de apoyo:

Hernández Serrano, Federico, Juan Moritz Rugendas y su colección de pinturas costumbristas, en Anales del Instituto de Antropología e Historia, núm. 3, tomo ii, México. 1947.

 
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