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Repatriación de Alejandro de Miller

Repatriación de Alejandro de Miller

 
 

Institución: Archivo Histórico “Genaro Estrada”

Ésta es la historia del sonorense Alejandro de Miller, un mexicano que buscó al menos durante cuatro años regresar a México acompañado de su esposa Ruth Eva de Miller. En aquel mundo devastado por la segunda Guerra Mundial, cientos de mexicanos recurrían a los consulados pidiendo que se les facilitara el regreso a su patria; algunos de ellos habían pasado amargas estancias en campos de concentración o padecían la incertidumbre de no saber nada de sus familiares. El caso de Alejandro de Miller tiene un aura especial.

La documentación que nos ha permitido conocer su difícil situación pertenece al Archivo Genaro Estrada de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y aunque inicia en el año de 1946, apenas ocho meses después del fin de la guerra, por el contenido de los documentos podemos saber que los trámites se remontaban a algunos años atrás, sin obtener solución.

 

Con cierta desesperación, Alejandro de Miller escribe cartas aportando información para que el consulado le ayudara a tramitar su repatriación: señala su edad, lugar y fecha de nacimiento, el nombre y nacionalidad de sus padres —hijo de un norteamericano y de una alemana—. Todo lo anterior debido a que, al encontrarse en un peregrinaje en el extranjero, no tenía documentación legal con la cual comprobar su nacionalidad.

El 5 de febrero de 1848, el diplomático veracruzano Francisco del Río y Cañedo respondió a De Miller que la SRE no podría ayudarle, ya que tanto él como su esposa no viajaron al amparo del gobierno mexicano. La respuesta del sonorense fue todavía más expresiva al señalar que en México su cuñado les había hecho creer que se ocupaba del asunto y, al percatarse de lo contrario, De Miller volvió a insistir. A lo largo del expediente podemos leer que los funcionarios le repetían la ausencia de la documentación legal para comprobar su nacionalidad y sus actividades en Alemania durante la guerra.

 

De Miller, con la intención de aclarar por qué no tenían las pruebas necesarias de su nacionalidad, escribió otra carta en la que relató lo que pareciera una aventura fantástica que empieza con un breve recuento genealógico: dijo ser originario de Bacúm, Sonora, y que durante su infancia quedó huérfano y un tío lo llevó a vivir a Texas; a los 14 años empezó a trabajar en una compañía marítima. Tenía 14 años cuando en un viaje, a bordo de un barco inglés, le tocó la declaración de guerra que el presidente Manuel Ávila Camacho hizo a Alemania con motivo del ataque a unos buques mexicanos. En ese mismo viaje fue capturado por las fuerzas alemanas; pocos detalles da sobre su aprehensión, sólo menciona que tres semanas después fue puesto en libertad con la condición “de trabajar en Alemania hasta terminar la guerra”.

Agregó que desde entonces trabajó y estudió construcciones navales y que no pudo ingresar en el ejército alemán ya que tenía una herida en la cabeza.

 

Dedicó unas líneas para hablar brevemente de su matrimonio, el cual se celebró en junio de 1945. Hizo referencia a que después de ser examinados para saber si eran nazis o no, pasaron seis meses en el campo de concentración y que en marzo de 1946 los dejaron en libertad para comunicarse con el consulado mexicano, dando inicio a la travesía burocrática a la que ya hemos hecho referencia.

La respuesta del gobierno mexicano fue que no había documentación en los archivos de la Standard Oil, por lo que la asistencia no podría efectuarse. Finalmente, el 30 de septiembre de 1950, le hicieron llegar a De Miller unos cuestionarios y de nueva cuenta le solicitaron copias certificadas y una síntesis de sus actividades desarrolladas a partir de la última vez que pisó territorio mexicano; lo anterior puede leerse en el último documento del expediente, por lo que no sabemos cuál fue el desenlace de la historia.

 

En 45 fojas logramos conocer parte de la vida de dos individuos mexicanos que insistieron en volver a México después de haber vivido la guerra tan de cerca; y también se conservan dos pasaportes en los que perfectamente se aprecian sus rostros, además de iluminarlos con las descripciones de las identificaciones expedidas por oficiales soviéticos —ambos con cabello claro y ojos azules—. Así pues, este pequeño expediente es apenas una muestra de tantos obstáculos diarios que después de un suceso como una guerra, hombres y mujeres tuvieron que enfrentar.

Material de apoyo:
“El jefe del Ejecutivo solicitó facultades al Congreso de la Unión para declarar el Estado de Guerra contra el Eje”, en El Nacional (29 de mayo de 1942). Disponible aquí.

Hernández Ponce, Manuel Alejandro, “México frente a la crisis económica y la amenaza de la Segunda Guerra Mundial: La controversia racial y de ciudadanía (1930-1942)”, en Revista de El Colegio de San Luis, nueva época, año V, núm. 10 (julio a diciembre de 2015). Descargable aquí (519 KB).

 

Institución: Archivo Histórico “Genaro Estrada”

Ésta es la historia del sonorense Alejandro de Miller, un mexicano que buscó al menos durante cuatro años regresar a México acompañado de su esposa Ruth Eva de Miller. En aquel mundo devastado por la segunda Guerra Mundial, cientos de mexicanos recurrían a los consulados pidiendo que se les facilitara el regreso a su patria; algunos de ellos habían pasado amargas estancias en campos de concentración o padecían la incertidumbre de no saber nada de sus familiares. El caso de Alejandro de Miller tiene un aura especial.

La documentación que nos ha permitido conocer su difícil situación pertenece al Archivo Genaro Estrada de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y aunque inicia en el año de 1946, apenas ocho meses después del fin de la guerra, por el contenido de los documentos podemos saber que los trámites se remontaban a algunos años atrás, sin obtener solución.

Con cierta desesperación, Alejandro de Miller escribe cartas aportando información para que el consulado le ayudara a tramitar su repatriación: señala su edad, lugar y fecha de nacimiento, el nombre y nacionalidad de sus padres —hijo de un norteamericano y de una alemana—. Todo lo anterior debido a que, al encontrarse en un peregrinaje en el extranjero, no tenía documentación legal con la cual comprobar su nacionalidad.

El 5 de febrero de 1848, el diplomático veracruzano Francisco del Río y Cañedo respondió a De Miller que la SRE no podría ayudarle, ya que tanto él como su esposa no viajaron al amparo del gobierno mexicano. La respuesta del sonorense fue todavía más expresiva al señalar que en México su cuñado les había hecho creer que se ocupaba del asunto y, al percatarse de lo contrario, De Miller volvió a insistir. A lo largo del expediente podemos leer que los funcionarios le repetían la ausencia de la documentación legal para comprobar su nacionalidad y sus actividades en Alemania durante la guerra.

De Miller, con la intención de aclarar por qué no tenían las pruebas necesarias de su nacionalidad, escribió otra carta en la que relató lo que pareciera una aventura fantástica que empieza con un breve recuento genealógico: dijo ser originario de Bacúm, Sonora, y que durante su infancia quedó huérfano y un tío lo llevó a vivir a Texas; a los 14 años empezó a trabajar en una compañía marítima. Tenía 14 años cuando en un viaje, a bordo de un barco inglés, le tocó la declaración de guerra que el presidente Manuel Ávila Camacho hizo a Alemania con motivo del ataque a unos buques mexicanos. En ese mismo viaje fue capturado por las fuerzas alemanas; pocos detalles da sobre su aprehensión, sólo menciona que tres semanas después fue puesto en libertad con la condición “de trabajar en Alemania hasta terminar la guerra”.

Agregó que desde entonces trabajó y estudió construcciones navales y que no pudo ingresar en el ejército alemán ya que tenía una herida en la cabeza.

Dedicó unas líneas para hablar brevemente de su matrimonio, el cual se celebró en junio de 1945. Hizo referencia a que después de ser examinados para saber si eran nazis o no, pasaron seis meses en el campo de concentración y que en marzo de 1946 los dejaron en libertad para comunicarse con el consulado mexicano, dando inicio a la travesía burocrática a la que ya hemos hecho referencia.

La respuesta del gobierno mexicano fue que no había documentación en los archivos de la Standard Oil, por lo que la asistencia no podría efectuarse. Finalmente, el 30 de septiembre de 1950, le hicieron llegar a De Miller unos cuestionarios y de nueva cuenta le solicitaron copias certificadas y una síntesis de sus actividades desarrolladas a partir de la última vez que pisó territorio mexicano; lo anterior puede leerse en el último documento del expediente, por lo que no sabemos cuál fue el desenlace de la historia.

En 45 fojas logramos conocer parte de la vida de dos individuos mexicanos que insistieron en volver a México después de haber vivido la guerra tan de cerca; y también se conservan dos pasaportes en los que perfectamente se aprecian sus rostros, además de iluminarlos con las descripciones de las identificaciones expedidas por oficiales soviéticos —ambos con cabello claro y ojos azules—. Así pues, este pequeño expediente es apenas una muestra de tantos obstáculos diarios que después de un suceso como una guerra, hombres y mujeres tuvieron que enfrentar.

Material de apoyo:

“El jefe del Ejecutivo solicitó facultades al Congreso de la Unión para declarar el Estado de Guerra contra el Eje”, en El Nacional (29 de mayo de 1942). Disponible aquí.

Hernández Ponce, Manuel Alejandro, “México frente a la crisis económica y la amenaza de la Segunda Guerra Mundial: La controversia racial y de ciudadanía (1930-1942)”, en Revista de El Colegio de San Luis, nueva época, año V, núm. 10 (julio a diciembre de 2015). Descargable aquí (519 KB).

 

 

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