lupa
Parque deportivo para niños primavera

Parque deportivo para niños primavera

 
 

El objeto destacado que nos ocupa en esta ocasión podría parecer a simple vista la fotografía de una calle casi desolada, con un parque de juegos infantiles como muchos otros que todavía existen en la Ciudad de México. Sin embargo, esta imagen del año 1944, resguardada por el Museo Archivo de la Fotografía, nos cuenta una historia mucho más amplia y compleja pues podría considerarse el resumen del lugar que ocuparon los niños en el proyecto posrevolucionario del Estado mexicano en sus primeras etapas.

Los gobiernos establecidos tras la lucha armada de 1910 se aproximaron a la infancia como una nueva clase social, lo que tuvo como consecuencia una inmensa ampliación de las zonas de juego, tanto en la Ciudad de México como en el resto de la nación, entre 1940 y 1970. Esto también repercutió en el ordenamiento de la vivienda pues se incluyó en su planificación la necesidad de integrar áreas de juegos infantiles.

 

Así, el Estado pudo lograr un contacto más estrecho con una población heterogénea, con diferencias étnicas, educativas, geográficas y culturales. Las mejoras en la infraestructura escolar, y en especial la lúdica en el espacio público, así como los programas de construcción y saneamiento que comprendían a todo el país, a pesar de las diferencias regionales y sociales que esto implicaba, materializaron a los ojos de la población las promesas de la Revolución. Además, la idea de integrar a las clases populares a una dinámica en la que ya no sólo existiera el trabajo cotidiano sino también momentos de esparcimiento formó parte del nuevo discurso gubernamental.

 

Esta fotografía, donde podemos apreciar los clásicos columpios, una enorme resbaladilla, a varios niños haciendo uso de ellos y uno más fuera del parque, sin zapatos, dudando de si entrar o no a jugar como los demás, es un ejercicio de memoria para cada uno de nosotros. Vayamos a la caja de recuerdos, a los álbumes del librero o a la galería de nuestro celular. Seguramente nos encontraremos a nosotros mismos, a nuestros padres o tíos, a nuestros hermanos o sobrinos, a nuestras hijas o vecinas haciendo uso de alguno de estos juegos durante su infancia, con una gran sonrisa en el rostro, con algún raspón en la rodilla, o con la timidez y la expectación del niño descalzo de esta fotografía

Material de apoyo:

Gülgönen, Tuline, Jugar la ciudad. Reimaginar los espacios públicos urbanos de juego para la infancia en la Ciudad de México, México, Laboratorio para la Ciudad, 2016, 108 pp.

Solano Rojas, Aldo, Playgrounds del México moderno, México, Promotora Cultural Cubo Blanco/Fundación Jumex, 2018, 172 pp.

 

El objeto destacado que nos ocupa en esta ocasión podría parecer a simple vista la fotografía de una calle casi desolada, con un parque de juegos infantiles como muchos otros que todavía existen en la Ciudad de México. Sin embargo, esta imagen del año 1944, resguardada por el Museo Archivo de la Fotografía, nos cuenta una historia mucho más amplia y compleja pues podría considerarse el resumen del lugar que ocuparon los niños en el proyecto posrevolucionario del Estado mexicano en sus primeras etapas.

Los gobiernos establecidos tras la lucha armada de 1910 se aproximaron a la infancia como una nueva clase social, lo que tuvo como consecuencia una inmensa ampliación de las zonas de juego, tanto en la Ciudad de México como en el resto de la nación, entre 1940 y 1970. Esto también repercutió en el ordenamiento de la vivienda pues se incluyó en su planificación la necesidad de integrar áreas de juegos infantiles.

Así, el Estado pudo lograr un contacto más estrecho con una población heterogénea, con diferencias étnicas, educativas, geográficas y culturales. Las mejoras en la infraestructura escolar, y en especial la lúdica en el espacio público, así como los programas de construcción y saneamiento que comprendían a todo el país, a pesar de las diferencias regionales y sociales que esto implicaba, materializaron a los ojos de la población las promesas de la Revolución. Además, la idea de integrar a las clases populares a una dinámica en la que ya no sólo existiera el trabajo cotidiano sino también momentos de esparcimiento formó parte del nuevo discurso gubernamental.

Esta fotografía, donde podemos apreciar los clásicos columpios, una enorme resbaladilla, a varios niños haciendo uso de ellos y uno más fuera del parque, sin zapatos, dudando de si entrar o no a jugar como los demás, es un ejercicio de memoria para cada uno de nosotros. Vayamos a la caja de recuerdos, a los álbumes del librero o a la galería de nuestro celular. Seguramente nos encontraremos a nosotros mismos, a nuestros padres o tíos, a nuestros hermanos o sobrinos, a nuestras hijas o vecinas haciendo uso de alguno de estos juegos durante su infancia, con una gran sonrisa en el rostro, con algún raspón en la rodilla, o con la timidez y la expectación del niño descalzo de esta fotografía

Material de apoyo:

Gülgönen, Tuline, Jugar la ciudad. Reimaginar los espacios públicos urbanos de juego para la infancia en la Ciudad de México, México, Laboratorio para la Ciudad, 2016, 108 pp.

Solano Rojas, Aldo, Playgrounds del México moderno, México, Promotora Cultural Cubo Blanco/Fundación Jumex, 2018, 172 pp.

 
Otros destacados
Otros destacados

Mostrar

por página