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Cráter del volcán de Tuxtla

Cráter del volcán de Tuxtla

 
 

Institución: Archivo General de la Nación, agn

La fecha de creación del objeto que nos ocupa, 1873, coincide con el evento natural al que refiere. Consideremos que entonces no existía la fotografía y por ello era necesario dibujar a fin de obtener un registro visual de aquellos acontecimientos importantes; en este caso se trata de la erupción del volcán mexicano Tuxtla; por tanto, se echaba mano de la ilustración para poder dejar un testimonio de un hecho que sorprendió a los habitantes de los pueblos aledaños. Tal como consta en la imagen, la expulsión de fuego fue potente y la dispersión de centellas salían en todas direcciones. Los científicos de la época, como el botánico José Mariano Muziño (1757-1820), solían ir acompañados por jóvenes dibujantes, egresados de la recién creada Academia de San Carlos, entre ellos: Anastasio Echeverría y Godoy y Vicente de la Cerda, quienes acudían, por orden del entonces virrey Juan Vicente de Güemes, a observar el fenómeno y dejar descriptivas imágenes que eran más parte del informe que una obra plástica en sí.

 

Podemos observar en la inscripción situada en la parte baja datos de la investigación que enriquecen la lectura y le dan sentido a la pieza, en la que podemos ver la ráfaga de fuego que surge verticalmente del cráter, envuelta por una espesa fumarola de tonalidad gris oscuro que armoniza con otras formaciones rocosas que dan paso al fondo, en donde se puede notar el apacible mar y el cielo azul. Cuando el equipo arribó al lugar, el volcán se mantenía aún activo (las erupciones más contundentes ocurrieron el 2 de marzo, el 22 de mayo y el 28 de junio) lo que les permitió establecer mediciones de temperatura y describir la lluvia de ceniza provocada por la nube volcánica, resultando en un reporte visual detallado, mismo que fue enviado a las autoridades de la Nueva España y conservado en el Archivo de la Secretaría del Virreinato.

 

Los científicos y artistas tenían experiencia en estas actividades gracias a que habían formado parte de la Real Expedición Botánica de la Nueva España en 1787 ordenada por Carlos III, conocido como el rey ilustrado por su preocupación por documentar las riquezas naturales de sus colonias en el Nuevo Mundo. Derivado de ésta se generaron varias colecciones que contaron con más de dos mil ilustraciones, la mayoría de ellas de flora y fauna. Finalmente, consideramos que resulta muy interesante el que la obra no cuente con la firma de su autor y se le adjudique su creación al botánico José Mariano Muziño, lo cual cobra sentido por todo lo antes expuesto.

 

Material de apoyo:

Loera y Chávez de Esteinou, Margarita, José Mariano Mociño, Patrimonio Cultural y Artístico del Estado de México, 1978.

 

Institución: Archivo General de la Nación, agn

La fecha de creación del objeto que nos ocupa, 1873, coincide con el evento natural al que refiere. Consideremos que entonces no existía la fotografía y por ello era necesario dibujar a fin de obtener un registro visual de aquellos acontecimientos importantes; en este caso se trata de la erupción del volcán mexicano Tuxtla; por tanto, se echaba mano de la ilustración para poder dejar un testimonio de un hecho que sorprendió a los habitantes de los pueblos aledaños. Tal como consta en la imagen, la expulsión de fuego fue potente y la dispersión de centellas salían en todas direcciones. Los científicos de la época, como el botánico José Mariano Muziño (1757-1820), solían ir acompañados por jóvenes dibujantes, egresados de la recién creada Academia de San Carlos, entre ellos: Anastasio Echeverría y Godoy y Vicente de la Cerda, quienes acudían, por orden del entonces virrey Juan Vicente de Güemes, a observar el fenómeno y dejar descriptivas imágenes que eran más parte del informe que una obra plástica en sí.

Podemos observar en la inscripción situada en la parte baja datos de la investigación que enriquecen la lectura y le dan sentido a la pieza, en la que podemos ver la ráfaga de fuego que surge verticalmente del cráter, envuelta por una espesa fumarola de tonalidad gris oscuro que armoniza con otras formaciones rocosas que dan paso al fondo, en donde se puede notar el apacible mar y el cielo azul. Cuando el equipo arribó al lugar, el volcán se mantenía aún activo (las erupciones más contundentes ocurrieron el 2 de marzo, el 22 de mayo y el 28 de junio) lo que les permitió establecer mediciones de temperatura y describir la lluvia de ceniza provocada por la nube volcánica, resultando en un reporte visual detallado, mismo que fue enviado a las autoridades de la Nueva España y conservado en el Archivo de la Secretaría del Virreinato.

 

Los científicos y artistas tenían experiencia en estas actividades gracias a que habían formado parte de la Real Expedición Botánica de la Nueva España en 1787 ordenada por Carlos III, conocido como el rey ilustrado por su preocupación por documentar las riquezas naturales de sus colonias en el Nuevo Mundo. Derivado de ésta se generaron varias colecciones que contaron con más de dos mil ilustraciones, la mayoría de ellas de flora y fauna. Finalmente, consideramos que resulta muy interesante el que la obra no cuente con la firma de su autor y se le adjudique su creación al botánico José Mariano Muziño, lo cual cobra sentido por todo lo antes expuesto.

Material de apoyo:

Loera y Chávez de Esteinou, Margarita, José Mariano Mociño, Patrimonio Cultural y Artístico del Estado de México, 1978.

 
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