La Revolución Industrial en el siglo xviii planteó nuevos retos para esa dependencia productiva que llegaba con las máquinas. Así, la tracción animal fue sustituida por potentes calderas de vapor impulsadas por carbón. A finales del siglo xix, una nueva fase de tecnificación introdujo el petróleo y la electricidad. En el campo de la electricidad Thomas Alva Edison y Nikola Tesla buscaron alternativas más eficientes para iluminar las grandes ciudades del mundo.
En México, un fuerte desarrollo industrial comenzó en el último cuarto del siglo xix. En ese momento, el paisaje de la Ciudad de México, Monterrey, Puebla y Guadalajara dibujó una silueta nueva en el horizonte con la instalación de chimeneas, los primeros tendidos eléctricos y la peculiar arquitectura de fábricas y otros rubros industriales. Por ejemplo, durante la presidencia de Manuel González (1880-1884), fue introducida la luz eléctrica en el Castillo de Chapultepec y Palacio Nacional.