Detrás de las imponentes y fantásticas estructuras plasmadas en las “propas” se esconde una historia de apropiación tecnológica por parte de quienes montaban los sonidos con los recursos disponibles: fabricaban sus propios altavoces y bafles, adaptaban motores de electrodomésticos para la movilidad de su iluminación y modificaban equipos electrónicos para lograr una reproducción de la música en alta fidelidad.

La comunidad se reunía para organizar bailes y, ante la necesidad, construir sus propios equipos, lo que demuestra una autonomía única en la creación de sus herramientas y desarrollo de tecnologías alrededor de la filosofía "Hazlo tú mismo", el estilo de vida que se aprende en las periferias.

Con el paso del tiempo, las fiestas proporcionaron a los pioneros recursos necesarios para adquirir equipos de línea y mayor calidad, por lo que estos sonidos crecieron hasta convertirse en grandes productoras de eventos musicales, lo que sin duda refleja la capacidad de la sociedad para resistir económicamente y prosperar.