La movida discotheque, iniciada por las tocadas de los sonidos disco, también conocidos como equipos de luz y sonido, surge como la respuesta mexicana a la cultura de la música electrónica bailable originada en Europa y los Estados Unidos en la década de 1970. Las raíces del movimiento se encuentran en el auge de la música disco, popularizada en la radio de la Ciudad de México. En los ochenta fue sucedida por el glamur de los ritmos asociados al high energy para concluir en la radicalidad de subgéneros techno a los que nombraron industrial a razón de los múltiples diseños con engranes en las portadas de discos lanzados a principios de los noventa.
Parte de la identidad de estos géneros musicales está ligada a la manera en la que se bailaban aquí en México: la música disco fue influenciada por los pasos de baile presentados en la película Vaselina. Más adelante, el high energy se destacaba por ser una creación original que fusionaba movimientos de jazz, desafiando a los bailarines a mostrar sus mejores pasos ante espectadores que formaban círculos a su alrededor. En cuanto a los ritmos familiares al new beat, el baile tenía un estilo libre, donde se simulaban golpes y patadas al aire; cuando el hard core cobraba vida, los círculos de slam se apoderaban de la fiesta.