Carlos Ortega Ibarra

Escuela Primaria Emiliano Zapata

Al norte de la Ciudad de México, en la colonia Industrial, hay una calle llamada la Fundidora de Monterrey. El número 179 corresponde al edificio de la Escuela Primaria Emiliano Zapata, construido hace 91 años. Desde 2018, el inmueble es considerado Monumento Artístico Nacional debido al valor estético y al grado de innovación tecnológica de la obra.

En 1932, la colonia Industrial rebasaba el primer lustro de haber sido fundada en los terrenos fraccionados de la Hacienda de los Ahuehuetes, cuando el Gobierno del Distrito Federal destinó un lote para la construcción de una escuela que recibió a niños y niñas que vivían en la zona y a quienes llegaron en las siguientes décadas como parte del proceso de colonización del norte de la ciudad.

El edificio de concreto armado y tabique sobresalió en un paisaje en donde predominaban haciendas, ranchos, pueblos y pequeñas colonias. El objetivo del joven arquitecto Juan O’Gorman era proporcionar escuelas cómodas e higiénicas a los asentamientos que se encontraban en la periferia, evitando adornos y decorados que aumentaran el costo de la obra.

El inmueble tenía la capacidad de albergar a mil estudiantes, distribuidos en 20 salones ubicados en dos plantas. Idealmente, cada salón recibiría hasta 50 alumnos. El edificio tuvo una planta en forma de E para facilitar la expansión de la escuela de acuerdo con el aumento esperado de la población en edad escolar.

La escuela contó con biblioteca, cocina-comedor, enfermería, sala de juntas, dirección, excusados y regaderas para niñas y niños. Para garantizar el funcionamiento adecuado del edificio, que se asemejaba a una máquina, éste tuvo instalaciones eléctricas y sanitarias, drenaje, agua potable y ventilación de los salones mediante albañales y ventanas movibles.

En el interior de la escuela, en el rellano de la escalera principal, el artista de origen estadunidense, Pablo O'Higgins, siendo fiel a su militancia comunista, realizó una serie de murales para denunciar la explotación infantil en las fábricas y la influencia nociva del clero sobre el pensamiento de niñas y niños.

Escuela Primaria Carlos A. Carrillo

En la esquina que conforman la calzada de Tlalpan (en dirección hacia el sur) y la avenida Municipio Libre se encuentra la Escuela Primaria Carlos A. Carrillo, construida en 1932 como parte del proyecto de arquitectura escolar ideado por Juan O'Gorman para los pueblos y colonias populares del Distrito Federal que carecían de escuelas primarias.

En la prensa de la época se decía que el Distrito Federal carecía de escuelas para atender a la creciente población infantil. Periódicos como Excélsior o El Universal hablaban de 30 mil infantes sin aulas. Para la sep la solución se hallaba en la construcción de nuevos edificios y en la reparación de los que se encontraban en mal estado.

Según datos de la sep, menos del 30% de las escuelas estaban en buenas condiciones. Esta situación era el resultado de una política que había dado prioridad a la construcción de unos cuantos edificios costosos que correspondían, a decir de la propia Secretaría de Educación, a “los ideales de boato de una casta privilegiada”.

La colonia Portales, que fue fundada en 1914 en los terrenos fraccionados de la Hacienda de Nuestra Señora de la Soledad de los Portales, tenía 1,600 habitantes aproximadamente y una escuela primaria, pero en las fotografías de la década de los treinta puede observarse que los salones, construidos con láminas de madera, estaban en ruinas.

En 1932, O'Gorman encabezó la construcción de una nueva escuela primaria en la colonia Portales. Gracias al plan trazado, que obedeció a la realización de módulos estandarizados a la manera de la producción industrial, la escuela pudo contar con 35 salones distribuidos en dos plantas y con capacidad para albergar hasta 1,750 estudiantes.

En sus muros, los pintores Roberto Reyes, Jesús Guerrero Galván, Máximo Pacheco, Manuel Anaya y Raúl Anguiano representaron la lucha de clases y la acción transformadora de la escuela.

Escuela Primaria Pedro María Anaya

San Simón Ticumac es uno de los pueblos originarios de la alcaldía Benito Juárez, al sur de la Ciudad de México, en colindancia con la colonia Portales. Sobre la calle Pascual Ortiz Rubio hay un muro con una serie de orificios en la parte superior; se trata del muro ciego de la Escuela Primaria Pedro María Anaya, construida en 1932 en el centro del pueblo.

Los orificios, que ahora parecen círculos extraños sin utilidad, corresponden a los ductos de aire de los edificios escolares diseñados por Juan O'Gorman. Su función consistía en permitir la salida de las aulas del aire caliente o viciado. Estos ductos (o albañales) formaban un sistema de ventilación natural junto con las ventanas y las puertas.

Juan O’Gorman introdujo estos albañales en las aulas de los edificios escolares funcionalistas porque eran una forma económica de conservar la salud del estudiantado durante la jornada escolar. Se esperaba que, en cada salón, de 54 m2, pudieran congregarse hasta 50 infantes.

Aunque la construcción era más pequeña porque correspondía a la categoría de escuela para pueblo (en San Simón no había más de 900 habitantes), también tuvo biblioteca, salón de actos, servicio médico, gimnasio, cocina-comedor, sanitarios y regaderas; además de una serie de pinturas murales realizadas por el artista Roberto Reyes Pérez, quien denunció la influencia nociva de la religión en la mentalidad infantil.

La nueva escuela, con sus modernas instalaciones, se distinguió de las casas de adobe y tejamanil de los campesinos que vivían en el pueblo de San Simón. Para la sep, las recientes construcciones escolares, que garantizaban la salud de los estudiantes, obedecían a un plan intensificador del “esfuerzo cultural en los campos”.

Escuela Melchor Ocampo

El barrio de La Concepción, dedicado desde los primeros años de la colonización española a la Virgen de La Concepción, es una de las zonas aledañas a la alcaldía de Coyoacán. Ahí O’Gorman dirigió la construcción de la Escuela Primaria Melchor Ocampo con el objetivo de difundir la “educación urbana” en los pueblos y colonias populares.

Según el censo de 1930, en la villa de Coyoacán, en donde se encuentra el barrio de La Concepción, vivían más de 16 mil personas. Era la tercera villa más poblada del Distrito Federal, aunque muy lejos del millón de habitantes de la Ciudad de México. El 28% de los coyoacanenses no sabía leer ni escribir, pero en Iztapalapa, Milpa Alta y Cuajimalpa el analfabetismo se acercaba al 50% de la población.

En la misma manzana se encuentran dos edificios escolares que tienen el nombre de Melchor Ocampo y Héroes de Churubusco. Inicialmente, ambas escuelas compartieron el predio y, al parecer, hasta el nombre. El primer inmueble tiene la planta en forma de W y el segundo en T, siendo esta última similar a la de la escuela del pueblo de San Simón.

Los dos edificios tenían aulas, biblioteca, servicio médico, cocina-comedor, gimnasio, sanitarios y regaderas, además de contar con infraestructura eléctrica y sanitaria moderna. La construcción de la escuela Héroes de Churubusco (para niños) era completamente nueva y tenía más salones que la Melchor Ocampo (para niñas), pero, en conjunto, podían recibir a 1,100 estudiantes.

El artista Julio Castellanos, quien también se distinguió como escenógrafo, realizó una serie de murales en el rellano de la escalera principal y en el corredor de la escuela Héroes de Churubusco. En los frescos, realizados en 1933, los niños campesinos y trabajadores (y una que otra niña) desafían a la Iglesia católica a través del juego.

Escuela Álvaro Obregón

Al sureste de la Ciudad de México, entre el mercado de Jamaica y la Jardín Balbuena, se encuentra la colonia Álvaro Obregón. Sobre la Avenida del Taller (hace cien años conocida como Calzada de la Resurrección) está la escuela primaria Estado de Tamaulipas, que inicialmente fue una pequeña zona de llanos dedicada a la realización de prácticas de vuelo.

En los años treinta del siglo xx la Ciudad de México había superado el millón de habitantes y seguía expandiéndose hacia los cuatro puntos cardinales. Era considerada uno de los centros culturales más importantes de América Latina y tenía uno de los índices de analfabetismo más bajos del D.F. Aun así, 20% de la población capitalina no sabía leer ni escribir.

La sep dividió las escuelas del proyecto de O'Gorman en dos categorías: para centros de mayor población y para pueblos. La escuela de la colonia Álvaro Obregón perteneció a la segunda categoría. Era de una sola planta en forma de T y tenía la infraestructura eléctrica y sanitaria indispensable para su funcionamiento.

La escuela se encontraba en los límites de la Ciudad de México, que desde 1929 correspondía al Departamento Central del Distrito Federal. Éstos estaban constituidos por haciendas, rancherías, pueblos y colonias apenas fundadas, por lo que las fotografías de la época sitúan a la escuela Álvaro Obregón en un entorno despoblado.

La zona en donde la escuela fue construida en 1932 era conocida como los llanos de la ex hacienda de Balbuena, que perteneció al poderoso empresario Thomas Braniff, cuyo hijo Alberto realizó las primeras pruebas de vuelo en avión al iniciar el siglo xx. En esos llanos se desarrolló la aviación nacional; ahí se construyó en 1929 el primer Puerto Aéreo Central.

Escuela Xochimilco

En 1932, Xochimilco tuvo una escuela funcionalista por menos de 48 mil pesos. Con biblioteca, servicio médico, sanitarios, regaderas, instalación eléctrica, agua potable, drenaje y 10 salones de clase, esperaba recibir a 500 niños y niñas. Su planta en T era igual a las escuelas Melchor Ocampo, Pedro María Anaya y Álvaro Obregón. Sin embargo, la arquitectura funcionalista no fue aceptada por todos.

Las escuelas de O’Gorman recibieron críticas de arquitectos e ingenieros como Manuel Amabilis, Federico Mariscal, Silvano Palafox y Raúl Castro Padilla, quienes las calificaron de feas, pobres, sin imaginación, poco originales, imitaciones del extranjero y ajenas a la historia de México. Para ellos, la arquitectura funcionalista significaba la destrucción de las tradiciones artísticas y la irrupción de las masas.

En la nueva estética la belleza se encontraba en el funcionamiento de las cosas, en su capacidad para satisfacer las necesidades de las personas siguiendo la fórmula del máximo rendimiento por el mínimo de inversión. O’Gorman afirmó que aquello que nos proporciona el mayor servicio es lo que más nos gusta. Ése fue el objetivo de la escuela primaria construida en el centro de Xochimilco en 1932.

En el censo de 1930, la cabecera de Xochimilco era considerada una ciudad de 11,600 habitantes. Este número era menor que en las villas de Azcapotzalco y Coyoacán, y, por supuesto, en la Ciudad de México. Pero el analfabetismo era de 35%, similar al de Tlalpan e Iztacalco, que tenían la mitad de población de esa delegación. Aquella era una zona predominantemente lacustre que se distinguía por la permanencia de las chinampas como sistema agrícola. Algunos años después fue declarada zona típica y pintoresca por el gobierno de Lázaro Cárdenas, como una estrategia para atraer el turismo. En materia de arquitectura, se estableció que las construcciones tendrían que estar “de acuerdo con el estilo arquitectónico general de la zona”, en contradicción con la arquitectura funcionalista.