El informe de Manuel Gamio acerca de los resultados de la
expedición en Chalchihuites apareció publicado en 1910 bajo
el título “Los monumentos arqueológicos de las inmediaciones
de Chalchihuites, Zacatecas” en los Anales del Museo Nacional
de Arqueología, Historia y Etnografía.
En él explicaba el proceso que utilizó para la excavación de las ruinas. También
realizó dos croquis en donde muestra el principal grupo de montículos en la
superficie de Alta Vista, así como la planta arquitectónica de los edificios y
elementos constructivos que excavó, a los que nombró Salón de las Columnas,
Terrazas y escaleras orientales y Departamentos y escaleras occidentales.
Realizó una detallada descripción del Salón de las Columnas, en la que indicó la
disposición, los materiales y las técnicas constructivas, y expuso observaciones
interesantes, como el uso de estacas de madera, las cuales estaban incrustadas
en los materiales que cubrían los muros, a manera de refuerzo en paredes y
cimientos de Salón.
Según Gamio, el Salón fue enterrado intencionalmente, ya que los accesos estaban
clausurados y en la parte exterior había una gran cantidad de tierra que formaba
los taludes de los montículos. Al interior del mismo, reportó el hallazgo de
almenas y otros elementos arquitectónicos, como las 28 columnas. Éstas
antiguamente sostenían una techumbre que en alguna época fue retirada y se
rellenó con tierra hasta el remate de sus muros perimetrales.
En opinión de Gamio, antes de que el Salón fuera enterrado, en el interior
ocurrió un incendio; esto lo dedujo por las huellas de fuego que encontró en
piso y muros, así como por la presencia de cenizas, maderos carbonizados y
algunos restos óseos semiincinerados en los depósitos removidos.
En cuanto a los materiales arqueológicos que Gamio exhumó
durante las excavaciones, algunos los describió someramente y
otros de manera muy detallada. En el caso de las vasijas
cerámicas –varias se fotografiaron dentro del Museo Nacional
por Antonio Cortés–, las dividió en dos grupos de acuerdo a los
acabados y tipo de decoración. El primer grupo con engobe y
decoración pintada –hoy tipo cerámico Súchil Rojo sobre café–
y Rojo Pulido. Y el segundo, con decoración a base de
incrustaciones –actualmente nombrado tipo cerámico Michilía
Esgrafiado relleno en rojo– y decoración superpuesta o de
cloisonné –en el presente se denomina cerámica tipo cloisonné
pintada de Alta Vista o tipo cerámico pseudocloisonné.
Acerca del diseño iconográfico zoomorfo que aparece al interior de cada una de las dos copas de cerámica decoradas al cloisonné que exhumó al interior del Salón de las Columnas, Gamio (1911, p. 24) escribió:
representa un águila con las alas y garras extendidas sosteniendo una serpiente en su pico.
Es interesante notar que idéntica representación guarda gran importancia entre las tribus
del tronco náhuatl, especialmente los aztecas, quienes la consideraron como su emblema,
representándolo casi en todas sus pinturas. La Ciudad de México fue construida donde ahora
se levanta, a causa del descubrimiento, en ese lugar, [sic]de una águila mordiendo
una serpiente,
así profetizado por la tradición.
Hacia la esquina interior suroeste (hoy esquina oriente) y
debajo del piso encalado del Salón de las Columnas, Gamio
descubrió un pozo de ofrenda en cuyo interior encontró el par
de copas de cerámica decoradas al cloisonné, una olla con
decoración pintada y dos mosaicos, uno formando un joyel
pectoral y el otro, un bezote (pectoral o nariguera), que a
primera vista semejaba un “puente de violín”, que en su centro
exhibía “grabadas dos figuras simétricas de alligator (caimán),
unidas por el vientre; coronando la cabeza de los alligatores,
hay dos penachos con ramas cada uno, encima de la unión de
los reptiles, el núcleo forma una saliente cuadrada que tiene
una perforación en el punto donde se cruzan dos diagonales”
(Gamio, 1910, p. 488). Ambas piezas fueron decoradas con
téseras de diversas formas, en esteatita, berilo y turquesa; el
joyel pectoral se encontraba sobre un núcleo de madera y
barro, y el bezote estaba sobre una placa de madera.
En los comentarios finales de este artículo publicado en 1910,
Gamio señaló que no había duda sobre el estrecho vínculo que
existió entre los monumentos arqueológicos de Alta Vista y
aquellos encontrados en Zacatecas y Jalisco, como La
Quemada, Momax, Teúl, Tlaltenango, Mezquitic y Totoate. El
testimonio de dicha relación no sólo se registra en la similitud
de las estructuras arquitectónicas y los sistemas de fortalezas
que defienden a los poblados principales, sino por el hallazgo
de cerámica con decoración superpuesta o de cloisonné que es
característica de estos sitios. Indicó que investigadores como
Carl Lumholtz y Aleš Hrdlička fueron los primeros en reportar
la presencia de estas cerámicas; sin embargo, especificó que en
el caso de las vasijas encontradas en Alta Vista sólo comparten
con las anteriores la técnica decorativa al cloisonné, ya que sus
formas son muy diferentes y singulares. Agregó que, en Alta
Vista, además de que aparecen las cerámicas antes
mencionadas y aquellas incrustadas (tipo Michilía Esgrafiado
relleno en rojo), estas últimas no se encontraron en otros
lugares donde se reportaron piezas de estilo cloissoné.
Después de efectuar una comparación entre los objetos y los
elementos arquitectónicos característicos de la antigua región
de las altas culturas mexicanas (área cultural, hoy conocida
como Mesoamérica), con aquéllos de la llamada civilización de
los “Pueblos” (suroeste americano y su extensión al sur en la
región de Casas Grandes, Chihuahua, en México), Gamio
(1910, p. 492) concluyó que:
los monumentos de Alta Vista constituyen el límite septentrional de las construcciones que cuentan como elementos arquitectónicos distintivos, escaleras, pilastras (o columnas) y almenas, cuyos elementos las ligan con las construcciones del centro, del S. y del S. E. de México. En cambio […] otros elementos denuncian en ellos la influencia de la civilización de los “pueblos”. Constituyen, por tanto, una verdadera transición entre las regiones del N. y las del S.
Es importante señalar que dicha conclusión ya comienza a delinearse desde el 14 de agosto de 1908 dentro del programa que Gamio redactó para su excursión arqueológica al norte de México. Hay que recordar que en su plan de trabajo entregado al entonces director interino del Museo Nacional planteó la necesidad de efectuar dicho reconocimiento en esta enorme región con el fin de conocer si los monumentos en Zacatecas pertenecieron a una cultura que parecía ser la transición entre las antiguas civilizaciones indígenas del suroeste y sureste de América del Norte y de aquéllas del centro y sureste de México. El hallazgo fortuito y la excavación de las ruinas de Alta Vista así como la subsecuente comparación que hizo Gamio de sus sistemas constructivos y elementos arquitectónicos con aquellos semejantes encontrados en las ruinas de Casas Grandes al norte –mismas que eran ya consideradas una extensión meridional de los “Pueblos” dentro del territorio mexicano– y al sur con los reportados en las antiguas ciudades de Teotihuacan o Tenochtitlan, finalmente lo convencieron de su idea de que dichos monumentos arqueológicos explorados por él eran una manifestación de un estado de transición o una arquitectura transicional entre antiguas civilizaciones mexicanas del sur y el norte con las ancestrales culturas-pueblo del suroeste de Norteamérica.