En 1864 México se encontraba dividido en dos partes en pugna; por un lado estaban los liberales, encabezados por Benito Juárez, con un gobierno para entonces trashumante, que se había establecido en el norte del país, y por el otro, se encontraban los conservadores, que apoyaban al ejército intervencionista francés. En su afán por continuar con la construcción del ferrocarril, Antonio Escandón cedió su privilegio y se constituyó en Londres la Compañía Limitada del Ferrocarril Imperial Mexicano. En enero de 1865 el gobierno de Maximiliano de Habsburgo reconoció a la nueva empresa y acordó con ella un convenio para la construcción de 76 kilómetros del tramo de Veracruz a Paso del Macho y otros 139, de la ciudad de México a la de Apizaco, trabajos que se realizaron sorteando no sólo los obstáculos geográficos, sino también la violencia que se vivía en el país.
En 1864 México se encontraba dividido en dos partes en pugna; por un lado estaban los liberales, encabezados por Benito Juárez, con un gobierno para entonces trashumante, que se había establecido en el norte del país, y por el otro, se encontraban los conservadores, que apoyaban al ejército intervencionista francés. En su afán por continuar con la construcción del ferrocarril, Antonio Escandón cedió su privilegio y se constituyó en Londres la Compañía Limitada del Ferrocarril Imperial Mexicano. En enero de 1865 el gobierno de Maximiliano de Habsburgo reconoció a la nueva empresa y acordó con ella un convenio para la construcción de 76 kilómetros del tramo de Veracruz a Paso del Macho y otros 139, de la ciudad de México a la de Apizaco, trabajos que se realizaron sorteando no sólo los obstáculos geográficos, sino también la violencia que se vivía en el país.
En septiembre de 1866 se abandonaron los trabajos de construcción del Imperial Mexicano. El ejército juarista recuperó la ciudad de México el 21 de junio de 1867, dando por terminados los afanes intervencionistas de Napoleón III. Con el triunfo de la República el sueño de esa generación de constituir a México como un país desarrollado y una nación independiente comenzó a consolidarse. Para cumplir con su cometido sobre los ferrocarriles, Benito Juárez sabía que era necesario que se terminara de construir a toda costa el ferrocarril de la ciudad de México a Veracruz, por lo que renovó a la familia Escandón las concesiones de 1857 y 1861. Estas circunstancias transformaron a la Compañía Limitada del Ferrocarril Imperial Mexicano, que cambió su denominación por Compañía Limitada del Ferrocarril Mexicano, cuyo capital mayoritario era de origen inglés. En septiembre de 1869 se inauguró el tramo entre la ciudad de México y Puebla, y lo mismo sucedió con la línea troncal, el primer día de 1873, logrando el objetivo de enlazar la ciudad capital con el puerto de Veracruz. De este modo dio inicio la operación de la primera línea férrea nacional.
Su construcción y operación dejaron múltiples rastros, huellas y vestigios, de los cuales
algunos
aún se conservan, mientras que otros sólo podemos encontrarlos en los proyectos que les dieron
origen, mismos que quedaron plasmados en mapas, planos, croquis, fotografías, libros y
documentos
diversos. Todas estas obras gráficas forman parte del patrimonio histórico y cultural de nuestro
país, y en su inmensa mayoría se resguardan en el Centro Nacional para la Preservación del
Patrimonio Cultural Ferrocarrilero (cnppcf),
perteneciente a la Secretaría de Cultura,
concretamente
en el Centro de Documentación e Investigación Ferroviaria (cedif).
En esta exposición se muestra, de manera sucinta, el tipo de documentos que dan cuenta de esta
primera línea férrea mexicana, mismos que están a disposición de investigadores, estudiosos e
interesados en la historia de este ferrocarril.
En septiembre de 1866 se abandonaron los trabajos de construcción del Imperial Mexicano. El ejército juarista recuperó la ciudad de México el 21 de junio de 1867, dando por terminados los afanes intervencionistas de Napoleón III. Con el triunfo de la República el sueño de esa generación de constituir a México como un país desarrollado y una nación independiente comenzó a consolidarse. Para cumplir con su cometido sobre los ferrocarriles, Benito Juárez sabía que era necesario que se terminara de construir a toda costa el ferrocarril de la ciudad de México a Veracruz, por lo que renovó a la familia Escandón las concesiones de 1857 y 1861. Estas circunstancias transformaron a la Compañía Limitada del Ferrocarril Imperial Mexicano, que cambió su denominación por Compañía Limitada del Ferrocarril Mexicano, cuyo capital mayoritario era de origen inglés. En septiembre de 1869 se inauguró el tramo entre la ciudad de México y Puebla, y lo mismo sucedió con la línea troncal, el primer día de 1873, logrando el objetivo de enlazar la ciudad capital con el puerto de Veracruz. De este modo dio inicio la operación de la primera línea férrea nacional.
Su construcción y operación dejaron múltiples rastros, huellas y vestigios, de los cuales
algunos
aún se conservan, mientras que otros sólo podemos encontrarlos en los proyectos que les
dieron
origen, mismos que quedaron plasmados en mapas, planos, croquis, fotografías, libros y
documentos
diversos. Todas estas obras gráficas forman parte del patrimonio histórico y cultural de
nuestro
país, y en su inmensa mayoría se resguardan en el Centro Nacional para la Preservación del
Patrimonio Cultural Ferrocarrilero (cnppcf),
perteneciente a la Secretaría de Cultura,
concretamente
en el Centro de Documentación e Investigación Ferroviaria (cedif).
En esta exposición se muestra, de manera sucinta, el tipo de documentos que dan cuenta de
esta
primera línea férrea mexicana, mismos que están a disposición de investigadores, estudiosos
e
interesados en la historia de este ferrocarril.
Créditos
En febrero de 1996, trabajadores del Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos, en el marco del Programa Nacional de Rescate del Patrimonio Histórico, Cultural y Artístico de los Ferrocarriles Nacionales de México, ejecutado de 1995 a 1998, encontraron en una bodega del taller de carpintería de la estación de Orizaba, Veracruz, una serie de planos del Ferrocarril Imperial Mexicano, que de manera formal existió de 1865 a 1867. Estos materiales forman parte del acervo más importante de la primera gran ruta construida en nuestro país, la del Ferrocarril Mexicano y sus ramales que se resguarda en el Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias (Cedif), que desde el 2016 quedaron registrados por parte del Comité Mexicano Memoria del Mundo de México-UNESCO, por “el valor excepcional y el interés que esta colección representa para el patrimonio documental de la humanidad”, lo cual respalda el trascendente papel que ha desempeñado como recuperador y depositario de nuestra historia. Una selección de esos materiales formaron parte de la obra Del Ferrocarril Imperial al Mexicano 1837-1873 publicada en 2012 por el Centro Nacional para la Preservación del Patrimonio Cultural Ferrocarrilero (CNPPCF). La presente exposición virtual es una adaptación de dicha obra.
Coordinación General: Teresa Márquez Martínez Directora del Centro Nacional para la Preservación del Patrimonio Cultural Ferrocarrilero Investigación y textos Isabel Bonilla, Covadonga Vélez, Patricio Juárez, Alfredo Nieves † Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias Adaptación Rubén Octavio Amador Zamora Director de Contenidos Digitales de Memoria Histórica Román Moreno Soto Coordinador del Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias Cuidado editoral Web Rebeca Flores Colección de imágenes Secretaría de Cultura/ CNPPCF/ Cedif Imágenes para ilustraciones Mediateca, INAH Dirección de diseño María Angélica Santa María Daffunchio Diseño gráfico y Web Lizeth Fabiola Castro Medina y César Manuel López Pérez