En 1981 el Partido Comunista Mexicano (pcm) y otras organizaciones decidieron dar el ansiado paso a la unidad orgánica. Después de décadas de fragmentación y división, la izquierda mexicana asumía el rumbo de la convergencia. La discusión en torno a la fusión y unidad no fue sencilla; Heberto Castillo y el Partido Mexicano de los Trabajadores (pmt) se retiraron del proceso unitario. En este contexto es de destacarse la celebración del XIX Congreso del pcm, que avanzó en la construcción de un programa que atendía las problemáticas y las necesidades de la sociedad mexicana, contemplando las peticiones de obreros y campesinos, pero también de mujeres, de sectores ecologistas, así como del cuidado de la niñez y la diversidad sexual. En su programa el psum recogió los adelantos programáticos del comunismo mexicano y se configuró como una fuerza política que, sin desatender la aspiración de la emancipación de la fuerza del trabajo, aspiró a dar salida a las demandas específicas de la ciudadanía, cada vez más diversa.
Los XIX y XX Congresos del pcm
El pcm realizó su XIX Congreso en 1981. Por el contenido de su programa, se trató del ejercicio más claro de modernización de la izquierda. Las enseñanzas aprendidas desde las revueltas obreras de 1958 —que consignaron la separación de la ideología de la “Revolución mexicana”—, la experiencia de convergencia en 1961 en el Movimiento de Liberación Nacional y el acompañamiento del movimiento estudiantil de 1968, permitieron al pcm afinar su propuesta. Sin renunciar al horizonte de construcción del socialismo, marcaron metas más amplias en el despliegue de la lucha por la democratización de la sociedad. La cuestión ambiental, la concepción de mujeres y niños como sujetos con demandas y derechos propios, así como una articulación profunda entre los objetivos del socialismo y los de la democracia, permiten pensar que el del XIX Congreso elaboró el programa más avanzado de las izquierdas en el siglo xx. Por su parte, el XX Congreso certificó un proceso de unidad con otras organizaciones, cuyas tradiciones propias, liderazgos y concepciones causarían fricciones dentro de la nueva entidad. Sin embargo, ambos Congresos colocaron las condiciones para el nacimiento de un nuevo frente político de masas.
La unidad de las izquierdas
Desde comienzos de la década de 1970 se dejaba sentir en el ambiente la necesidad de la unidad de las izquierdas para enfrentar a un régimen que, si bien unificado en su élite política, también mostraba signos de agotamiento en su capacidad de articulación de la hegemonía. La muestra más clara de ello es el uso recurrente de la represión política ante sectores más amplios y diversos que solían emitir demandas y actuar de manera independiente al partido gobernante. El nacimiento de organizaciones como el pmt (1974) y del Partido Revolucionario de los Trabajadores (prt) (1976) era la señal de la reactivación de las izquierdas tras los años más duros de represión. Aunque en un principio el pmt pareció dispuesto a participar del acto de unidad, finalmente la organización acaudillada por Heberto Castillo se retiró del proceso. El pcm confirmó que era el corazón de las izquierdas mexicanas y que su intervención era un requisito ineludible para consagrar la unidad orgánica de esa corriente.
El nacimiento del psum
El psum tuvo una vida efímera si lo comparamos con la existencia del pcm. Sin embargo, se convirtió en una de las organizaciones con mejores logros electorales hasta ese momento. Su presencia era particularmente importante en Puebla, Guerrero, Oaxaca y el Distrito Federal. Al momento de su formación su lema fue “El psum nace luchando”. El combate inmediato que protagonizó fue el de la jornada electoral de 1982, hasta entonces diseñada por el gobierno. Más allá de las múltiples polémicas dentro de la vida partidaria, resulta significativo la capacidad de articulación de sectores diversos, del vínculo con grupos y sus demandas.