Ricardo Sánchez Ortega es uno de los fotógrafos más importantes para
entender a los zacatecanos del siglo xx.
Aunque nació en Michoacán, migró a la ciudad de Fresnillo, donde
instaló su estudio fotográfico, que estuvo activo de 1942 a 1985.
Estudió fotografía por correspondencia con la Eastman Kodak Co., lo
que le permitió hacer estéticos retratos de cualquier persona. Su
acervo fue conservado por él y después por su familia, hasta que su
hija Silvia Sánchez decidió donar más de 100 mil negativos y tres
mil imágenes impresas a la Fototeca del Estado de Zacatecas “Pedro
Valtierra”, que realizó las labores de conservación, digitalización
y catalogación de la obra.
Su registro de los fresnillenses es hoy de gran importancia debido a
que, a pesar de las críticas a las fotografías de estudio por la
“falsedad” de lo que muestran, permiten saber cómo eran las
personas, cómo querían ser vistas y con quiénes se fotografiaban. Es
así como encontramos un gran interés por mostrar la unión de la
familia y la religiosidad, así como también por el uso de vestuarios
modernos, o que evocaban a figuras del espectáculo, o actividades
deportivas. En algunos casos puede advertirse cómo la tendencia
contemporánea urbana coexistía con la moda rural, e incluso con la
internacional, difundidas por el cine, las revistas ilustradas y la
prensa.
En la década de 1940 existían cuatro estudios fotográficos en
Fresnillo; el más antiguo y acreditado era “El Gran Lente”, de José
Bustamante. Sin embargo, Sánchez Ortega paulatinamente se ganó la
preferencia de la gente por sus retratos sin fondos distractores y
una concepción más moderna de la composición fotográfica, que
enfatizaba la personalidad de los retratados. Las tomas realizadas
en su estudio son un reflejo de la diversidad de estratos sociales
que se podían encontrar en aquella época.
También se sabe por testimonios que en aquel tiempo muchas personas
del interior de Zacatecas no sabían para qué era una cámara y nunca se
habían tomado una fotografía, por lo que las imágenes de estudio
representaron la posibilidad de hacerse un retrato para mandarlo a
la familia o para inmortalizar un recuerdo, y hoy por hoy nos ayudan
a deducir la dinámica poblacional del municipio, del estado y del
país.