Celebramos 200 años de la creación del organismo rector en materia archivística para instituciones públicas y archivos históricos. La instauración del Archivo General y Público de la Nación (agpn) en 1823 marcó un parteaguas en la manera de concebir el papel de los archivos: resguardó la memoria para dirigir la acción política de funcionarios, instituciones y ciudadanía, así como para conservar y promover la conciencia histórica de la población con la preservación documental de sus éxitos, de sus fracasos, de sus aprendizajes, de sus retos y, en suma, de la experiencia colectiva nacional y de las comunidades e identidades más pequeñas que la componen.
Durante aproximadamente un siglo el Archivo estuvo a la altura del desafío que representó acompañar la vida política nacional en medio de vaivenes en la lucha por la libertad, invasiones, despojo y despotismo, pero también funcionó como soporte de la rebeldía, la revuelta y la revolución. En esas circunstancias la institución adquirió el nombre que hoy la distingue: Archivo General de la Nación (agn) (1917), y también perdió atribuciones para incidir en la administración pública (1920), aunque medio siglo después retomó su protagonismo en la archivística pública e histórica.
En el siglo xxi el Archivo General de la Nación ha sabido ser fiel a su historia de tenacidad frente a la adversidad, de arrojo y valentía para obtener nuevas conquistas. La infraestructura con la más alta tecnología para albergar su acervo y para sus trabajos en laboratorios especializados, así como la Ley General de Archivos (2018), son los instrumentos con los cuales hoy asume una titánica labor de descripción, catalogación y digitalización, así como de conducción de las instituciones en materia archivística. Su existencia por 200 años ha servido como brújula para dirigir los pasos, sentar en terreno firme la construcción del camino que alimenta los sueños para el futuro de la población con el vínculo indisoluble entre las aspiraciones del Archivo y los de la nación.
Durante aproximadamente un siglo el Archivo estuvo a la altura del desafío que representó acompañar la vida política nacional en medio de vaivenes en la lucha por la libertad, invasiones, despojo y despotismo, pero también funcionó como soporte de la rebeldía, la revuelta y la revolución. En esas circunstancias la institución adquirió el nombre que hoy la distingue: Archivo General de la Nación (agn) (1917), y también perdió atribuciones para incidir en la administración pública (1920), aunque medio siglo después retomó su protagonismo en la archivística pública e histórica.
En el siglo xxi el Archivo General de la Nación ha sabido ser fiel a su historia de tenacidad frente a la adversidad, de arrojo y valentía para obtener nuevas conquistas. La infraestructura con la más alta tecnología para albergar su acervo y para sus trabajos en laboratorios especializados, así como la Ley General de Archivos (2018), son los instrumentos con los cuales hoy asume una titánica labor de descripción, catalogación y digitalización, así como de conducción de las instituciones en materia archivística. Su existencia por 200 años ha servido como brújula para dirigir los pasos, sentar en terreno firme la construcción del camino que alimenta los sueños para el futuro de la población con el vínculo indisoluble entre las aspiraciones del Archivo y los de la nación.