HALCONAZO
HALCONAZO
“A cada rato golpeaban la puerta del zaguán y en una de esas oímos unos gritos terribles que preguntaban si había heridos para sacarlos. No oíamos si los sacaron o no, porque nadie respondió” (estudiante).
“Eran las cinco de la tarde. La visita había terminado […] Pocos minutos después, vimos correr a unos estudiantes, algunos de ellos con libros bajo el brazo, como si los persiguieran, y a continuación escuchamos disparos lejanos” (paciente).
“Dos de ellos, una muchacha y un joven, se situaron en la entrada de emergencias y apuntaban algo en sus libretas. Después supimos que anotaban los nombres y escuelas a las que pertenecían los heridos” (paciente).
“Como a las seis y media se escucharon detonaciones dentro del hospital. Los muchachos corrían por los pasillos y entraban a las salas tratando de esconderse y pudimos observar cómo irrumpían en el hospital, un grupo distinto de jóvenes portando ametralladoras y palos” (paciente).
“Una afanadora entró al cuarto de enseres y encontró en él a cuatro chicos y a una chica. A esta última […] le conseguimos un camisón y la encamamos” (paciente).
“Un joven llegó a hurtadillas […] Pidió que le permitiéramos quedarse con nosotras pues era más difícil que lo encontraran en la sala de mujeres […] le proporcionamos batas sucias para que se refugiara en la sala de urología” (paciente).
“A las siete de la mañana nos levantaron. Había mucha gente formando fila para entrar al anfiteatro a identificar a sus muertos. Parecía que la calma había vuelto” (paciente).
“Yo me metí a una iglesia que estaba frente a la Normal. Allí vi que recibían atención cuatro jóvenes heridos. Había uno que ya ni se movía, otro que tenía dos plomazos en el abdomen, uno más con el tobillo destrozado y el cuarto con un tiro en el hombro” (estudiante).
“Salí de la iglesia con un compañero a quien conocía como Güicho, quien no paraba de llorar. Fuimos a dar hasta San Cosme, donde una brigada de la Escuela Normal Superior agarró un camión urbano y lo lanzó contra los halcones” (estudiante).
“Me metí a la Normal, donde todo era caos. Caminé dos veces por todos los alrededores en medio de gritos, carreras y tiros, sin estar muy consciente de lo que hacía. Tenía además una corazonada terrible” (estudiante).
“Más de quinientos agresores, la cuarta parte de ellos armados y perfectamente municionados, avanzan metro a metro por la Calzada México-Tacuba que está convertida en un campo de batalla. […] Los estudiantes arrastran a sus heridos hasta la Escuela Normal de Maestros. La policía no ha intervenido. Los granaderos no se han movido de sus puestos.”
La memoria es la vida, sostenida por los sobrevivientes, la historia es la reconstrucción siempre problemática e incompleta de lo que ya no es. Lucas Daniel Cosci
“Halconazo… Qué nombre tan extraño… ¿Cómo que Halconazo? ¿Abuelo, tú sabes qué es eso del Halconazo...?” Así es como los recuerdos se transforman en memoria y ésta se convierte en un bastión contra la indiferencia y el olvido. Esta palabra representa para muchos la violencia, la intolerancia, la impunidad y la injusticia que el gobierno mexicano mostró ante una población civil joven, desarmada y que creyó en un régimen que se decía abierto y democrático. Para los sobrevivientes de aquella masacre y para quienes perdieron a sus amigos y familiares resulta indispensable y necesario decirla día tras día, año con año, para que los horrores que les costaron la vida a sus seres queridos no vuelvan a repetirse y para que, llegado el momento, se reconozca de manera abierta la existencia en México de una práctica que todavía nos cuesta trabajo pronunciar: violencia de Estado. Como ayer, como hoy y como debe hacerse en el futuro, alzamos la voz desde nuestra trinchera histórica para contarles a los más jóvenes y a todos aquellos interesados qué fue el Halconazo, qué lecciones nos ha dejado y cómo se dieron las condiciones que lo originaron, para que todos juntos, en un ejercicio colectivo, continuemos con el proceso de evocar, de transmitir, de hacer memoria, de reflexionar y de favorecer el intercambio de ideas. Como en toda historia, hay muchas versiones, puntos de vista y matices que es necesario contemplar; ésta sólo es una interpretación más de lo que sucedió aquel día. Pero no existe justificación que avale la actuación autoritaria y violenta de un gobierno contra la población civil. El repasar aquí esos trágicos sucesos los visibiliza e invita a la sociedad a seguir cuestionando estos métodos y custodiando los inalienables derechos humanos. “El Halconazo… Yo estuve allí… me salté la barda y corrí por el patio de la Normal para huir de los Halcones… de los balazos… Fue en junio de 1971, un Jueves de Corpus…”
Castillo Troncoso, Alberto del,
Fotografía y memoria. La matanza del Jueves de Corpus, México, inehrm / Memórica, 2021.
Condés Lara, Enrique, 10 de junio ¡No se olvida!, México, buap, 2001.
Femospp, “El 10 de junio de 1971 y la disidencia estudiantil”, en Informe histórico presentado a la
sociedad mexicana, México, Comité 68 Pro Libertades Democráticas A.C., 2006, pp. 150-239.
Garza, Enrique de la, León Tomás Ejea y Luis Fernando Macías, El otro movimiento estudiantil,
México, Extemporáneos, 1986.
La investigación. Sobre los acontecimientos del 10 de junio de 1971, México, Proceso,
1980.
Martín del Campo, Jesús, Halcones, nunca más, Memoria contra la impunidad, México, Gobierno del
Distrito Federal / sep / Miguel Ángel Porrúa, 2011.
Ortiz, Orlando, Jueves de Corpus, México, Diógenes, 1971.
Tirado, Manlio, José Luis Sierra y Gerardo Dávila, El 10 de junio y la izquierda radical, México, Heterodoxia, 1971.
Curaduría e investigación: Paulina Martínez Figueroa Cuidado editorial: Rebeca Flores Diseño gráfico y web: Mauricio Espinosa Agradecemos al doctor Alberto del Castillo Troncoso su asesoría para la realización de esta exposición. Agradecemos también la valiosa colaboración del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México; del Archivo Paco Ignacio Taibo II custodiado por La Jornada; de la Universidad Autónoma de Nuevo León; del periódico Excélsior, y de la Cámara de Diputados.