Pablo González
a Venustiano Carranza,
Cuautla, 10 de abril de 1919
Escrita poco después de las 21 horas desde el cuartel general del ejército federal en Morelos, esta comunicación debía significar el momento de gloria de Pablo González, jefe de operaciones de las fuerzas carrancistas en el sur del país: anunciar a Venustiano Carranza la muerte de Emiliano Zapata suponía en efecto cumplir con un gran gesto la encomienda más difícil de su carrera militar, la derrota del ejército libertador del sur. Seguramente por eso González se entretuvo en indicar el momento preciso de la llegada de las tropas de Jesús Guajardo a Cuautla y describió con detalle lo que haría con el cadáver del “famoso cabecilla suriano” (inyectarlo y mostrarlo a la prensa). Y también, sobre todo, por esa razón no desaprovechó la ocasión para enaltecer su propio genio, toda vez que Zapata “por tantos años había sabido mantenerse fuera del alcance de las más terribles persecuciones que se le habían hecho”.
Para su desgracia, la carta incluía también una gran mentira que enturbió de manera irremediable el éxito de la misión: afirmar que las tropas de Guajardo obligaron a Zapata a presentar combate y que Zapata cayó muerto en el intercambio de disparos era añadir una segunda indignidad al engaño planeado por él mismo y ejecutado por Guajardo que por supuesto era contrario al honor militar. En otra versión del documento (incluido en este espacio) perteneciente al Centro de Estudios Históricos de México Carso, Fondo Jenaro Amezcua, VIII-2, legajo 360, carpeta 4, una mano —que Ricardo Pérez Montfort piensa era del propio Jenaro Amezcua— añadió entre paréntesis: “por supuesto que era mentira y lo sabía don Pablo”.