Emiliano Zapata
a Jesús M. Guajardo,
Cuenca, 21 de marzo de 1919
Esta carta es fundamental para entender cómo se fraguó el asesinato de Emiliano Zapata. De ella se valió Pablo González para organizar —en una veintena de días— las maniobras clave que le permitieron emboscar a Zapata en Chinameca. La misiva es un reflejo de la complicada y desgastada situación del movimiento zapatista desde finales de 1918; para los zapatistas era urgente ganar tantos aliados como fuera posible. En la carta pueden distinguirse tres partes: en la primera, Zapata expresa que está al tanto de la situación de Guajardo con González; en la segunda, le propone unirse a las tropas zapatistas; en la última, desmiente que el movimiento revolucionario estuviera debilitado.
Las dificultades entre González y Guajardo eran ciertas: Guajardo se encontraba despechado por haber sido encarcelado por González. El joven comandante resultaba un elemento interesante para los propósitos de Zapata; para eso escribió esta carta que —y esto es crucial— no llegó inmediatamente a su destinatario original. Pablo González interceptó la misiva y puso en marcha un plan para lograr el sometimiento del líder revolucionario.