El General Felipe Ángeles
INTRODUCCIÓN

“Felipe Ángeles resultó ser el más notable de los militares de carrera que abandonaron el Ejército Federal para incorporarse a las filas de la Revolución Mexicana. Lo fue, sobre todo, porque su actitud frente al presidente civilista por antonomasia –Madero– no lo caracterizó como el militar avasallador y hambriento del poder, sino como colaborador que sostuvo con las armas la obra que llevaban a cabo las instituciones de la República. Esta actitud, ciertamente, rompió el esquema que tanto Victoriano Huerta como muchos militares de estas y otras latitudes se han empeñado en demostrar.

”Conocer la figura de Felipe Ángeles, al igual que la de otros militares de la Revolución, de los diferentes lados de la lucha, es devolver a la historiografía de la Revolución mucha de su autenticidad. No es el afán simplemente recreativo de lo que pudiera entenderse como retrato épico, sino la caracterización de quienes hicieron la Revolución dentro del marco histórico al que pertenecen. Para un conocimiento auténtico de la naturaleza de la Revolución se precisa analizar a sus protagonistas, que le dieron sentido al emprender la dirección de las masas. Estos protagonistas, si no produjeron ideas, por lo menos expresaron actitudes, las cuales, con la acción desarrollada en el campo de batalla, conformaron lo que resultó ser la Revolución Mexicana.

”Con [la muerte de] Felipe Ángeles sucumbía el militar de buena intención que dio a la Revolución Mexicana una dimensión militar sólida y trató de darle al Ejército una dignidad que la corrupción había erradicado.”

Álvaro Matute, 1982

Texto tomado del libro: Álvaro Matute (compilador), Documentos relativos al general Felipe Ángeles, México, Domés, 1982, pp. 5 y 21.

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General Felipe Ángeles, Benjamín Orozco, óleo sobre board, 2009.

“Vine del pueblo y era yo exclusivamente un soldado. La ignominia de febrero de 1913 me hizo un ciudadano y me arrojó a la Revolución en calidad de un devoto de nuestras instituciones democráticas.”

Felipe Ángeles, “Manifiesto al pueblo mexicano”, La Patria, El Paso, Texas, 5 de febrero de 1919, en Adolfo Gilly (compilador), Felipe Ángeles en la Revolución, México, Era / Conaculta, 2008, p. 292. 292.

Primeros Años
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Foto de Luis Márquez, Plaza de Zacualtipán, Hidalgo, ca. 1920.

Felipe Ángeles nació en Zacualtipán, Hidalgo, el 13 de junio de 1868.

“Me llamo Felipe Ángeles, soy hijo de Felipe y de Juana Ramírez, nacido en Zacualtipán, Estado de Hidalgo, el día 13 de junio de 1868; así es que tengo más de cincuenta años, y de estado civil casado.”

Respuesta del general Felipe Ángeles a la pregunta hecha por el general Gabriel Gavira durante el Consejo de Guerra que lo sentenció a muerte el 26 de noviembre de 1919, citado en Jesús Ángeles Contreras, El verdadero Felipe Ángeles, México, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, 1992, p. 25.

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Personal militar de El Colegio Militar, ca. 1900. Fotomecánico. Acervo inerm.

Sus primeros estudios los realizó en Hidalgo, su estado natal. En 1883 ingresó en el H. Colegio Militar.

“El niño Felipe Ángeles Ramírez inició en Huejutla sus estudios primarios, y los concluyó en Molango. El nueve de febrero de 1881 ingresó al Instituto Literario y Escuela de Artes y Oficios de Pachuca […] En 1883, el joven Felipe Ángeles ingresó al H. Colegio Militar, destacando pronto entre sus compañeros por la moderación de sus hábitos, por su dedicación al estudio, por su afición a los deportes y por su entrañable consideración a maestros y condiscípulos, resultado de un cerebro inusitadamente organizado, una clara inteligencia y una voluntad bien orientada: siendo todavía alumno del Colegio Militar impartió brillantemente la cátedra de mecánica analítica.

Jesús Ángeles Contreras, El verdadero Felipe Ángeles, México, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, 1992, p. 31.

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Coronel Felipe Ángeles. Fotomecánico. Acervo inerm.

En el Colegio Militar ascendió rápidamente. Obtuvo el grado de coronel en 1908 y al año siguiente fue enviado a Francia a estudiar estrategias y técnicas militares.

“El cuatro de marzo de 1905 fue ascendido Felipe Ángeles a teniente coronel técnico de artillería. El 24 de enero de 1908 obtuvo el grado de coronel, siendo nombrado director de la Escuela de Tiro. El 4 de marzo de 1909 salió a Europa el coronel Ángeles, comisionado para estudiar los métodos de la Escuela de Aplicación de Fontainebleau durante un año, haciendo otro año de estudios en la Escuela de Tiro de Mailly.”

Jesús Ángeles Contreras, El verdadero Felipe Ángeles, México, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, 1992, p. 35.

Etapa maderista
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El presidente Francisco I. Madero en una ceremonia en el H. Colegio Militar, a su izquierda el director del Colegio, general Felipe Ángeles, 1912. © (6249) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

Felipe Ángeles regresó de Francia después del derrocamiento de Porfirio Díaz. El nuevo presidente, Francisco I. Madero lo llamó de regreso a México y lo nombró director del Colegio Militar.

“A fines de 1911, el presidente Madero llamó al coronel Ángeles; llegó éste, procedente de Francia, el 1º de enero de 1912. Designado por el presidente Madero Director del Colegio Militar de Chapultepec, tomó posesión del cargo el día ocho de enero de 1912. El dos de junio del mismo año, fue ascendido a general brigadier.”

Jesús Ángeles Contreras, El verdadero Felipe Ángeles, México, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, 1992, p. 35.

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El director del H. Colegio Militar, general Felipe Ángeles, encabezando una ceremonia, 1912. © (37164) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

Con Felipe Ángeles como director del Colegio Militar, esta institución implementó cambios basados en el valor del honor, del conocimiento y de la solidaridad.

“El Colegio Militar recibió un gran impulso progresista bajo la dirección de Ángeles, quien llamó a su escuela a oficiales seleccionados de las carreras científicas e implantó reformas de índole administrativa y moral que constituyeron savia vivificadora. Fue establecido un casino de oficiales, se organizaban con frecuencia fiestas sociales y culturales en que participaban oficiales y alumnos; se hizo intervenir a éstos en la vigilancia del aprovisionamiento y alimentación; fueron suprimidas ciertas formas groseras cuartelarias; los alumnos obtenían permiso para salir, bajo su palabra, que era símbolo de honor, las compañías de alumnos eran entrenadas en prácticas tácticas y deportivas; se empezaron a estudiar nuevos métodos y formas de aprovechamiento y, en general, la institución fue encauzada por una senda de perfeccionamiento. Crecía la fama de esta escuela modelo, formadora de oficiales aptos, cultos y honrados; descollada en los deportes y en la importancia de sus programas de estudios y esa escuela formó a numerosos oficiales que andando el tiempo, ya fuera del Ejército, han demostrado ser hombres trabajadores, eficientes y honorables.”

Federico Cervantes M., Felipe Ángeles en la Revolución. Biografía (1869- 1919), México, Edición del autor, 1964, pp. 34-35.

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Banquete de militares. En el extremo derecho el general Felipe Ángeles. © (287547) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

Madero y Ángeles se volvieron muy cercanos. Diferentes respecto a la confianza que se le tenía a las personas del régimen porfirista –que aún permanecían en la administración de Madero–, los unía la idea de un México democrático.

“Poco a poco Madero y Ángeles llegaron a conocerse bien durante estas excursiones en el bosque de Chapultepec o por el Paseo de la Reforma y, con el tiempo, creció un mutuo sentimiento de afecto y respeto. Aparentemente, Ángeles y Madero tenían poco en común. El primero representaba al oficial militar de carrera. Como científico connotado creía que todo el conocimiento humano era el resultado de la experiencia y de la observación. Confiaba en pocos hombres, especialmente en sus camaradas del ejército. Madero, por el contrario, era un idealista y un soñador; sinceramente creía que todos los hombres eran buenos y estaba profundamente interesado en el espiritismo, en la telepatía y en la medicina homeopáti ca. Madero era civilista en todos los sentidos; lo militar lo estimaba poco. Al principio platicaban sobre Europa, sobre su común admiración por la civilización francesa y sobre la educación de Ángeles en Francia.”

Byron L. Jackson, Felipe Ángeles. Político y estratega, México, Gobierno del Estado de México, 1989, p. 17.

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Felipe Ángeles, 1912, fotografía de H. J. Gutiérrez. © (287498) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

La relación de Francisco I. Madero con Felipe Ángeles se cultivó pese a que el presidente no tenía buenas relaciones con la institución castrense pues consideraba que el ejército no debía inmiscuirse en la política.

“La amistad de Ángeles con Madero, su pronta promoción a general brigadier y su nombramiento como de la Séptima Zona Militar se realizaron cuando las relaciones entre el presidente y el grueso de los oficiales de carrera empeoraban. No creía que los militares debieran tener un papel en los asuntos políticos y nada en su administración indicaba que cambiaría esta filosofía. Como ha señalado un estudiante de este periodo, hasta los oficiales que no resintieron personalmente la relegación del ejército por parte del presidente a una “cifra política”, tenían poco interés en defender al régimen. Aunque no estaban ansiosos por levantarse en contra del gobierno constitucional, estos hombres no estarán mal dispuestos hacia los que hicieron.”

Byron L. Jackson, Felipe Ángeles. Político y estratega, México, Gobierno del Estado de México, 1989, p. 22.

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El general Felipe Ángeles saliendo a campaña, retrato de grupo, 1912. © (32630) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

Felipe Ángeles, por órdenes de Madero, es enviado a dirigir la campaña contra los zapatistas en el sur. Ángeles encontró a los soldados federales con los uniformes rasgados y sin alimento.

“Apenado por haber sido enviado a dirigir la guerra del sur en el vasto territorio de cinco estados, México, Morelos, Puebla, Tlaxcala y Guerrero, sin que se me hayan permitido unos cuantos días para enterarme del estado de la campaña, sacado violentamente de una ardua tarea de reorganización del Colegio Militar, iba yo en el tren de Cuernavaca escoltado por la tropa del coronel Jiménez Castro. Avisadas las tropas de los destacamentos de que el nuevo jefe de la campaña iba en el tren, me esperaban formados a lo largo de la vía. Los soldados parecían sin alimentos, amarillos los rostros, sucios y desgarrados los uniformes.”

Felipe Ángeles, “Genovevo de la O”, publicado en La Patria, El Paso, Texas, diciembre de 1917.

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Felipe Ángeles y soldado federal a la entrada de un edificio, 1912. © (34319) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

La lucha contra el ejército de campesinos zapatistas lo contrariaba. “Soy un general, pero también soy un indio”, le dijo una vez a la inglesa Rosa King, dueña del mejor hotel de entonces de Cuernavaca, el “Bella Vista”.

“El general Ángeles era delgado y de buena estatura, más que moreno, con la palidez que distingue al mejor tipo de mexicano, de rasgos delicados y con los ojos más nobles que haya visto en un hombre. Se describía a sí mismo, medio en broma, como un indio, pero sin duda tenía el aspecto que los mexicanos llaman de indio triste. Otros grandes atractivos se encontraban en el encanto de su voz y sus modales. Desde que me lo presentaron percibí en él un par de cualidades que había echado de menos de sus antecesores, las de la compasión y de la voluntad de entender. Me agradó, incluso antes de escuchar entre sus jóvenes oficiales que no toleraba crueldad ni injusticia alguna de sus soldados. Nunca supuse que nuestras ocasionales conversaciones serían el principio de una amistad con él y su familia que me arrastraría a la corriente de la Revolución… Un día en que el general Ángeles y yo hablábamos del sufrimiento de los pobres indios contra quienes se hallaba en campaña, me dijo con un gesto de acentuado desaliento: ‘Señora King, soy un general, pero también soy un indio’.”

Rosa King, Tempestad sobre México, México, Conaculta / Mirada Viajera, 1998, p. 83.

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Fuerzas federales en el Palacio Municipal de Cuautla, Morelos, ca. 1911. © (662769) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

La lucha entre campesinos zapatistas y fuerzas federales era a tan corta distancia que se gritaban entre sí: “Vendidos”, gritaban los zapatistas. “Ahí les van sus tierritas”, respondían los federales al disparar.

“Tan cerca estuvimos los combatientes que se oían claramente las voces infantiles de los zapatistas que decían: —Vendidos de Madero, vengan por su peso. Y nuestros soldados contestaban: —Ahí les van sus tierritas.”

Felipe Ángeles, “Genovevo de la O”, publicado en La Patria, El Paso, Texas, diciembre de 1917.

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El gobernador de Morelos, licenciado Aniceto Villamar, en Yautepec, acompañado de los generales Felipe Ángeles y Fortino Dávila, 1912. © (63448) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

Felipe Ángeles, en la guerra contra los zapatistas, estableció su cuartel general en Cuernavaca. Mandó expedir un manifiesto de amnistía a los campesinos seguidores de Zapata. La respuesta a la amnistía fue escasa.

“El primer paso de Ángeles, después de establecer su cuartel general en Cuernavaca, fue expedir un manifiesto ofreciendo amnistía a los zapatistas quienes depondrían sus armas en un término de dos semanas. Las operaciones militares se suspendieron durante este periodo y Ángeles, acompañado solamente por dos miembros de su cuerpo de oficiales, cabalgó al territorio dominado por los rebeldes para conferenciar con quien quisiera discutir su oferta. Debido al temor y a la sospecha, desafortunadamente, sólo pocos rebeldes estaban dispuestos a hablar con el nuevo comandante y ninguno de ellos era el caudillo zapatista.”

Byron L. Jackson, Felipe Ángeles. Político y estratega, México, Gobierno del Estado de México, 1989, p. 17.

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Genovevo de la O, retrato, ca. 1915. © (468056) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

Enviado a combatir al Ejército Libertador del Sur, Felipe Ángeles se enfrentó al general zapatista Genovevo de la O, de quien entendía con claridad sus razones para luchar.

“No conozco bien al hombre; no podré hablar de él, como lo haría de Francisco Villa; pero Genovevo de la O cabe bien dentro del marco de un artículo, mientras que Francisco Villa apenas cabría en las páginas de un libro.”

Felipe Ángeles, “Genovevo de la O”, publicado en La Patria, El Paso, Texas, diciembre de 1917.

La Decena Trágica
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Felipe Ángeles, militar, 1913. © (5087) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

Felipe Ángeles, de una personalidad compleja y muy particular, fue el general del Ejército Federal más cercano al presidente Madero. Sería el único general del ejército que tomó el camino de la revolución cuando Madero fue asesinado en febrero de 1913.

“Felipe Ángeles fue, sin duda alguna, una de las personalidades más interesantes y singulares que intervinieron en la Revolución mexicana. No sólo fue el general del Ejército Federal más cercano a Francisco I. Madero; también fue el único general de ese ejército que se unió a los revolucionarios cuando Victoriano Huerta tomó el poder y Madero fue asesinado. Fue el único verdadero intelectual que produjo el Ejército Federal.”

Friedrich Katz, “Felipe Ángeles y la Decena Trágica”, en Adolfo Gilly (compilador), Felipe Ángeles en la Revolución, México, Era / Conaculta, 2008, p. 17.

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Panorama de Cuernavaca, postal coloreada, ca. 1910. Acervo inerm.

Cuando empezó el levantamiento contra el presidente Madero, el 9 de febrero de 1913, éste se trasladó en automóvil a Cuernavaca, desde la Ciudad de México, para hablar con Felipe Ángeles personalmente. La decisión fue arriesgada porque aún se mantenía la guerra contra los zapatistas.

“El día mismo del golpe, a hora tardía, Madero tomó una decisión no sólo peligrosa, sino que, en cierto modo, podía considerarse temeraria. En un automóvil con unos cuantos hombres, sin escolta militar, se trasladó a Cuernavaca donde estaba Felipe Ángeles con sus tropas. Era una empresa muy riesgosa dado que grandes tramos de la ruta entre ambas ciudades estaban bajo el control o bajo ataques frecuentes de tropas zapatistas hostiles a Madero. Poco después, regresó de Cuernavaca a la ciudad de México, junto con Ángeles y el grueso de sus tropas.”

Friedrich Katz, “Felipe Ángeles y la Decena Trágica”, en Adolfo Gilly (compilador), Felipe Ángeles en la Revolución, México, Era / Conaculta, 2008, p. 19.

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El ministro de Guerra y los generales Delgado y Ángeles discuten un plan para el ataque a los felicistas, febrero de 1913. © (451526) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

Aunque durante la crisis Francisco I. Madero intentó que Felipe Ángeles remplazara a Victoriano Huerta en el mando militar –nombrado por el presidente para sofocar la rebelión en su contra–, esto no se concretó debido a las resistencias en diferentes sectores.

“Una de las razones más importantes por las cuales Madero había venido a Cuernavaca era que quería reemplazar a Huerta por Ángeles como comandante en jefe de la guarnición federal en la ciudad de México. Lo expresó con claridad uno de los pocos miembros revolucionarios del gabinete de Madero, Manuel Bonilla: ‘Al regresar el señor Madero, lo primero que propuso fue que el señor general Ángeles se encargara de reorganizar la línea de batalla, para preparar el asalto decisivo a la Ciudadela, y que se destituyera a Huerta, colocándose a Ángeles como jefe’. Todo el gabinete, sin embargo, se opuso a esta medida.”

Friedrich Katz, “Felipe Ángeles y la Decena Trágica”, en Adolfo Gilly (compilador), Felipe Ángeles en la Revolución, México, Era / Conaculta, 2008, pp. 23-24 [el texto entre comillas simples fue tomado por Katz de Manuel Bonilla, El régimen maderista, México, Arana, 1962, p. 176].

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José Delgado, Victoriano Huerta, Ángel García Peña y Felipe Ángeles discuten ataque a la Ciudadela, febrero de 1913. © (287406) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

Con la traición en puerta, Madero trató de apoyarse en Felipe Ángeles, comisionándolo en la jefatura del Estado Mayor: la orden no fue acatada por el secretario de Guerra.

“Se convino en que para no herir susceptibilidades de viejos jefes del ejército, no se cambiara al ministro de la Guerra, pero para controlar esa importante Secretaría se comisionara al general Felipe Ángeles, en la jefatura de Estado Mayor, y poder así vigilar el desarrollo completo de la actividad de los jefes que no inspiraban completa confianza. La disposición para que el general Ángeles se encargara de su comisión fue comunicada de palabra por el señor presidente al general García Peña, secretario de Guerra, y éste en lugar de cumplimentar lo acordado, llamó al general Ángeles, subió con él en un automóvil y lo condujo al punto militar que estaba establecido en la esquina de la calle de Colón, e imperativamente le ordenó permanecer allí y no separarse del lugar sin su previo consentimiento. Así fue desobedecida la orden del señor presidente Madero.”

Manuel Bonilla, El régimen maderista, México, Arana, colección Biblioteca de la Historia Mexicana, 1962, pp. 203-204.

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De izquierda a derecha: Manuel Mondragón, Victoriano Huerta, Félix Díaz y Aureliano Blanquet, febrero de 1913. Osuna Foto. Archivo Gráfico de El Nacional. Fondo Personal, Sobre 1423. inerm.

Antes de capturar a Madero y a Pino Suárez, Victoriano Huerta le tendió una trampa a Felipe Ángeles y lo tomó prisionero. Su intención, al parecer, no era fusilarlo, pues el general hidalguense aún mantenía influencia en el ejército.

“Había una persona muy claramente convencida de la lealtad y la devoción de Ángeles hacia Madero: era Victoriano Huerta. Por esta razón, el día del golpe Huerta convocó a Ángeles al Palacio Nacional, supuestamente para recibir órdenes, y lo arrestó […] Huerta tenía entonces tres opciones con respecto a Ángeles. La primera era ejecutarlo, decisión que podía tener consecuencias peligrosas para Huerta, en un momento en que su control del ejército no estaba totalmente seguro. Esto lo vio con claridad Pino Suárez, quien le dijo al ministro cubano: ‘Al general Ángeles no se atreverán a tocarle. El ejército lo quiere porque vale mucho y además porque fue el maestro de sus oficiales. Huerta peca por astucia y no disgustará fusilándolo, al único apoyo de su gobierno’.”

Friedrich Katz, “Felipe Ángeles y la Decena Trágica”, en Adolfo Gilly (compilador), Felipe Ángeles en la Revolución, México, Era / Conaculta, 2008, pp. 28 y 31-32 [el texto entre comillas simples fue tomado por Katz de Manuel Márquez Sterling, Los últimos días del presidente Madero, México, inerm, 1985, p. 514].

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En la Intendencia de Palacio Nacional estuvieron presos Francisco I. Madero, José María Pino Suárez y Felipe Ángeles del 19 al 22 de febrero de 1913. © (37474) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

El embajador de Cuba en México, Manuel Márquez Sterling, visitó a Felipe Ángeles en su cautiverio. “A don Pancho lo truenan”, le dijo el general al embajador.

“El ambiente era franco. Nada hacía presentir la catástrofe. Echado en un sofá, el general Ángeles sonreía con tristeza. Es hombre de porte distinguido, alto, delgado, sereno; ojos grandes, expresivos; fisonomía inteligente; y finas maneras. Cuando le dieron orden de volverse contra Madero se negó a obedecer. Acababa de cambiarse la ropa de campaña por el traje de paisano. Y era el único, de todos los presentes, que no fiaba en la esperanza ilusoria del viaje a Cuba. Una hora después me decía, con su lenguaje militar, ante la sospecha de un horrible desenlace:
–A don Pancho lo truenan...”

Manuel Márquez Sterling, Los últimos días del presidente Madero, México, inerm, 1985, p. 496.

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Francisco I. Madero y José María Pino Suárez. Retrato, 1911. © (663287) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

Rosa King, la amiga británica de Felipe Ángeles y de su esposa, los encontró en su refugio después de que éste fuera liberado; allí él le narró sus últimos minutos con el presidente Madero. Cuenta que el presidente, cuando lo sacaban de la habitación donde estaba con él, éste le dijo: “Adiós mi general, nunca volveré a verlo”.

“Me contó que él mismo había estado recluido con el presidente y el vicepresidente en una pequeña habitación, sobre uno de los accesos de Palacio Nacional. Ahí, con inconcebible hipocresía, Huerta había visitado al presidente Madero, quien al fin lo llamó por su verdadero nombre: ‘traidor’. La noche fatal del día 22, los agentes del general Huerta llegaron a ‘trasladar a Madero y Pino Suárez a la penitenciaría, donde estarían más seguros’. Cuando salían de la habitación el presidente se volvió hacia Ángeles y le dijo: ‘Adiós mi general, nunca volveré a verlo’. Sabían que marchaban a encontrarse con la muerte. Ángeles escuchó cómo se perdía el sonido de sus pasos, y esperó. Intentó imaginar su trayecto paso a paso. De vez en cuando sacaba su reloj y lo miraba. Una idea, me dijo, lo atormentaba: ‘Ni siquiera sabré en qué momento sucederá. ¿O acaso ya sucedió?’”

Rosa King, Tempestad sobre México, México, Conaculta / Mirada Viajera, 1998, p. 95.

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General Felipe Ángeles, retrato de perfil, ca. 1913. © (287546) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

La suerte de Felipe Ángeles fue distinta a la del presidente y el vicepresidente: si bien se corrió el rumor de que sería sometido a Consejo de Guerra, en realidad fue liberado, aunque fue destituido de sus cargos y enviado al exilio.

“Se corrió al día siguiente por la ciudad la versión de que el general Ángeles sería sometido a Consejo de Guerra por insubordinación, pues se le acusaba de haber desobedecido la orden de alto al fuego al firmarse el armisticio y continuando sus descargas sobre la Ciudadela por tres horas más, aumentando los daños y las muertes de los civiles. No fue así finalmente. Lo dejaron libre.
”El 24 de febrero, ‘por acuerdo del presidente interino’, fue cesado como jefe de la 7ª Zona Militar y como director del Colegio Militar y nombrado agregado militar en Bélgica. Seis días después, quedó sin efecto el nombramiento y Ángeles pasó a disponibilidad, en la categoría de ‘Sueltos’.”.

Adolfo Gilly, “¿Y de mis caballos, qué? (Un incidente en la vida del general Felipe Ángeles)”, en A. Gilly (compilador), Felipe Ángeles en la Revolución, México, Era / Conaculta, 2008, p. 58.

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Felipe Ángeles, retrato, ca. 1914. © (287495) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

El exilio de Felipe Ángeles fue breve, pues a finales de 1913 ya estaba de regreso en México, listo para integrarse a las filas revolucionarias.

“El general Ángeles fue desterrado a Francia el 29 de agosto de 1913, bajo la vigilancia del Ministro (Francisco León) de la Barra, y luego que llegó a París, se puso en contacto con el señor licenciado Miguel Díaz Lombardo, que era representante de la Revolución en aquel país. Blanquet cablegrafió el 26 de septiembre de 1913 al Ministro de México en París: ‘Sírvase informar dónde se encuentra General Felipe Ángeles’. El general Ángeles (ya para embarcarse) dirigió desde El Havre, Francia, con fecha 6 de diciembre de 1913, una comunicación al señor licenciado Francisco León de la Barra, informándole haber regresado a Inglaterra y manifestándole que en El Havre se detendría para hacer estudios de fabricación del material de artillería. El Cónsul de México en Nogales, Arizona, telegrafió al Secretario de Guerra con fecha 17 de octubre de 1913: ‘Anoche llegó, sigilosamente a Nogales, Sonora, General Felipe Ángeles’.”

Federico Cervantes M., Felipe Ángeles en la Revolución. Biografía (1869-1919), México, Edición del autor, 1964, pp. 67-68.

Con Venustiano Carranza
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El Primer Jefe Venustiano Carranza y Francisco Escudero, general Felipe Ángeles y Rafael Zubarán Capmany, 1913. Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. Library of Congress Prints and Photographs Division Washington, D.C. 20540 USA (2014694583).

Como antes lo había hecho Madero, Venustiano Carranza pretendió darle a Ángeles un cargo relevante en su gobierno: secretario de Guerra y Marina. Sin embargo, ante el reclamo de los jefes constitucionalistas, Carranza se retractó.

“Respecto al breve y conflictivo paso de Ángeles por el gabinete de Carranza, debe recordarse que éste estableció su primer gobierno completo a mediados de octubre de 1913, precisamente cuando regresaba Ángeles a México […] El conflicto puede resumirse así: Carranza le ofreció a Ángeles la Secretaría de Guerra y Marina, pero Álvaro Obregón y otros generales revolucionarios presionaron a don Venustiano hasta que lo hicieron retractarse. Los argumentos de ambos resultan comprensibles: Carranza quería que el Ejército Constitucionalista fuera profesional, ordenado y eficiente […] Por su parte, los generales revolucionarios reclamaban que era indebido e injusto que un militar federal –léase porfirista– encabezara las fuerzas rebeldes. Por si esto fuera poco, Ángeles deseaba incorporar al Ejército Constitucionalista el mayor número posible de federales, proyecto inmediatamente rechazado.”

Javier Garciadiego, “Una guerra no secreta: similitudes y diferencias de Felipe Ángeles y Venustiano Carranza”, en Adolfo Gilly (compilador), Felipe Ángeles en la Revolución, México, Era / Conaculta, 2008, pp. 84-85.

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Colaboradores del Primer Jefe Venustiano Carranza; al lado dg, el ingeniero Ignacio Bonillas, 1913. © (37967) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

Carranza nombró a Ángeles subsecretario de Guerra. No obstante, muchos colaboradores de Carranza siempre se mostraron contrarios a que el Ángeles se mantuviera en las filas constitucionalistas. La razón: haber sido miembro del Ejército Federal.

“Conocí al Licenciado Zubarán, Secretario de Gobernación, al Lic. Escudero, el diputado maderista que, después de pronunciar un violento discurso contra Huerta la noche de su exaltación al poder había desaparecido y que fungía de Secretario de Hacienda, al general don Felipe Ángeles, el único maderista entre los altos oficiales del Ejército Federal, recientemente nombrado Subsecretario de Guerra... pronto descubrí que, a pesar de haberse derivado el constitucionalismo del derrocamiento y asesinato de los señores Madero y Pino Suárez, los militares y políticos que rodeaban al Primer Jefe y que procedían de Coahuila y Sonora, formaban un ambiente poco propicio para los ex-maderistas de calidad. Abundaron los descontentos por el nombramiento de Subsecretario de Guerra recaído a favor del general Ángeles que era, además de ex-maderista, militar auténtico. Entre ellos estaba el Jefe del Estado Mayor –también fue oficial del Ejército Federal, pero de baja graduación– que se complacía en mermar sus atribuciones, humillándolo.”

Alberto J. Pani, Apuntes autobiográficos, México, inerm, 2003, pp. 191-193.

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El general Álvaro Obregón y su Estado Mayor, 1913. Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. Library of Congress Prints and Photographs Division Washington, D.C. 20540 USA (2014696074).

Álvaro Obregón fue uno de los principales opositores al nombramiento de Ángeles como secretario de Guerra y Marina en el gabinete de Carranza.

“En aquella estación, recibí un telegrama de la Primera Jefatura comunicándome que había sido designado g para el puesto de secretario de Guerra en el gabinete del señor Carranza. El concepto que yo había podido formarme de Ángeles, durante el poco tiempo que lo traté, era tan malo, que creía honradamente que su nombramiento sería de consecuencias lamentables para la Revolución, y juzgué de mi deber expresar al Jefe, con toda sinceridad, la mala impresión que me causaba aquel nombramiento, e indicarle, en forma respetuosa, que todos los demás jefes participaban de igual mala impresión, como lo demostraba el hecho de que Hill y Diéguez llegaron a presentar solicitud para obtener su baja en el ejército. Con tal motivo, y con previo permiso del Jefe, me trasladé a Hermosillo para tratar verbalmente el asunto, mientras se reparaban las vías para continuar nuestro avance a Culiacán. La primera impresión que causó mi actitud en este caso, fue, naturalmente, poco favorable para mí; atribuyéndose a egoísmo de mi parte la inconformidad que manifestaba con la designación hecha a favor de Ángeles; pero yo procuré convencer al Jefe de que el egoísmo no me había aconsejado aquella protesta... y que por consiguiente, ningún mezquino sentimiento podía rebelarse en mí con subordinárseme a un hombre de los conocimientos militares del general Ángeles, máxime cuando yo no tenía ningunos, sirviendo como militar sólo por causas ajenas a mi voluntad. El Jefe me explicó que el papel de Ángeles sería limitado y que todas las órdenes emanarían de la Primera Jefatura.”

Álvaro Obregón, Ocho mil kilómetros de campaña, México, fce, 1959, pp. 84-85.

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Isidro Fabela con Venustiano Carranza en el campamento de Hermanas, Coahuila, 1913. Mendoza Foto. Fotomecánico. Acervo inerm.

Felipe Ángeles hizo saber a Isidro Fabela, Enrique Llorente y Álvaro Obregón que no tenía aspiraciones presidenciales y mostró su disposición a luchar por la causa común.

“Ángeles invitó a comer a Obregón, a Enrique Llorente y a mí [...] Después del brindis Ángeles dijo [...] ‘se ha dicho con motivo de mi llegada a la Revolución, que tengo propósitos políticos, llegándose a afirmar que aspiro a la Presidencia de la República. Estos rumores son absolutamente infundados. Yo no he venido con fines personalistas, compañero Obregón, sino a colaborar con los revolucionarios, como un elemento militar que quizá pudiera ser útil a la causa por la que todos luchamos. No tengo ambiciones presidenciales mi general. El que lo crea no tiene razón para pensarlo, y el que lo diga afirma una mentira. Quisiera que estas palabras que le digo a usted las conozcan sus subordinados y amigos, para que acabe enteramente toda duda respecto a los fines que he tenido incorporándome al movimiento reivindicador en que estamos empeñados. Eso es todo, general Obregón. Y ahora, antes de levantar mi copa por el éxito de la campaña, por usted y nuestros amigos quisiera darle un estrecho abrazo que le exprese mi afecto y estimación personal’. Los generales se abrazaron efusivamente, sellando luego con las manos entrelazadas, un pacto de honor y compañerismo.”

Isidro Fabela, Mis memorias de la Revolución, México, Jus, 1977, pp. 162-165.

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Francisco Villa y g, ca. 1914. Fotomecánico. Acervo inerm.

Venustiano Carranza y Ángeles comenzaron a tener diferencias y aquél consideró que era mejor enviarlo a colaborar con Francisco Villa en la División del Norte.

“El alejamiento del general no resolvería las diferencias. En marzo de 1914, cuando Carranza se trasladó de Sonora a Chihuahua, el subsecretario Ángeles pudo incorporarse a la División del Norte, asumiendo como responsabilidad el manejo de la artillería. Más que encargarse de esta sección, la visión de Ángeles hizo que su objetivo final fuera hacer que las fuerzas villistas, ya de suyo poderosísimas, se profesionalizaran y disciplinaran. Felipe Ángeles pronto se convirtió en un influyente asesor de Villa.”

Javier Garciadiego, “Una guerra no secreta: similitudes y diferencias de Felipe Ángeles y Venustiano Carranza”, en Adolfo Gilly (compilador), Felipe Ángeles en la Revolución, México, Era / Conaculta, 2008, p. 87.

Con Francisco Villa
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Tropas federales en Torreón, marzo de 1914. Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. Library of Congress Prints and Photographs Division Washington, D.C. 20540 USA (2014695762).

En las batallas que consolidaron la relevancia de la División del Norte, Felipe Ángeles colaboró muy de cerca con el general Francisco Villa.

“Posesionadas de Bermejillo las tropas de la División del Norte, los señores Generales Villa y Ángeles piden por teléfono al General J. Refugio Velasco la rendición de la plaza de Torreón, desarrollándose el siguiente diálogo: (Llama el General Ángeles, contesta el Capitán Eguiluz y después de cerciorarse quién es su interlocutor, entrega la bocina al General Velasco)
Ángeles. — Buenas tardes, mi general.
Velasco. — Buenas tardes. ¿De dónde habla usted?
A.— De Bermejillo, mi General.
V.— ¿Que ya tomaron Bermejillo?
A.— Sí, mi General.
V.— Lo felicito
A.— Gracias.
V.— ¿Y qué les hicieron?
A.— Nada. Con el objeto de evitar algún tanto el derramamiento de sangre, creemos cumplir con un deber pidiendo a usted la plaza de Torreón.
V.— Un momento. (El General Ángeles creyó que con estas palabras Velasco trataba de eludir toda conversación sobre el particular; y agregó:). — ¿De modo que es inútil toda conversación sobre este asunto?
V. — ¿Es inútil?
A.— Eso es lo que yo pregunto.
En lugar de contestar, Velasco pasó la bocina al coronel Solórzano, que con argumentos baladíes trata de convencer el General Ángeles de que debían deponer las armas los Constitucionalistas.”

Roque González Garza, P. Ramos Romero y J. Pérez Rul, Apuntes para la historia. La Batalla de Torreón, Torreón, S.P.I., 1914, pp. 8-9.

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Tropas dg en Torreón, 1914. Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. Library of Congress Prints and Photographs Division Washington, D.C. 20540 USA (2014696015).

En la batalla de Torreón, en abril de 1914, y crucial para el derrocamiento de Huerta por parte del Ejército Constitucionalista, Felipe Ángeles tuvo una activa y decisiva participación como estratega del general Villa.

“El general Ángeles sugirió que se dejara libre la salida del enemigo hacia Saltillo, y Villa requería nuevos refuerzos. Los hermanos Arrieta de Durango, con bastantes hombres bien equipados, habían desobedecido la orden de acudir a la batalla de Torreón. Por la noche se siguió combatiendo por todos lados, hasta que las posiciones altas fueron nominadas después de una seria resistencia del enemigo. La lucha llegó hasta las casas de la ciudad, en ataques con granada de mano, y por fin, el 2 de abril de 1914, como a las cuatro de la tarde, protegidas por una gran polvareda levantada por fuerte viento, se retiraron las tropas federales de Torreón, ciudad que fue ocupada por las tropas más avanzadas. El general Villa, con la División del Norte, hacía su entrada triunfal el 3 de abril de 1917 y la artillería de Ángeles era saludada con admiración.”

Federico Cervantes M., Felipe Ángeles en la Revolución. Biografía (1869- 1919), México, Edición del autor, 1964, pp. 67- 68.

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General Brigadier Felipe Ángeles, 1914. Imagen tomada del libro de Roque González Garza, P. Ramos Romero y J. Pérez Rul, Apuntes para la historia. La Batalla de Torreón, S.P.I., 1914.

Carranza tuvo serios desacuerdos con el ejército villista, en el que Ángeles jugaba un papel relevante. El conflicto se expresó notoriamente cuando el primero impidió que fuera la División del Norte la que tomara la Ciudad de México.

“Felipe Ángeles tuvo una intervención decisiva en el proceso que llevó al ejército villista a adquirir una identidad política propia, distinta y enfrentada al constitucionalismo, del que provenía. Este proceso tuvo un momento acelerado de definición a mediados de 1914. Como se sabe, previo a la batalla de Zacatecas ocurrió el distanciamiento entre Villa y Carranza por el empecinamiento de éste en obstaculizar la toma de esa ciudad por la División del Norte e impedir que Villa, luego de su previsible victoria, tuviera la vía franca para avanzar hacia la capital del país.”

Felipe Arturo Ávila Espinosa, “Felipe Ángeles y la Convención de Aguascalientes”, en Adolfo Gilly (compilador), Felipe Ángeles en la Revolución, México, Era / Conaculta, 2008, p. 71.

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Juan O’Gorman, División del Norte (detalle), 1979-1980, pintura al fresco. Museo Nacional de Historia-Castillo de Chapultepec, Secretaría de Cultura.INAH.México.

Ante el conflicto entre Villa y Carranza, los oficiales de la División del Norte, Felipe Ángeles incluido, se posicionaron decididamente en favor del Centauro del Norte.

“Señor don Venustiano Carranza: Su último telegrama nos hace suponer que usted no ha entendido o no ha querido entender nuestros dos anteriores. Ellos dicen en su parte más importante, que nosotros no tomamos en consideración la disposición de usted que ordena deje el general Villa el mando de la División del Norte, y no podríamos tomar otra actitud en contra de esa disposición impolítica, anticonstitucionalista y antipatriótica. ”Hemos convencido al general Villa de que los compromisos que tiene contraídos con la Patria, lo obligan a continuar al mando de la División del Norte, como si usted no hubiera tomado la malévola resolución de privar a nuestra causa democrática de su jefe más prestigiado, en quien los liberales y demócratas mexicanos tienen cifradas sus más caras esperanzas.
”Si él lo escuchara a usted, el pueblo mexicano, que ansía el triunfo de nuestra causa, no sólo anatematizaría a usted por solución tan disparatada, sino que vituperaría también al hombre que en camino de libertar a su país de la opresión brutal de nuestros enemigos, abandonaba las armas por sujetarse a un principio de obediencia, a un jefe que va defraudando las esperanzas del pueblo, por su actitud dictatorial, su labor de desunión en los Estados que recorre y su desacierto en la dirección de nuestras relaciones exteriores.”

Telegrama de Calixto Contreras y otros generales de la División del Norte, entre los que figura Felipe Ángeles, 14 de junio de 1914, en Vito Alessio Robles, La Convención Revolucionaria de Aguascalientes>, México, inerm, 2014, pp. 30-31.

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Felipe Ángeles y su Estado Mayor en el cerro de la Bufa, después de la toma de Zacatecas, en junio de 1914. © (6119) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

Felipe Ángeles era un gran estratega militar, pero también un hombre sensible: ante la victoria en la batalla de Zacatecas en junio de 1914, no dejó de conmoverse por la ignominia de la muerte.

“A la mañana siguiente entramos a Zacatecas visitando el campo de batalla por el lado de La Bufa; en donde, en verdaderos nidos de águilas se había hecho fuerte el enemigo [...]
”¡Oh el camino de Zacatecas a Guadalupe! Una ternura infinita me oprimía el corazón; lo que la víspera me causó tanto regocijo, como indicio inequívoco de triunfo, ahora me conmovía hondamente.
”Los siete kilómetros de carretera entre Zacatecas y Guadalupe y las regiones próximas, de uno y otro lado de esa carretera, estaban llenas de cadáveres, al grado de imposibilitar al principio el tránsito de carruajes. Los cadáveres ahí tendidos eran, por lo menos, los ocho décimos de los federales muertos el día anterior en todo el campo de batalla [...] ”Gracias a la fría temperatura de Zacatecas, los cadáveres aún no apestaban y se podían observar sin repugnancia [...]
”En los soldados, aunque ya habían sido movidos al despojarlos de sus zapatos y ropa exterior, había infinidad de actitudes y de expresiones: quienes habían muerto plácidamente y sólo parecían dormir, quienes guardaban actitudes desesperadas y la mueca del dolor y del espanto.
”Y ¡pensar que la mayor parte de estos muertos fueron cogidos de leva por ser enemigos de Huerta y, por ende, amigos nuestros! Y ¡pensar que algunos de ellos eran mis amigos, que la inercia del rebaño mantuvo del lado de la injusticia!”

Felipe Ángeles, “Diario de la Batalla de Zacatecas”, en Álvaro Matute (compilador), Documentos relativos al general Felipe Ángeles, México, Editorial Domés, 1982, pp. 89-91.

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Juan Ortega, La toma de Zacatecas, junio de 1914, hoja suelta. Colección Gráfica y de Sonido del inerm.

La participación de Felipe Ángeles en la toma de Zacatecas fue registrada en los corridos de la época.

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Ángel Boliver, La toma de Zacatecas, 1914. Museo Nacional de Historia-Castillo de Chapultepec. Secretaría de Cultura. inah.

Para Venustiano Carranza no fue una sorpresa que Felipe Ángeles influenciara en lo que consideraba la insubordinación de la División del Norte

“La desobediencia de la División del Norte vendría a constituir la declaración de guerra política de Ángeles contra Carranza, a quien, por lo demás, esta actitud no tomaba desprevenido, puesto que, como ya se señaló, desde que Ángeles se había incorporado a la División del Norte, había pensado en la posibilidad de que se ‘volteara’ contra él y sus allegados.”

Odile Guilpain Peuliard, Felipe Ángeles y los destinos de la Revolución Mexicana, México, fce, 1995, p. 141.

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g al frente sus tropas. 1914. © (287515) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

Muy probablemente, uno de los factores que propiciaban la animadversión que Carranza sentía hacia Felipe Ángeles era que éste destacaba del resto de los caudillos por sus capacidades y experiencia, que lo acreditaban para dirigir el país.

“En realidad, de todos los principales líderes revolucionarios, seguramente Carranza veía en Ángeles a su mayor competidor: de entre los suyos, Pablo González era un subalterno leal y Obregón todavía carecía de experiencia necesaria para ser un líder político; entre los contrarios, Villa y Zapata eran caudillos militares y reformadores sociales de alcance regional, sin la confianza internacional ni la preparación adecuada para encabezar el país. Sólo Ángeles tenía capacidad y experiencia. Además, sería plenamente aceptado por todos los componentes del convencionalismo y era visto muy positivamente por el gobierno de Woodrow Wilson, pues contaba con los ingredientes que Washington deseaba para el próximo presidente de México: ser un revolucionario, moderado, privilegiar el orden y simpatizar con Estados Unidos.”

Javier Garciadiego, “Una guerra no secreta: similitudes y diferencias de Felipe Ángeles y Venustiano Carranza”, en Adolfo Gilly (compilador), Felipe Ángeles en la Revolución, México, Era / Conaculta, 2008, pp. 90-91.

La Convención de Aguascalientes
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Eulalio Gutiérrez junto a grupo de convencionistas en el Teatro Morelos, retrato de grupo; sentados José Isabel Robles, Felipe Ángeles y Eulalio Gutiérrez, octubre de 1914. © (640344) Secretaría de Cultura. INAH.Sinafo.FN.México.

Felipe Ángeles asistió a la Convención de Aguascalientes, en octubre de 1914, con la convicción de que ese era un medio efectivo para frenar las ambiciones de Carranza y, al mismo tiempo, reafirmar el espíritu democrático del movimiento revolucionario.

“Ángeles, como muchos otros revolucionarios, habrá visto en la Convención la expresión de un auténtico poder popular. Pero él veía amenazado el ejercicio de ese poder popular por las ambiciones personales de Carranza, cuyas maniobras previas a la Convención aparecían como otros tantos medios destinados a consolidar su lugar de caudillo. La posición de Ángeles en la Convención se fundó en tres convicciones: la primera, que el documento firmado por Villa y Obregón el 9 de septiembre reafirmaba el espíritu de la Revolución; la segunda, que la restauración de la Constitución de 1857 y de un gobierno democrático le cerraría a Carranza el camino a sus ambiciones; y la tercera, que para que ese nuevo gobierno fuera verdaderamente democrático, era necesario que en él estuvieran representadas todas las expresiones emanadas del pueblo y, en particular, las reivindicaciones de los zapatistas.”

Odile Guilpain Peuliard, Felipe Ángeles y los destinos de la Revolución Mexicana>, México, fce, 1995, pp. 152-153.

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El general Felipe Ángeles firma la bandera de la Convención de Aguascalientes, octubre de 1914. © (39085) Secretaría de Cultura. INAH.Sinafo.FN.México.

Felipe Ángeles participó en la Convención de Aguascalientes como parte de la delegación de la División del Norte.

“Por parte de la División del Norte asistieron personalmente la mayoría de sus principales generales: Eugenio Aguirre Benavides, Felipe Ávila (gobernador de Chihuahua), Felipe Ángeles, Manuel Chao, Raúl Madero, Pánfilo Natera, Orestes Pereira y José Isabel Robles… Los principales jefes yaquis aliados de Maytorena (José María) y de Villa, Luis Espinosa y Luis Matas, también mandaron sus representantes: Ángel Castellanos y Federico Cervantes.”

Felipe Arturo Ávila Espinosa, El pensamiento económico, político y social de la Convención de Aguascalientes, México, inerm / Instituto Cultural de Aguascalientes, 1991, p. 103.

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Felipe Ángeles y su Estado Mayor se dirigen al Teatro Morelos, octubre de 1914. © (39090) Secretaría de Cultura. INAH.Sinafo.FN.México.

Felipe Ángeles fue uno de los personajes que reivindicaron los principios del Plan de Ayala, al tiempo que insistieron en que el ejército de Emiliano Zapata debía estar representado en la Convención de Aguascalientes.

“En el segundo día de sesiones, Felipe Ángeles define un poco más las cosas. El objeto de la Convención –señala– es especialmente la pacificación del país y, por tanto, debe estar presente el Ejército Libertador, al que se tiene que invitar. En su intervención menciona el ‘completo acuerdo en los principios y tendencias de la División del Norte con los consignados en Plan de Ayala’.”

Felipe Arturo Ávila Espinosa, El pensamiento económico, político y social de la Convención de Aguascalientes, México, inerm / Instituto Cultural de Aguascalientes, 1991, p. 107.

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Felipe Ángeles y miembros de su Estado Mayor al llegar a la ciudad de México, retrato de grupo. Octubre de 1914. © (40855) Secretaría de Cultura. INAH.Sinafo.FN.México.

Felipe Ángeles se trasladó a Morelos como parte de la comisión que invitó a los zapatistas a participar en la Convención de Aguascalientes. Influyó, además, de forma relevante, para que allí se aprobara el Plan de Ayala como la base mínima del programa de reforma.

“Ángeles no sólo propuso la integración de los zapatistas a la Convención para poder llevar a cabo la paz en la República y hacer efectiva la soberanía de ese cuerpo, sino que encabezó la comisión que se trasladó a Morelos a invitarlos. En ese viaje tejió la alianza con Zapata y, una vez que los zapatistas se sumaron a la Convención, Ángeles y González Garza, al frente de los delegados villistas, apoyaron las posturas políticas de los delegados del Ejército Libertador, que eran a todas luces las más radicales y las que exigían con más contundencia, como una condición sine qua non para el avance de la Revolución, la separación de Venustiano Carranza del poder. La mancuerna González Garza - Ángeles influyó también para lograr que la Convención aceptara el Plan de Ayala como la base mínima del programa de reforma que debía aprobar.”

Felipe Arturo Ávila Espinosa, “Felipe Ángeles y la Convención de Aguascalientes”, en Adolfo Gilly (compilador), Felipe Ángeles en la Revolución, México, Era / Conaculta, 2008, p. 73.

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Felipe Ángeles reunido con zapatistas, retrato de grupo. Octubre de 1914. © (63449) Secretaría de Cultura. INAH.Sinafo.FN.México.

Pese a su compromiso con el desarrollo de la Convención de Aguascalientes, Felipe Ángeles tuvo claridad de que las verdaderas definiciones se tomarían en las acciones armadas.

“Dentro del villismo, los generales cercanos al Centauro y los asesores civiles encargados de organizar y administrar el gobierno villista en los territorios de Chihuahua y Durango no tenían esa misma claridad [sobre los alcances de lo que sucedía en Aguascalientes], a pesar de su fuerte y auténtico compromiso con la Convención. En cambio, Felipe Ángeles fue el que, entre los generales villistas, tuvo mayor conciencia de que la Convención era transitoria y no podía resolver el problema del poder: que esta cuestión, según su formación militar se lo decía, tenía que resolverse por las armas.”

Felipe Arturo Ávila Espinosa, “Felipe Ángeles y la Convención de Aguascalientes”, en Adolfo Gilly (compilador), Felipe Ángeles en la Revolución, México, Era / Conaculta, 2008, p. 74.

La derrota del ejército villista
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Delegados de la Convención en el salón; de izquierda a derecha, sentados en la primera fila: Roque González Garza, Antonio Díaz Soto y Gama, Paulino Martínez y Felipe Ángeles. Octubre de 1914. © (39069) Secretaría de Cultura. INAH.Sinafo.FN.México.

Una vez saldadas las principales discusiones de la Convención, Ángeles regresó a su actividad militar. Participó en las batallas del Bajío, en las que la División del Norte fue derrotada a manos del Ejército Constitucionalista.

“El general Ángeles participó en la Convención sólo durante el mes de octubre de 1914. Después, se puso al frente de sus tropas y dirigió la campaña del noreste de la República en los primeros meses de 1915. Obtuvo brillantes victorias, pero éstas no sirvieron para alterar el resultado de las decisivas batallas del Bajío, en las cuales Obregón aniquiló a la División del Norte.”

Felipe Arturo Ávila Espinosa, “Felipe Ángeles y la Convención de Aguascalientes”, en Adolfo Gilly (compilador), Felipe Ángeles en la Revolución, México, Era / Conaculta, 2008, p. 75.

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Felipe Ángeles, Lucio Blanco, Manuel N. Robles y otras personas antes de salir hacia el estado de Morelos, retrato de grupo. Octubre de 1914. © (662649) Secretaría de Cultura. INAH.Sinafo.FN.México.

La reorganización de las fuerzas carrancistas luego de la Convención incluyó una fuerte campaña contra la División del Norte y sus dirigentes, Ángeles entre ellos; contra éste, Álvaro Obregón echó mano de su antecedente en el ejército porfirista y lo acusó de haber conspirado en la Decena Trágica para deponer a Madero.

“Por estos días [diciembre de 1914], circulaba profusamente en Veracruz una hoja que yo había redactado y hecho imprimir, bajo el título de: ‘Cargos concretos contra Francisco Villa, José María Maytorena y Felipe Ángeles’, cuyo texto se reproduce íntegro a continuación: […]
”Contra Felipe Ángeles
”Primero. Encontrándose en París, al iniciarse el movimiento libertario de 1910, telegrafió al general Díaz, ofreciéndole sus servicios para combatir al maderismo, calificado por él de bandolerismo.
”Segundo. Durante la decena trágica, haber retirado su artillería, que tenía emplazada frente a la legación inglesa para batir a la Ciudadela, por haber informado al fatídico León de la Barra –que se hallaba refugiado en la mencionada legación– que había el propósito de deponer al presidente Madero, y que él, Ángeles, era el candidato más viable para sustituirlo.”

Álvaro Obregón, Ocho mil kilómetros en campaña, México, fce, pp. 233-238.

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Tropas del general Felipe Ángeles desfilan triunfantes en la Ciudad de México, 6 de diciembre de 1914. © (287513) Secretaría de Cultura. INAH.Sinafo.FN.México.

Álvaro Obregón acusó a Felipe Ángeles de colaborar con Victoriano Huerta, de beneficiarse económicamente de la causa revolucionaria y de fomentar las divisiones en el gabinete de Carranza.

“Tercero. Haber aceptado en París, una comisión del llamado Gobierno de Huerta, permaneciendo allá algunos meses, y teniendo lugar después de eso su incorporación al Ejército Constitucionalista, lo que demuestra claramente que fue enviado por los científicos, para sembrar la división en nuestras filas, y ser un escalón de la reacción, puesto que, de haber sido un partidario sincero de la causa del pueblo, hubiera ingresado, desde que salió de México, a las filas revolucionarias.
”Cuarto. Haber exigido la suma de dos mil dólares para venir de París a incorporarse, en la época en que el movimiento revolucionario carecía de dinero, aun para la compra de pertrechos de guerra.
”Quinto. Haber fomentado en José María Maytorena, la idea de la traición contra la Primera Jefatura de la Revolución, siendo Subsecretario de Guerra en el Gabinete Constitucionalista.”

Álvaro Obregón, Ocho mil kilómetros en campaña, México, fce, 1959, pp. 233-238.

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Felipe Ángeles y otros militares a caballo, 6 de diciembre de 1914. © (287496) Secretaría de Cultura. INAH.Sinafo.FN.México.

Álvaro Obregón consideraba que Felipe Ángeles había sido el principal instigador de Francisco Villa para que se insubordinara contra la jefatura carrancista.

“Sexto. Haber sido el principal instigador de Villa, para que se insubordinara, como lo patentiza, entre otros, el hecho de haber redactado el primer telegrama de insubordinación que Villa dirigió al C. Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, y de haber unido a Villa y a Maytorena, cuando era notoria la división que existía entre ambos, pues el primero había dirigido al segundo una carta de rompimiento, llena de improperios. Todavía desempeñaba Ángeles el puesto de Subsecretario de Guerra.
”Séptimo. Haberse insubordinado a la Primera Jefatura de la Revolución, acto que le valió ser depuesto del cargo de Subsecretario de Guerra. ”Octavo. Haber incorporado a las filas de la División del Norte a muchos jefes y oficiales ex-federales.
”Noveno. Haber pretendido cohechar a algunos jefes del Ejército Constitucionalista; entre ellos al coronel Federico Montes, y al mayor médico José Siurob, manifestándoles que contaba con el apoyo del Gobierno norteamericano.
Cuartel General del Cuerpo de Ejército del Noroeste. H. Veracruz, Ver., 4 de diciembre de 1914. El General en Jefe. Álvaro Obregón.”

Álvaro Obregón, Ocho mil kilómetros en campaña, México, fce, 1959, pp. 233-238.

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Arnold Belkin, La llegada de los generales Zapata y Villa al Palacio Nacional el 6 de diciembre de 1914. Al lado de Villa, de pie, el general Felipe Ángeles. Pintura al fresco. Museo Nacional de Historia-Castillo de Chapultepec, Secretaría de Cultura.INAH.México.

En una carta, Francisco Villa le propone a Emiliano Zapata que respalde su decisión de enviar a Felipe Ángeles a tomar la Ciudad de México para hacerse cargo, provisionalmente, de la presidencia.

“Creo muy conveniente que en esta vez se tome posesión de la presidencia provisional de la República un hombre formal, serio y adicto completamente a la causa del pueblo, que por su patriotismo y honradez, garantice los ideales de la Revolución y, en mi concepto, creo que llena esas cualidades el general Felipe Ángeles, a quien pienso despachar con una fuerte columna de infantería a que tome posesión de la ciudad de México, y se haga cargo provisionalmente de la primera magistratura; pero como en todo deseo caminar de acuerdo con usted; le suplico se sirva decirme si está conforme con tal designación y en caso contrario darme el nombre de su candidato para el puesto de referencia, que le suplico sea inmediatamente.”

Carta de Francisco Villa a Emiliano Zapata, Monterrey, 19 de marzo de 1915, Archivo Histórico de la UNAM-CESU, Ciudad de México, Fondo Gildardo Magaña, Caja 28, Expediente 6. Foja 188.

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Felipe Ángeles durante un discurso. Enero de 1915. © (287501) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

De acuerdo con algunos historiadores, la capacidad militar de Felipe Ángeles era tal que, si la División del Norte tuvo derrotas, fue como resultado de que Francisco Villa no escuchó sus consejos.

“Ángeles sería, pues, el gran estratega de trágico destino, el consejero no escuchado, el lugarteniente que previó la derrota y, aun así, se mantuvo leal a la estrella del caudillo popular y los acompañó al desastre que él hubiera podido evitar. Friedrich Katz muestra un personaje más ambiguo, más complejo, más humano sin duda, aunque comulga del todo con la idea de la gran capacidad militar de Ángeles y la certeza de que, de haberle hecho caso Pancho Villa, los convencionistas habrían ganado la guerra.”

Pedro Salmerón Sanginés, 1915. México en guerra, México, Planeta, 2015, p. 246.

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Felipe Ángeles, retrato. 1915. © (643651) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

Las habilidades de Felipe Ángeles contribuyeron a fortalecer las capacidad de la División del Norte.

“Quienes ven en Felipe Ángeles al verdadero organizador de la División del Norte y artífice de sus victorias, suelen hacer a un lado algunos datos fundamentales: cuando el artillero hidalguense llegó a Chihuahua para incorporarse al villismo, la División del Norte ya era un ejército bien organizado y disciplinado, que había triunfado sobre los federales en batallas formales y estaba listo para la larga batalla de posiciones que, en torno a Torreón, se libró entre 19 de marzo y el 2 de abril de 1914, dónde Ángeles mostró sus innegables virtudes como táctico de artillería.”

Pedro Salmerón Sanginés, “El embrujo de Felipe Ángeles: ensayo sobre un militar académico y sus historiadores”, en Adolfo Gilly (compilador), Felipe Ángeles en la Revolución, México, Era / Conaculta, 2008, p. 107.

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El general Felipe Ángeles en los alrededores de Monterrey, ca. 1915. Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. Library of Congress Prints and Photographs Division Washington, D.C. 20540 USA (2016821228).

Los orígenes y la preparación de Felipe Ángeles han contribuido a que los historiadores caigan en excesos respecto a su papel en la División del Norte: es más fácil interpretarlo a él que a un personaje tan contradictorio y mitificado como Francisco Villa.

“Aunque muchas de las ideas aquí expuestas están aún en embrión, el estudio de las campañas militares de 1914 y 1915 me ha ido convenciendo de que los historiadores exageran el papel de Felipe Ángeles. Esta simpatía por la figura de Ángeles se debe sin duda a sus notables cualidades personales, pero también, muy probablemente, a que sea mucho más fácil para los historiadores entender a un intelectual (y Ángeles era, antes de todo, un militar académico, de alguna manera un intelectual), que a un personaje tan distinto, tan lejano, tan contradictorio y rodeado de mitos como Francisco Villa.”

Pedro Salmerón Sanginés, “El embrujo de Felipe Ángeles: ensayo sobre un militar académico y sus historiadores”, en Adolfo Gilly (compilador), Felipe Ángeles en la Revolución, México, Era / Conaculta, 2008, p. 115.

El exilio
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El general Felipe Ángeles, ca. 1915. © (374054) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

Luego de las derrotas en el Bajío, Felipe Ángeles se distanció de Francisco Villa y se estableció en Estados Unidos, en la ciudad fronteriza de El Paso.

“Desorganizada la División del Norte, Ángeles comprendió que ‘todo se había perdido, hasta el honor’ y, después de reñir con su jefe Francisco Villa, se radicó en los Estados Unidos, en calidad de refugiado, eligiendo El Paso como lugar de residencia. Allí adquirió una pequeña propiedad rural, algunas vacas, cerdos, gallinas, etc., y ahora se dedica a la vida campestre y a recordar –quizá con justísimo remordimiento– su pasado bochornoso. Como estas notas biográficas distan mucho de constituir un libelo, debemos consignar hechos y apreciaciones con sujeción a la verdad; de aquí que manifestamos gustosos y sin ambages que el general Ángeles es de los pocos revolucionarios que no robaron. Al revés, dentro y fuera de la revolución, ha vivido modestamente, y el rancho que hoy posee, lo compró con dinero (diez mil dólares) que recibió, en calidad de préstamo, del ex Gobernador de Sonora, don José M. Maytorena. Ángeles carece de bienes y de fortuna, y ni sus enemigos le han hecho el cargo de falto de honradez.”

Antimaco Sax [José Elguero], Política contemporánea. Los mexicanos en el destierro, San Antonio, Edición del autor, 1916, pp. 69-70.

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Felipe Ángeles durante un discurso. 1915. © (287501) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

Para algunos, la personalidad intelectual de Felipe Ángeles no le permitió destacar por encima del liderazgo natural de Francisco Villa.

“Es muy inteligente y estudioso. Sus amigos y condiscípulos aseguran que tiene más de teorizante, que de hombre práctico; pero nosotros creemos que, si tuvo este defecto, lo ha corregido en el ajetreo de la revolución, toda vez que supo organizar las chusmas de Villa y conducirlas a la victoria en señaladas ocasiones. Más bien se nos antoja el general Ángeles vacilante, indeciso, con poco valor personal, y, como todos los hombres inteligentes de esta especie, muy dado al análisis, en cuyas especulaciones suele perderse como en un laberinto. De aquí que Ángeles, tan bien preparado para situaciones como la del villismo, no haya podido mostrarnos una personalidad propia y fuerte. Siempre fue ‘el segundo de Villa’, cuando debió haber sido el primero, por no decir ‘el único’. Todo lo cual demuestra que los caudillos no se forman en las escuelas, aunque éstas se llamen Chapultepec o Fontainebleau, sino que los ‘jefes naturales’ lo son de nacimiento, por virtud de esa fuerza misteriosa y extraña, que llevan en el alma algunos hombres, sean Atilas o Napoleones, Villas o Huertas.”

Antimaco Sax [José Elguero], Política contemporánea. Los mexicanos en el destierro, San Antonio, Edición del autor, San Antonio, Texas, 1916, pp. 69-70.

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El general Felipe Ángeles en el exilio. 1917. Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.

La estancia de Felipe Ángeles en El Paso estuvo marcada por grandes dificultades económicas.

“El General Ángeles permaneció en Estados Unidos, como exiliado político, residiendo en la ciudad de El Paso, con grandes dificultades económicas, porque él no había amasado fortuna alguna. Casi de la miseria lo rescató la generosa amistad del General José María Maytorena, exgobernador constitucional del estado de Sonora, quien le facilitó elementos para adquirir un rancho y tratar de vivir modestamente. En el rancho de El Bosque cerca de El Paso, Tex., y al otro lado del río Bravo, se estableció el General Ángeles con su familia, formada por la señora su esposa, Clara Kraus de Ángeles y sus hijos Alberto, Isabel, Felipe y Julio. Estos entonces contarían unos doce años. La vida del General Ángeles en El Paso, Tex., fue de rudo trabajo, sin embargo, el negocio del rancho vino a menos y terminó con el fracaso económico, a pesar de que el hijo mayor Alberto, trabajó heroicamente por salvar los intereses de la familia.”

Federico Cervantes M., Felipe Ángeles en la Revolución. Biografía (1869- 1919)>, México, Edición del autor, 1964, pp. 216-220.

El regreso, la captura, el fusilamiento
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Felipe Ángeles, Néstor Enciso Arce y Antonio Trillo ante el consejo de Guerra. Noviembre de 1919. © (287537) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

Una vez que Felipe Ángeles hubo regresado a México, fue detenido en el desierto de Chihuahua y sometido a un Consejo Extraordinario de Guerra acusado de rebelión y deserción frente al enemigo.

“En efecto, el general Ángeles, el día 15 de noviembre de 1919, había caído prisionero, juntamente con otros cuatro hombres, en un Punto del Valle de los Olivos, en la región de Balleza, de la Defensa Social de ese lugar, al mando del Mayor Gabino Sandoval, quien al frente de una escolta, trasladó a los prisioneros a Parral, de ahí a Camargo y finalmente a la ciudad de Chihuahua, el día 21 de noviembre.”

Federico Cervantes M., Felipe Ángeles en la Revolución. Biografía (1869- 1919)>, México, Edición del autor, 1964, p. 304.

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Última foto en vida del general Felipe Ángeles y una nota que dice: “Mi muerte hará más bien a la causa democrática que todas las gestiones de mi vida. La sangre de los mártires fecundiza las buenas causas”: Felipe Ángeles. 26 de noviembre de 1919. © (287544) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

Habiendo sido condenado a muerte, Felipe Ángeles escribió una carta de despedida dirigida a su familia.

“26 de noviembre de 1919. En el Cuartel del 21º Regimiento. —Chihuahua. —Adorada Clarita: Estoy acostado descansando dulcemente. Oigo murmurar la voz piadosa de algunos amigos que me acompañan en mis últimas horas. Mi espíritu se encuentra en sí mismo y pienso con afecto intensísimo en ti, en Chabela, en Alberto, en Julio y en Felipe. Siempre he hecho lo mismo en todo el tiempo desde que me separé de ustedes. Hago votos fervientes para que conserves tu salud y por la felicidad de Chabela. Tengo la más firme esperanza de que mis tres hijos serán amantísimos para ti y para la patria… Diles que los últimos instantes de mi vida los dedicaré al recuerdo de ustedes, y que les envío un ardientísimo beso para todos ustedes. —Felipe Ángeles.”

Carta del general Felipe Ángeles a su esposa, momentos antes de ser fusilado, citado del libro: en Federico Cervantes M., Felipe Ángeles en la Revolución. Biografía (1869- 1919)>, México, Edición del autor, 1964, p. 360.

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El cadáver del general Felipe Ángeles, 26 de noviembre de 1919. © (287525) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

Al día siguiente de que fuera dictada su sentencia, Felipe Ángeles fue fusilado.

“El 26 de noviembre de 1919 como a las seis de la mañana Ángeles fue sacado de su celda. El reo fue entregado al mayor Ignacio L. Campos, encargado de hacer cumplir la sentencia. Ángeles solicitó como gracia, pues no deseaba dirigirse a nadie, que los fusiles estuvieran preparados para que en el preciso instante en que llegara frente al pelotón, se hiciera la descarga, a lo cual accedió. Luego, Ángeles se dirigió al lugar de la ejecución y apenas se había colocado mandado por el teniente Ramón Ortiz, se escuchó la voz de éste que ordenaba: ‘¡Fuego!’, y casi al mismo tiempo, unísono descargo. El Licenciado Gómez Luna solicitó y obtuvo permiso para que el cadáver de Ángeles le fuera entregado para velarlo y darle sepultura en el cementerio de la ciudad.”

Federico Cervantes M., Felipe Ángeles en la Revolución. Biografía (1869- 1919)>, México, Edición del autor, 1964, pp. 363-365.

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Funerales del general Felipe Ángeles, Chihuahua, 26 de noviembre de 1919. © (287536) Secretaría de Cultura.INAH.Sinafo.FN.México.

Miles de pobladores de Chihuahua acudieron a despedir los restos de Felipe Ángeles, con cuantiosas muestras de afecto y admiración.

“El sepelio del infortunado general Ángeles se verificó después de ser velado por varias horas, en donde miles de vecinos desfilaron para contemplar, por última vez, los despojos del hombre que había muerto por la causa popular. Hombres, mujeres y niños de todas clases, lo acompañaron silenciosamente hasta el cementerio. Cinco mil personas, entre ellas las más prominentes de la sociedad de Chihuahua; asistieron a los funerales; el doctor Gómez y tres más de sus amigos conducían el cadáver sobre sus hombros al panteón.”

Federico Cervantes M., Felipe Ángeles en la Revolución. Biografía (1869- 1919)>, México, Edición del autor, 1964, p. 365.

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El ex general. Felipe Ángeles fue fusilado ayer a las siete de la mañana. El Demócrata>, 27 de noviembre de 1919. Hemeroteca Nacional, unam.

Mientras se desarrolló el Consejo Extraordinario de Guerra en el que se juzgó a Felipe Ángeles hubo numerosas solicitudes de clemencia en favor del procesado; sin embargo, tanto Venustiano Carranza como Álvaro Obregón presionaron para que la sentencia de fusilamiento fuera ejecutada.

“Miles de personas en México y en Estados Unidos pidieron perdón para Ángeles y el mismo general Manuel Diéguez, jefe de armas de Chihuahua, telegrafió a Carranza informándole de la ilegalidad del juicio y de su ‘altísimo’ riesgo político. El Primer Jefe mandó una respuesta lacónica que no dejaba lugar a dudas: ‘Le ordeno recordar los procedimientos que las ordenanzas militares señalan para el cumplimiento ineludible de una sentencia de muerte’. Por su parte, Obregón también telegrafió a Diéguez: ‘Lo borraré de la lista de mis amigos si hace usted cualquier gestión por salvar la vida del general Ángeles’.”

Ignacio Solares, La noche de Ángeles, México, Diana, 1991, p. 177.

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Corrido del fusilamiento del general Felipe Ángeles, noviembre de 1919, Acervo inehrm.

Felipe Ángeles era objeto de la animadversión tanto de Obregón como de Carranza, quienes ostentaban el poder cuando fue fusilado.

“Podría afirmarse, para concluir, que en el fusilamiento de Ángeles concurrieron sus dos mayores enemigos: Obregón, quien se había negado a que los revolucionarios fueran dirigidos por un ex federal, y deseaba para sí ese puesto, el que por cierto ocupó entre 1915 y 1917; y Carranza, porque siempre había visto en Ángeles a su único verdadero competidor: ambos tenían experiencia política y ambos pretendían encabezar, ordenándolos, sendos movimientos revolucionarios; asimismo, ambos estaban convencidos de que el Estado posrevolucionario debía otorgar limitadas concesiones sociales a los grupos populares.”

Javier Garciadiego, “Una guerra no secreta: similitudes y diferencias de Felipe Ángeles y Venustiano Carranza”, en Adolfo Gilly (compilador), Felipe Ángeles en la Revolución, México, Era / Conaculta, 2008, p. 98.

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General Francisco Villa, Chihuahua, ca. 1915. Fotomecánico. Acervo inehrm.

El fusilamiento de Felipe Ángeles desató reacciones adversas, entre otras la de Francisco Villa, quien con sus tropas atacó una guarnición carrancista.

“El veredicto del tribunal, que sentenció a muerte a Ángeles, informó el cónsul estadounidense en Chihuahua, fue extremadamente impopular en este distrito, tanto así que probablemente no es una exageración decir que del noventa al noventa y cinco por ciento de la gente condenó la acción y estaba firmemente convencida que los procedimientos del consejo eran una farsa, ya que los jueces militares recibían sus instrucciones de la Ciudad de México, a través del general Diéguez. Más de cinco mil chihuahuenses formaron la gigantesca procesión fúnebre que acompañó el cuerpo de Ángeles a su tumba. La respuesta de Villa a la ejecución fue pronta y sangrienta. Dos días después de la muerte de Ángeles, sus tropas cayeron sobre la guarnición carrancista de Santa Rosalía y mataron hasta el último de sus defensores.”

Friedrich Katz, Pancho Villa, M��xico, Era, 1999, Tomo II, p. 314.

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Comunidad Escolar “Felipe Ángeles”, Coaltetelco, Morelos, ca. 1950, Archivo Gráfico de El Nacional, Fondo Temático, Sobre 186-I, inehrm.

Una forma de homenajear la labor revolucionaria de Felipe Ángeles ha sido bautizar centros educativos con su nombre.

“Ciertamente la escuela era objeto del ‘particular Orgullo’ de Villa. Le puso el nombre de Felipe Ángeles, y consideró su edificación una de las prioridades al hacerse cargo de Canutillo […] Regino Hernández Llergo […] opinó que la escuela que Villa había construido podía equipararse con las mejores de México. Los trescientos niños que asistían no sólo venían de Canutillo, sino de los ranchos y haciendas de los alrededores. Los cinco maestros, que habían ido de voluntarios a Canutillo y cobraban del gobierno federal, elogiaron la dedicación y el interés de Villa por la educación.”

Friedrich Katz, Pancho Villa, México, Era, 1999, Tomo II, p. 332

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Felipe Ángeles, general, reprografía. 1915. © (287497) SECRETARÍA DE CULTURA.INAH.SINAFO.FN.MX.

La vida y la obra de Felipe Ángeles deben leerse entre sus aspiraciones universalistas y las circunstancias a las que se enfrentó en el proceso revolucionario.

“Quien quiera entender a Ángeles y a su destino debe interpretarlo bajo el signo de la ambivalencia que denomina su existencia, ambivalencia dentro de la cual quiso resolver el conflicto entre sus aspiraciones y su visión universalista de la vida, las exigencias pragmáticas impuestas por las circunstancias y las situaciones a lo largo de la Revolución.”

Odile Guilpain Peuliard, Felipe Ángeles y los destinos de la Revolución Mexicana, México, FCE, 1995, p. 182.

Créditos

Investigación, textos y curaduría:

Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM)


Cuidado editorial en web:

Rebeca Flores


Diseño:

Guillermo Salvador López Rocha


Agradecimientos:

Agradecemos al INEHRM su amable disposición a compartir con Memórica los recursos digitales y textos de la presente exposición. De igual manera a Mediateca/INAH por facilitar los recursos digitales de su acervo.