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Nicolás Bravo
Portadilla de Nicolás Bravo

Nicolás Bravo

El historiador Eduardo Miranda Arrieta, en su artículo titulado “Revisión historiográfica de los insurgentes-republicanos Nicolás Bravo, Juan Álvarez y Vicente Guerrero”, sugiere que algunos hombres del siglo XIX tuvieron una participación de largo tiempo, que se hizo notar desde 1811, en favor de la lucha insurgente para lograr la independencia mexicana, hasta la conformación de la República en sus diferentes etapas, por lo que en esta colección se evocan algunos momentos destacados del general de División Nicolás Bravo Rueda, así como testimonios documentales que se preservan hasta nuestros días.

Oriundo de Chichihualco –actual estado de Guerrero–, nació en el año de 1786, cuando la Nueva España aún era un virreinato español. Los Bravo poseían una próspera hacienda por lo que el joven Nicolás luego de sus primeros estudios se involucró cada vez más en las actividades de ésta. Se dice que cuando comenzaron los movimientos independentistas él y su familia no hicieron pública su simpatía con el grupo insurgente, también se sabe que se negaron a la invitación del peninsular Joaquín Guevara para formar un ejército que pudiera hacer frente a los insurrectos; la actitud ha generado especulaciones sobre su discreto vínculo con los rebeldes, no obstante, no se ha podido documentar la relación.

Los Bravo, en 1811, decidieron unirse a los insurgentes luego de que José María Morelos y Pavón mandó a algunos hombres a pedir apoyo a la hacienda. Desde entonces, Nicolás fue miembro activo en las tropas rebeldes. La historiografía ha resaltado constantemente su disciplina y valor durante los años de la revuelta; por ejemplo, ya con el grado de comandante militar de la Provincia de Veracruz destacó en El Palmar al derrotar a Juan Labaqui y cuya maniobra provocó la captura y fusilamiento de su padre. Contrario a lo que se esperaba, Nicolás Bravo al tener prisioneros de El Palmar decidió dejarlos en libertad en vez de pasarlos por las armas y luego del incidente su lucha independentista no se vio mermada.

La aportación de este insurgente también se vio reflejada en el ámbito legislativo ya que perteneció al Congreso de Anáhuac, en donde Morelos declaró la libertad de América, además de redactar una constitución. Luego del fusilamiento de Morelos en 1815, en 1816 Nicolás Bravo decidió abandonar las armas y se marchó a su hacienda; no obstante, en 1817 fue apresado y liberado hasta 1820. Fiel a la causa independentista, suscribió el Plan de Iguala con el que Agustín de Iturbide logró unir a insurgentes y realistas y así afianzar la independencia.

Como se dijo al inicio, la participación de Bravo puede considerarse de larga duración y es que luego de 1821, con 35 años, siguió de cerca el proceso de construcción de la nueva nación. En 1822 fue consejero de Estado hasta que se nombró a Iturbide emperador y al no simpatizar con ello se pronunció en contra junto con Vicente Guerrero. Una vez terminado el Primer Imperio, don Nicolás formó parte de los constantes gobiernos provisionales y apoyó los movimientos con los que simpatizaba, hasta que en 1839 ocupó interinamente la vicepresidencia y durante nueve días la presidencia de la República. En su haber se encuentran otros cargos públicos como diputado, presidente sustituto, general en Jefe del Ejército, comandante general, comandante general de Puebla y miembro del Estado Mayor durante la presidencia de Mariano Arista. Así pues, esta sumaria de cargos nos permite apreciar la importancia de Nicolás Bravo prácticamente en toda la primera mitad del siglo XIX. Falleció en 1854 luego de pasar la mayor parte de su vida activo políticamente.