Sus primeros años de formación tuvieron lugar en su amada provincia (primero en Zacatecas y después en Aguascalientes) en el marco de una educación religiosa que lo llevó a ser seminarista; no obstante, se decantó por la carrera de leyes, que estudia en San Luis Potosí. No menos importante fue el descubrimiento del amor que sintió por una pariente cercana, Josefa María de los Ríos, rebautizada en sus escritos con el nombre de Fuensanta. Ella fue quien detonó sus primeros poemas conocidos incluidos en los textos que conforman esta colección. Símbolo del modernismo escrito, Velarde reconoció la influencia que ejercieron en su obra los trabajos de Amado Nervo y del español Andrés González Blanco. En cuanto a su afinidad política, fue maderista e incursionó en el servicio público del primer gobierno de la Revolución. Para 1914 lo ubicamos ya en la Ciudad de México, en donde estableció contacto con José Juan Tablada, quien lo impactó, al igual que el argentino Leopoldo Lugones: en ambos descubre una nueva forma de escribir al echar mano de un vocabulario poco usual en sus trabajos. Este rasgo será llevado a la perfección en la obra velardiana convirtiéndose así en una figura central para la siguiente generación de literatos conocida como Los Contemporáneos, quienes vieron en el poeta a un gran maestro. Muerto tempranamente a los 33 años de edad, en vida publicó innumerables artículos en las revistas culturales de la época y salieron a la luz dos libros: La sangre devota (1916) y el poemario Zozobra (1919). De manera póstuma aparece en las páginas de la revista El Maestro su más famoso escrito, La suave patria (1921). Con el paso de los años, compilaciones de su obra no publicada han aparecido de cuando en cuando. En esta muestra puedes disfrutar la mayoría de sus escritos.