Salud e higiene: preocupaciones de la Revolución a la actualidad
Gracias a la Revolución mexicana se extendieron los servicios a todo el país, tomando como base los dictados de la Constitución política elaborada en 1917, en especial, en sus artículos 3° y 127, a través de cuatro grandes programas que atenderían la salud, la vivienda, las obras de irrigación e infraestructura y la educación. Se intentaba mostrar de manera enfática que el conflicto armado había valido la pena, por lo que se trató de actuar en consecuencia y llegar a la población con disposiciones que reflejaran un cambio en sus vidas.
De esta forma, los servicios sanitarios constituyeron una prioridad para los gobiernos tras el fin de la etapa bélica. La Carta Magna creó dos organismos encargados exclusivamente de estos asuntos: el Consejo de Salubridad General (CSG) y el Departamento de Salubridad Pública (DSP). Se llevaron a cabo campañas de vacunación masiva, se difundió un código higiénico, se reforzaron programas estatales, se fundaron escuelas para capacitar personal e incluso el primer inmueble de la administración pública construido por un gobierno de la Revolución fue el edificio del DSP, obra del arquitecto mexicano Carlos Obregón Santacilia. La atención de la sociedad mexicana en esta área se mantiene como esencial para el gobierno como lo hemos podido constatar en este año, pues son preocupaciones que continúan desde aquellos tiempos en que la Revolución buscaba proteger a los ciudadanos.
