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La visita del presidente Harry S. Truman a Teotihuacan
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La visita del presidente Harry S. Truman a Teotihuacan

Durante el gobierno de Lázaro Cárdenas (1934-1940) en México se desarrolló una atmósfera nacionalista que se caracterizó por la protección del vasto patrimonio cultural. Para poner en marcha la investigación, conservación y difusión del mismo, se creó en 1939 el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) con base en una Ley Orgánica que le dio presencia en todo el territorio. Esto fue parte de una gran obra reivindicadora de un Estado poderoso, nacido de la “Revolución hecha gobierno”.

En 1946 fue elegido como presidente de la República el licenciado Miguel Alemán Valdés —también conocido por el sobrenombre del “Cachorro de la Revolución”—, y durante su mandato lo acompañó una clase política que buscó la inversión de grandes capitales para la modernización del país. Durante su sexenio continuó con una estrategia de investigación y de protección del patrimonio arqueológico que se heredó del cardenismo. Ejemplo de ello fue que se proporcionaron los recursos presupuestales al INAH para su oficina de Monumentos Prehispánicos, que permitió que el arqueólogo Jorge Acosta dirigiera otras tres temporadas —séptima (1947), octava (1948) y novena (1950)— de excavaciones y reconstrucciones en el núcleo monumental ceremonial de la antigua ciudad de Tula, Hidalgo, en el año de 1949, y que Alberto Ruz Lhuillier iniciara sus exploraciones arqueológicas y de consolidación mayor en las ruinas de Palenque, Chiapas, las que después de 10 temporadas terminaron en 1958.

El lunes 3 de marzo de 1947, año en que se conmemoró el centenario de la intervención estadunidense, el presidente Harry S. Truman hizo una visita oficial a México. Fue el primer jefe de Estado de esa nación vecina que en el ejercicio de su mandato decidió venir a la capital de nuestra república. A su llegada, fue recibido por el presidente Alemán, funcionarios de su gabinete y gobernadores de los estados. Sobre una tribuna monumental que se construyó para el acto de bienvenida, en cuyo fondo había dos inmensos arreglos florales con las banderas de ambos países, y ante una gran multitud congregada, Truman ofreció el saludo a todos los mexicanos llamándolos “los nuevos amigos”. Al día siguiente dejó una ofrenda al pie de la Columna de la Independencia como homenaje a los héroes caídos en la guerra de 1847 como una manera de limar asperezas y malos entendidos. El miércoles 4 de marzo, junto con los secretarios Jaime Torres Bodet de Relaciones Exteriores, Manuel Gual Vidal de Educación Pública y el renombrado arqueólogo Alfonso Caso, Truman se trasladó en un Cadillac hasta la zona arqueológica de Teotihuacan. En las cercanías lo esperaban el arquitecto Ignacio Marquina, director del INAH, el antropólogo físico Daniel Rubín de la Borbolla y el pintor Miguel Covarrubias, también adscritos a dicha institución. Una vez que llegaron al poblado de San Juan Teotihuacan, fueron recibidos por una banda de música y muchas personas que ya los esperaban. Dentro de la zona arqueológica, Truman admiró la colosal Pirámide del Sol que entre los años de 1905 y 1910 fue restaurada y sirvió como un majestuoso escenario donde se llevaron a cabo parte de los festejos del primer Centenario de la Independencia.

También se visitó el antiguo museo ubicado al pie de esa pirámide, y después de un almuerzo ofrecido por el secretario de Educación, se recorrió la Ciudadela y su hermoso basamento piramidal de Quetzalcóatl. Dentro del pasillo que en décadas anteriores se habilitó en la parte posterior de la plataforma perteneciente al Templo Nuevo de Quetzalcóatl, el mandatario norteamericano volvió a escuchar con toda atención a los expertos del INAH. Ellos le explicaron sobre el bello programa escultórico de la fachada del Viejo Templo de Quetzalcóatl, que fue cubierto en una época posterior por la plataforma adosada del Templo Nuevo. Sobre los taludes y tableros de esa fachada, le señalaron los cuerpos ondulantes de serpientes emplumadas y los dos mascarones, uno de Quetzalcóatl y el otro de Tláloc, dios de la lluvia. Terminada esta visita, Truman regresó al día siguiente a los Estados Unidos.