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De Francisco I. Madero a Lázaro Cárdenas: la búsqueda de reconciliación con el pueblo yaqui
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De Francisco I. Madero a Lázaro Cárdenas: la búsqueda de reconciliación con el pueblo yaqui

Durante la Revolución mexicana, una parte del pueblo yaqui se unió a los contingentes maderistas y constitucionalistas en Sonora bajo la promesa de recuperar su tierra al triunfo del conflicto. En septiembre de 1911, Francisco I. Madero y una comisión de yaquis se reunieron para discutir y firmar un acuerdo, en el que aceptaban someterse al gobierno y se ultimaban los detalles para la cesión y repartición del territorio a su favor, incluyendo canales de irrigación y todo lo necesario para su desarrollo, además de la creación de escuelas, créditos y salarios a los revolucionarios.

Sin embargo, las promesas no fueron cumplidas: las tierras no se restituyeron y la deportación iniciada en el porfiriato hacia Yucatán continuaba. La situación se agravó tras el cuartelazo que terminó con la vida del presidente Madero, lo que trajo nuevos enfrentamientos entre el gobierno y este pueblo, pues el grupo sonorense que llegaría al poder tras la caída de Victoriano Huerta prefirió enfrentarlos al viejo estilo, tratando de invertir y de explotar la región y recurriendo a la represión y al uso de las armas. Sus territorios fueron, otra vez, ocupados, las partidas guerrilleras perseguidas e incluso se bombardearon comunidades desde aviones militares. Cuando Lázaro Cárdenas llegó a la presidencia (1934) y destituyó a las autoridades sonorenses, se enfocó en buscar soluciones para el problema como parte de sus políticas sociales y de repartición agraria. Por ello, envió al antropólogo Alfonso Fabila a realizar un reporte sobre la situación en la región, quien propuso la devolución de sus campos y el restablecimiento de su estructura comunitaria. El 28 de octubre de 1937, Cárdenas creó la Zona Indígena Yaqui, que abarcó 400 mil hectáreas. También expropió las propiedades privadas en el valle y repartió las tierras entre los yaquis en forma de ejidos. Fue hasta entonces que el Estado mexicano los reconoció como una nación indígena, con derechos colectivos sobre sus dominios y además se les dotó de implementos agrícolas para la siembra, la cosecha y la comercialización de productos. En esta colección presentamos diversos documentos e imágenes de esos años en que se buscó la reconciliación con este pueblo originario maltratado durante siglos.