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Casimiro Castro y la litografía del siglo XIX
Portadilla de Casimiro Castro y la litografía del siglo XIX

Casimiro Castro y la litografía del siglo XIX

Durante la década de 1850 se dio un auge de la expresión litográfica (técnica de impresión a partir del dibujo trazado en una piedra calcárea) en los talleres de la Ciudad de México, donde para ese momento ya destacaban las figuras de Hipólito Salazar, Plácido Blanco, Joaquín de Heredia, Hesiquio Iriarte y Casimiro Castro. Es precisamente de este último artista de quien reunimos parte de su obra en esta colección.

Castro, cronista gráfico y paisajista, utilizó esta técnica como herramienta para retratar el México del siglo XIX, un país recientemente independizado y que atravesaba por un periodo de inestabilidad política, pero que al mismo tiempo buscaba afianzar y reconocer su diversidad cultural, sus tradiciones, sus costumbres y hallar su identidad como nación.

Casimiro Castro nació en 1826 en el estado de Hidalgo. Asistió a la Academia de San Carlos y fue alumno de Pedro Gualdi, pintor de origen italiano de quien Castro aprendió el uso de la perspectiva y la importancia del paisaje urbano, que serían dos características esenciales de su obra posterior. Además, trabajó durante un tiempo en la famosa imprenta de Ignacio Cumplido. Influenciado por el romanticismo y con la intención de difundir la mexicanidad de entonces, se centró en plasmar personas comunes, costumbres, tradiciones, la vida en las calles, la actividad cultural, el desarrollo de la ciudad y sus bellezas naturales; además, tuvo interés por rescatar maravillas del pasado prehispánico, elementos que consideró orgullo y motivo de unión para los habitantes del país.

Sus trabajos más reconocidos se encuentran en los libros México y sus alrededores de 1855 y Álbum del ferrocarril mexicano, publicado entre 1876 y 1878. Las imágenes que presentamos en esta ocasión forman parte del primero de ellos, en el cual se percibe la importancia que el artista da a los detalles, los temas costumbristas que quería exaltar en sus impresos, vistas de la ciudad y de las personas que la habitan, momentos cotidianos, trajes y lugares típicos, así como un gran manejo de esta técnica que lo llevó a ser reconocido como uno de los grandes litógrafos del siglo XIX.