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El olvido no otorga el perdón
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El olvido no otorga el perdón

Poco más de cinco siglos han pasado desde que incursiones de españoles llegaron a las costas de lo que hoy es México y se encontraron con sociedades asentadas en este territorio que compartían en gran medida características como la agricultura, el calendario y la organización social. Sin embargo, esto no simbolizaba una hermandad entre pueblos, al contrario, la guerra, elemento predominante del periodo posclásico, llevó a los grupos originarios a enfrentarse continuamente, por lo que unos se encontraban supeditados a los otros a través de tributos, entre otras cosas.

Fueron los mexicas los que tuvieron el dominio casi absoluto, a principios del siglo xvi, de esta súper área denominada Mesoamérica y de la que los españoles buscaron tomar el control; es por ello que en alianza con algunos pueblos, como los tlaxcaltecas, ocurrió “la irrupción española y la guerra mesoamericana”,  que culminaría un 13 de agosto de 1521 con la caída de la ciudad de México-Tenochtitlan, hecho que de ninguna manera representó una conquista, desaparición o destrucción de la tradición mesoamericana.

Quinientos años han pasado desde que se reubicaron pueblos, se despojaron territorios, epidemias mermaron a la población indígena, se instauraron encomiendas que sustrajeron continuamente las materias primas de la tierra con el trabajo de los que un día fueron los legítimos poseedores y un sinfín de hechos violentos justificados por el proceder colonialista y expansionista del Imperio español, acciones reprobables que después de tantos años merecen un gesto de aquellos que hoy gobiernan España.