Cabrera también realizó cuadros de castas y representaciones de la vida cotidiana novohispana legando, además de una copiosa obra de valor estético, documentos visuales igualmente trascendentes. Otra de las aportaciones que Cabrera heredó a la sociedad mexicana de su época fue encabezar la discusión sobre la importancia de establecer una academia de pintura en Nueva España. En aquel tiempo eran los propios artistas los que solicitaban a la Corona la apertura de estas nuevas instituciones que los arroparan, tanto a ellos como a sus aprendices, las cuales se convertían en focos de enseñanza, de difusión de la cultura ilustrada, y de legitimación de la monarquía española en suelo americano. Se tiene noticia de la fundación de uno de estos establecimientos en 1753, el cual fue dirigido por José de Ibarra. Cabrera fue un personaje influyente, pues además de estas discusiones de índole académica, se convirtió en el portavoz y máximo experto en la imagen guadalupana y se ocupó de la defensa de la Virgen de Guadalupe como efigie divina. En algún momento de su vida también se dedicó a la escritura, por lo que podríamos considerarlo un artista polifacético involucrado en las polémicas tanto prácticas como ideológicas. Su muerte representó un duro golpe para el arte novohispano, pues truncó el aprendizaje de nuevas generaciones y el gremio pictórico perdió a uno de sus principales líderes. En la colección que elaboramos para recordar esta fecha reunimos algunas obras de este artista mexicano que incluso llegó a pintar el catafalco funerario de la reina María Amalia de Sajonia.