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Paisajes bucólicos de Germán Gedovius
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Paisajes bucólicos de Germán Gedovius

Entre los grandes maestros de la pintura mexicana de finales del siglo xix y principios del xx destaca Germán Gedovius (1867-1937), quien destinó parte de su producción al género del paisaje, y con ello dejó constancia de los entornos naturales de México, tal como consta en la significativa selección que conforma esta pequeña colección. De padre alemán y madre mexicana, Gedovius nace en la capital de México en 1867 y a los 10 años parte a la patria de su progenitor para matricularse en la Academia de Arte de Múnich, en donde permanece de 1884 a 1892.

Aprovecha dicha estancia en Europa para tratar la sordera congénita que padecía, lo cual no es un dato menor pues comenzó a dibujar desde muy pequeño para poder comunicarse. Tras someterse a un tratamiento logró escuchar un poco y hablar entrecortadamente. A principios del nuevo siglo regresa a México y se incorpora a la Academia de San Carlos, en cuya muestra anual expone su obra más reciente, y para 1903 obtiene una plaza como docente de dicha institución.

En sus paisajes podemos observar la huella que dejó su formación en Alemania; en ellos se percibe un aliento bucólico presente en el estilo del romanticismo germano. Son pinturas en las que se añora un México que ya quedó en el pasado. También encontramos en las piezas seleccionadas la influencia de la pintura flamenca (holandesa) de la que tanto gustaba el maestro y que otorga a su obra un toque de añoranza y nostalgia por el universo rural.

Pese a la frondosidad de la vida natural, Gedovius trabaja en imágenes que se antojan desoladas, lo cual logra con la delicada selección de colores; a esto sumemos la indefinición de las líneas tal como podemos observar en el paisaje dedicado a la zona de Tláhuac en el que la opacidad de tonos inevitablemente nos transmite una sensación de tristeza. Lo mismo ocurre con El paisaje del Iztaccíhuatl de 1906 o en la copia de otro paisaje realizado a dos años de que iniciara la lucha revolucionaria. Finalmente, hemos querido sumar su famoso Autorretrato (1907), en el que los elementos estilísticos descritos se hacen presentes y logra recrearse a sí mismo como si de un paisaje autorreferencial se tratara.