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La difusión de la química a través de las imprentas mexicanas
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La difusión de la química a través de las imprentas mexicanas

Guadalupe Urbán Martínez 

Facultad de Filosofía y Letras

Universidad Nacional Autónoma de México

 

Las bibliotecas mexicanas resguardan la riqueza bibliográfica científica y tecnológica publicada en nuestro territorio. En ellas podemos encontrar textos que dan cuenta de la creatividad local tanto por la presencia de los autores nativos como de las traducciones que se hicieron para formar lectores en México y un lenguaje científico-técnico en español.

Dentro de las materias que podemos identificar en estos acervos está la química, que empezó a hacer acto de presencia en los catálogos bibliográficos de las imprentas mexicanas desde finales del siglo xviii, y que de manera esporádica siguió apareciendo en la transición de la Colonia a la nación independiente, cuando se buscaba que este tipo de conocimientos fueran un instrumento para afianzar la libertad recién obtenida.

Entre las instituciones que colaboran con Memórica se encuentran la Dirección General de Repositorios Universitarios de la unam y el Repositorio del Patrimonio Cultural de México (Mexicana), a cargo de la Secretaría de Cultura. Estos colaboradores han puesto a disposición de lectores de todo el mundo materiales digitalizados que permiten hacer un seguimiento de la cultura científico-técnica que se ha formado en el país y conocer algunos títulos de libros de química impresos aquí.

Respecto a las obras de química moderna, aunque son pocas las que se publicaron en México antes de mediados del siglo xx, son significativas. Aún siendo Nueva España, la química comenzó a enseñarse formalmente en 1792, cuando se funda el Real Seminario de Minería y existe la posibilidad de acercarse a la primera traducción al español que se hizo del libro de Antoine Laurent Lavoisier, llamado el "padre de la química moderna", y que apareció en la capital del virreinato dirigida a los estudiantes de dicha escuela. 

La Biblioteca Nacional Digital de México brinda la oportunidad de conocer el Tratado elemental de Chímica, que salió de la imprenta de Mariano Zúñiga y Ontiveros en 1797, un año antes que la versión madrileña (1). Esta obra permite adentrarse en las novedades científicas con las que se estaban formando los estudiantes novohispanos, y observar el cuidado de la traducción y la edición que incluyó la reproducción de las tablas que el químico francés había elaborado para las clasificaciones de los compuestos en su edición original.

Asimismo, se puede conocer la digitalización de la obra de otro personaje considerado un pilar de esta ciencia en el país, Leopoldo Río de la Loza. En Mexicana se localiza el primer libro de texto de química de un autor mexicano. La edición disponible es la segunda de Introducción al estudio de la química ó conocimientos preliminares para facilitar el estudio de la ciencia, que imprimió en 1862 J. M. Lara, en la Ciudad de México (2); la primera fue de 1849, impresa por Manuel F. Redondas. Este libro fue usado en varias cátedras que dio su autor en el siglo xix, y que fueron pioneras en su materia en el territorio, como la de química médica en la Escuela Nacional de Medicina, y las de química y agricultura que se impartieron en la Escuela Nacional de Agricultura.

Basta la mención de estas dos obras representativas de la química mexicana para invitar a seguir explorando los acervos digitalizados que nos ofrecen estas instituciones y así reconocer el valor de la actividad científica que ha tenido lugar en nuestro país.