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El arribo de las mujeres al legislativo
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El arribo de las mujeres al legislativo

El camino para lograr la participación política de la mujer en México ha sido largo y complejo. Si bien el voto se logró formalmente en 1953, todavía pasarían algunos años para que el género femenino pudiera ser electo para ocupar puestos de representación popular. Lo primero que se consiguió en este ámbito fue incorporarse como diputadas en la legislatura XLIII correspondiente a los años de 1955 a 1958. Pero el logro de estas primeras mujeres no sólo es significativo debido a la conquista de esferas de poder generalmente vetadas para ellas, sino porque al convertirse en figuras públicas difundieron la imagen de una mujer que tomaba el control de su vida fuera del ámbito doméstico, que era capaz de discutir sobre los problemas nacionales y que estaba lista para debatir en un entorno que la excluyó y subordinó desde su origen. 

A pesar de su importancia, tenemos pocas noticias acerca de estas pioneras de la política mexicana. Pero rescatemos como ejemplo el caso de Marcelina Galindo Arce, originaria de Pichucalco, Chiapas. Ella cursó estudios para graduarse como maestra normalista, pero migró a la Ciudad de México a los 26 años. Al no encontrar trabajo como profesora, entró al periodismo por necesidad, por lo que colaboró con distintas revistas de la capital, entre ellas, Mañana, dirigida por Regino Hernández Llergo, quien le encomendó cubrir las giras presidenciales de Miguel Alemán. Después de esta enriquecedora experiencia, fundó junto con este periodista la revista Impacto, en la cual se desempañaba como jefa de información hasta el momento en que dejó su puesto para asumir la candidatura a diputada federal. Sin embargo, recuerda que ya estando en su cargo y al hablar con colegas sobre la situación de la mujer, se seguían menospreciando los problemas que enfrentaban tanto en lo público como en lo privado. Mientras ejercía como diputada, fundó la revista Mujeres: expresión femenina con el propósito de dar a conocer los logros de los derechos de las mexicanas, la cual se publicó durante 24 años (1958-1982). 

Como Marcelina, las primeras diputadas participaron en la transformación de los modos de vida de las mujeres en nuestro país. Por ello, no sólo debemos recordarlas por su contribución política, sino también por transformar la manera en que la mujer se percibía y se entendía como una participante activa de su sociedad y de su entorno. Al parecer, estas primeras participaciones en el legislativo carecieron de poder real, sin embargo, no podemos minimizar el hecho de que contribuyeron de manera definitiva al cambio cultural que comenzó a allanar el camino hacia una verdadera participación en puestos más altos de la jerarquía política en México.


A pesar de su importancia, tenemos pocas noticias acerca de estas pioneras de la política mexicana. Pero rescatemos como ejemplo el caso de Marcelina Galindo Arce, originaria de Pichucalco, Chiapas. Ella cursó estudios para graduarse como maestra normalista, pero migró a la Ciudad de México a los 26 años. Al no encontrar trabajo como profesora, entró al periodismo por necesidad, por lo que colaboró con distintas revistas de la capital, entre ellas, Mañana, dirigida por Regino Hernández Llergo, quien le encomendó cubrir las giras presidenciales de Miguel Alemán. Después de esta enriquecedora experiencia, fundó junto con este periodista la revista Impacto, en la cual se desempañaba como jefa de información hasta el momento en que dejó su puesto para asumir la candidatura a diputada federal. Sin embargo, recuerda que ya estando en su cargo y al hablar con colegas sobre la situación de la mujer, se seguían menospreciando los problemas que enfrentaban tanto en lo público como en lo privado. Mientras ejercía como diputada, fundó la revista Mujeres: expresión femenina con el propósito de dar a conocer los logros de los derechos de las mexicanas, la cual se publicó durante 24 años (1958-1982).  Como Marcelina, las primeras diputadas participaron en la transformación de los modos de vida de las mujeres en nuestro país. Por ello, no sólo debemos recordarlas por su contribución política, sino también por transformar la manera en que la mujer se percibía y se entendía como una participante activa de su sociedad y de su entorno. Al parecer, estas primeras participaciones en el legislativo carecieron de poder real, sin embargo, no podemos minimizar el hecho de que contribuyeron de manera definitiva al cambio cultural que comenzó a allanar el camino hacia una verdadera participación en puestos más altos de la jerarquía política en México.