San Lorenzo Tultitlán
La historia de este asentamiento se remonta al siglo xiii, pero como las fuentes que aquí se muestran son novohispanas, nos concentramos en el antiguo pueblo que se congregó luego de 1521 y al que se adecuó el toponímico prehispánico con el de un santo, dando lugar al pueblo de San Lorenzo Tultitlán; al poco tiempo se prefirió a san Antonio de Padua y junto con él su nombre; en el siglo xx aquel nombre, mezcla indígena e hispana, se sustituyó por el del militar liberal decimonónico y permanece al día de hoy: Tultitlán de Mariano Escobedo.
En la época prehispánica la población del norte del valle jugó un papel relevante, tanto por el dominio de la cuenca, por sus actividades comerciales, así como por las alianzas que concretaron con las diferentes naciones de los alrededores; de acuerdo con los especialistas, la sociedad asentada en el antiguo pueblo se conformó en su gran mayoría de tepanecas, un grupo étnico relacionado con tribus nómadas que se volvieron destacados socios del imperio de Azcapotzalco y que quedarían relegados luego del triunfo de la Triple Alianza.
En 1521 los europeos iniciaron un proceso de reorganización del territorio y la sociedad; se concedieron encomiendas como “pago por sus servicios”, por lo que los encargados recibían tributo y trabajo de los indios que se les asignaban. En esta zona se formó una que se dio a Juan de la Torre, luego a Bartolomé de Perales y después a su hijo. También se instalaron órdenes religiosas; todavía en 1530 la población acudía a Cuautitlán a recibir instrucción religiosa. Poco después se construyó una capilla abierta y el pueblo recibió por aquellos años el prefijo cristiano de San Lorenzo. Por otra parte, de acuerdo con la historiadora Juanita Dolores Serratos García, la traza de los barrios que fueron definidos por los tepanecas se mantuvo en el pueblo novohispano; incluso hoy en día podemos apreciar algunos rastros de la traza original.
En las fuentes mostradas se recupera información de procesos legales sobre la tenencia de la tierra y se aprecian algunos de los abusos que la población indígena vivió, tal fue el caso del trabajo forzado en un depósito de pólvora. El agn resguarda abundante documentación que permite reconstruir el pasado de aquellos asentamientos que después de la reorganización del centro del valle pasaron a formar parte de la vida periférica, con su estudio, además de poder analizar el cambio que implantaron es un deber destacar las resistencias de los pueblos.