En sus inicios, la dfs buscaba establecer un sistema de vigilancia político-social moderno como parte de la vanguardia científica para garantizar la seguridad nacional de México, aunque pronto extendió una red de control sin precedentes por todo el país. Líderes sindicales, campesinos y políticos fueron observados a la distancia y con desconfianza por los agentes de esa corporación. Conforme el régimen posrevolucionario intensificó sus controles autoritarios y corporativos a través del Partido Revolucionario Institucional (pri), las acciones de la Dirección y sus agentes fueron más invasivas a las libertades y garantías individuales de los mexicanos.

Los informes de los agentes de la Dirección son detallados. No conocemos sus nombres, sólo sus iniciales, porque era parte de la secrecía que el Estado y la dfs buscaban guardar. En dichos informes se registraban las actividades diarias, privadas y públicas, de los vigilados, y en ocasiones los agentes utilizaban la información para que el Estado ejerciera acción penal contra sus opositores. No obstante, con el tiempo, estos documentos se convirtieron en fuentes invaluables tanto para las víctimas de la dfs, quienes pudieron exigir justicia por las acciones arbitrarias del Estado, así como para los investigadores que, utilizando estos testimonios, contribuyen a reconstruir el pasado reciente y a salvaguardar la memoria de quienes fueron perseguidos por gobiernos autoritarios y antidemocráticos.